No sé si es amor que tienes, o amor que finges,
el que me das. Me lo das. Tanto me basta.
Pues no lo soy por edad,
sea joven por error.
Poco nos dan los dioses, y lo poco es falso.
Pero, si lo dan, aunque falso, la dádiva
es verdadera. Acepto,
cierro los ojos: es bastante.
4 comentarios:
Chiribitas de colores a través del cristal empañado por la humedad ambiente o por los dedos de los abrazadores -ellos y ellas- que me acababan de estrujar con abrazos muy navideños. Cada vez que levantaba la copa el verdejo me tapaba y me destapaba un óculo de led, según que el horizonte del caldo se encrespara o se fuese por el sumidero de mi garganta. Y se producían entonces las chiribitas.
Heno, melocotón, cereal en sazón... Y no hay músculo, tendón o ligamento que no se distienda después de beber unos vasos de blanco de Rueda, o un fino, o un albariño floral, o...
Nada más que trasiego algo espirituoso unas hormiguitas se encargan de organizar en mis surcos cerebrales pequeños rallies, montadas ellas en burbujitas de ácido carbónico. Y es divertidísimo y hasta sensual notar cómo aceleran en el surco de Monro, cruzan el acueducto cerebral y compiten por llegar las primeras a la meta de la cisura de Silvio. Comiquísimo.
Ayer por la noche asistí otro año más a esa competición en mi circuito intracraneal, ausente a lo que hablaban mis amigos. Me refugié tras los cristales oscuros de unas gafas de sol y nadie se enteró de por dónde iban mis pensamientos. Como casi siempre, sea dicho.
Questo è assolutamente geniale, caro amico F.
Gracias, Tragi: tú sí que sabes.
Cantaremos carnaval,
pues Dios nos ha dado vida;
no sea que al año que viene
nos toque ya la partida.
Publicar un comentario