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miércoles, 3 de mayo de 2017

Un viento suave perturbando una fogata (por Paul Auster)


Siempre el más pequeño de los actos

posible
en este tiempo de actos

más grandes que la vida, un gesto
hacia la cosa que pasa

apenas entrevista. Un viento suave

perturbando una fogata, por ejemplo,
que accidentalmente
hallé el otro día

en la pared de un museo. Allí
no hay casi nada: algunos vestigios
de blanco

arrojados con desgana sobre
el negro puro del fondo, nada más
que un pequeño gesto
intentando ser nada

más que él mismo. Y sin embargo
no está allí
y a mis ojos nunca se transformará
en la cuestión
de tratar de simplificar

el mundo, pero sí un modo de buscar un lugar
para entrar en él, una manera de estar
presente
entre las cosas
que no nos desean –pero que necesitamos
en la misma medida que necesitamos
de nosotros mismos. Sólo un momento antes de que
la hermosa

mujer
que estaba parada delante de mí
había estado diciendo cuánto deseaba
procrear y cómo el paso del tiempo
le estaba jugando en contra. Dijimos:
cada uno de nosotros debe
escribir un poema utilizando
las palabras ‘Un viento
suave

perturbando una fogata’. Desde entonces
nada

ha significado tanto como el pequeño
acto
presente en estas palabras, el acto
de intentar hablar

palabras

que significan casi nada. Hasta el mismísimo final
quiero ser igual
a lo que fuera que mi ojo me traiga, como si
yo pudiera finalmente verme
abandonarme
en las cosas casi
invisibles

que nos llevan con nosotros mismos y todos
los niños por nacer

al mundo.



4 comentarios:

Pablo M dijo...

La piedra que despreciaron los arquitectos, aquélla vino a ser la piedra angular.

Anónimo dijo...

Vi con 14 años "Smoke", con guión de Paul Auster, y amé por primera vez y para siempre el cine.

ORáKULO dijo...

La paciencia es una forma de lealtad.

TóTUM REVOLúTUM dijo...

En el cementerio de la iglesia de St.Mary Magdalen,
los mendigos se acuestan en las tumbas de mármol ya borrado.
Desahuciados de todo, envueltos en abrigos vagabundos,
comparten con los muertos su no ser,
su no dolerle a nadie después de tanto olvido.

A veces, sin embargo,
también ellos regresan
del reino de las sombras y de pronto
nos piden con la mano una moneda
a cambio de contarnos qué es la muerte.


(PEDRO SEVILLA)