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domingo, 17 de abril de 2016

En otro sueño (por Gemma Gorga)


Algunas madrugadas
nos llaman por el nombre
en voz muy baja,
de repente nos despiertan de un sueño
para sumergirnos en otro sueño
aún más incomprensible
y equívoco.
Adormilados y descalzos guardamos cola
bajo la secreción lacrimal
de los fluorescentes,
mientras esperamos
que un día u otro nos den permiso
para despertar.
Cuando la vi por última vez
le repetían que faltaba un papel
(tabaleo insistente con el índice
sobre la formica pelada del mostrador),
un papel,
solo un papel,
y ya no despiertas.


10 comentarios:

hAiKu dijo...

Crecer un árbol
-el ACTO DE CRECER-
nadie lo ha visto.

(RAFAEL BALDAYA)

TóTUM REVOLùTUM dijo...

Pensar en una extracción dental es un buen argumento contra los detractores del progreso.

hAiKu dijo...

La luz del sol
atraviesa mis párpados.
-Vamos, despierta.

(CUQUI COVALEDA)

casa de citas dijo...

No hay verdad. Sólo hay percepción.

(FLAUBERT)

Pablo Veiga dijo...

Todos recordamos al menos un sueño o una pesadilla que nos impactó. Sin embargo, somos incapaces de describir su final, y por tal caso, su principio.

En cierta forma, es como si llegáramos tarde al inicio de una película en el cine y nos retiráramos unos minutos antes del final.

No importa a qué teoría acerca de los sueños suscribamos: reino de arquetipos, canal de comunicación con planos de consciencia inusitados, reserva de pulsiones y deseos reprimidos; en cualquier caso, nunca sabemos cómo empiezan y terminan nuestros sueños.

Esta es una de las cualidades más misteriosas de los sueños, ya sean placenteros u horrorosos: la sensación de frustración o de alivio cuando un sueño se termina abruptamente.

Si se trata de una pesadilla, ese corte abrupto con la narrativa onírica nos produce alivio; si se trata de un sueño placentero, la sensación es un tanto ingrata, como si fuésemos precipitados de nuevo hacia una realidad donde esos mismos goces pertenecen al terreno de la fantasía, no de lo vivencial.

En este punto resulta lógico evaluar la pregunta inicial: ¿por qué no podemos recordar el principio y el final de un sueño?, y en cambio deducir que los sueños quizá no tienen un principio y un final, al menos no en términos convencionales.

Volvamos a la imagen de un espectador que se pierde el inicio y el final de una película pero que observa cada detalle de su desarrollo. Aunque pintoresco, el paralelo es incompleto: en nuestrossueños somos algo más que espectadores pasivos de la historia, somos también el guionista, editor y director de la película; es decir, los únicos capaces de relatar, editar y finalmente cortar la proyección; sólo que en este caso la tarea se realiza en simultáneo con la filmación.

Para entender un poco más acerca de la estructura de los sueños debemos, antes que nada, olvidar los patrones lineales que nuestra mente consciente organiza alrededor de un argumento; es decir: principio, desarrollo y final.

De hecho, en inicio o final de un sueño pueden ocurrir en medio del desarrollo.

Pablo Veiga dijo...

En términos cinematográficos, los momentos más importantes de una película no siempre son el principio y el final, sino el clímax de la historia. Algo parecido ocurre en los sueños, solo que el clímax nunca ocurre al principio y siempre coincide con el final.

Esta es la razón por la cual los sueños y las pesadillas terminan abruptamente y comienzan de forma incierta.

Al aumentar la intensidad del sueño, es decir, a medida que nos aproximamos al clímax, la actividad cerebral también aumenta, la cual desemboca en el impostergable despertar. De ahí la imposibilidad de vivir dentro de un sueño —tópico vejado por incontables películas y novelas—, o al menos dentro un sueño en donde nunca ocurra nada lo suficientemente emocionante como para despertarnos.

Ahora bien, ciertos sueños se rehúsan a caer en esta clasificación racionalista, o neurocientificista. Basta pensar en sueños totalmente absurdos, cuando no chatos, anodinos, donde el horror y el placer están proverbialmente ausentes y todo se conduce en una peculiar monotonía.

Tampoco podemos conocer el inicio y el final de estos sueños.

¿Por qué?

Porque nuestro cerebro adora buscar patrones, y lo hace prácticamente todo el tiempo, ya sea dormidos o despiertos. Constantemente renueva y reajusta los caminos que ya conoce; también aprende y consolida nuevas conexiones, rastrea simetrías, metáforas, alegorías, símbolos.

El cerebro adora estos desafíos, de hecho, no puede evitarlos. Es, en última instancia, un adicto compulsivo a los acertijos, pero para resolverlos siempre recurre a una especie de lógica primaria que no prescinde de lo fantástico; todo lo contrario, lo admite como una posibilidad perfectamente racional.

El final abrupto de un sueño también puede entenderse como el instante en el que nuestro cerebro renuncia a seguir buscando patrones.

Por esta razón es mucho más fácil analizar un sueño con cierta lógica partiendo desde su conclusión, es decir, desde su final, y recorrerlo de forma inversa. Entonces encontraremos que el argumento no carece de lógica e incluso de hilos argumentales rudimentarios; justamente porque nuestro cerebro se encargó de rastrear y unir los patrones oníricos dispersos para formar una historia.

Por otro lado, el mismo engranaje explica por qué nunca sabemos cómo empezó un sueño en particular; precisamente porque los primeros pulsos o imágenes oníricas carecen de toda lógica, al menos hasta que el cerebro encuentra un patrón para definir su hilo argumental.

hAiKu dijo...

Quito el tapón.
El agua del lavabo
¿qué viaje hará?

(RAFAEL BALDAYA)

Cide Hamete Benengeli dijo...

El cante, para ser cante,
solamente necesita
que el vello se nos levante.

hAiKu dijo...


En la Alhambra
ni un electrodoméstico
tiene Boabdil.

(CUQUI COVALEDA)

Dimes Y Diretes dijo...


El corazón, mientras late,
sueña con amanecer
abrazado a una mujer
que lo bese y lo rescate.

(SABINA)