zUmO dE pOeSíA

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de todos los colores, de todos los sabores

ALEATORIUM: Saca un poema de nuestro almacén

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martes, 30 de junio de 2015

Adherida al insomnio (por Oliverio Girondo)

debajo de la almohada
una mano,
mi mano,
que se agranda,
se agranda
inexorablemente,
para emerger,
de pronto,
en la más alta noche,
abandonar la cama,
traspasar las paredes,
mezclarse con las sombras,
distenderse en las calles
y recubrir los techos de las casas sonámbulas.
A través de mis párpados
yo contemplo sus dedos,
apacibles,
tranquilos,
de ciclópeas falanges;
los millares de ríos
zigzagueantes,
resecos,
que recorren la palma desierta de esa mano,
desmesurada,
enorme,
adherida al insomnio,
a mi brazo,
a mi cuerpo
diminuto,
perdido
en medio de las sábanas;
sin explicarme cómo esa mano
es mi mano,
ni saber por qué causa se empeña en disminuirme.

lunes, 29 de junio de 2015

Muñeca rusa (por Joan Manuel Serrat)


Dentro de ella se esconde otra 

que es como ella, pero no es;
y en esa otra se oculta otra 
que esconde otra a su vez.

Una se ve, 
la otra se adivina, 
la otra ya fue, 
la otra será,
y todas son de mentira 

y todas son de verdad.

Ella es la que se mira al espejo 
y la que en el espejo se ve.
Es lo que dice su boca 
y lo que ocultan sus ojos también.

Son muchas y distintas mujeres 
viviendo en una mujer no más.
Uno no puede querer a una 
sin querer a las demás.

Ella es como una Matryshka.
Ella es como una muñeca rusa.

Y aunque nadie sabe quién es ella, 
ni lo que ellos para ella son,
todos cuentan la feria según como les fue en el frontón.

Que si la oruga 
o la mariposa, 
que si la reina del ajedrez,
que si el infierno 
o el paraíso, 
que si el agua, 
que si la sed.

¡Cuántos quisieran verla entregada 
como la playa en la bajamar
con sus secretos a la intemperie y sus arenas por hollar!

A mí me basta con ser para ella 
la misma cosa que siempre fui:
el viejo osito de felpa que abraza para dormir.

domingo, 28 de junio de 2015

Plenitud (por Aquilino Duque)


Hay que buscar con la esperanza

de no encontrarlo todo.

Hay siempre que pararse a dos jornadas

de la felicidad.

Hay que tender al infinito.

Estar a punto de llegar

pero no llegar nunca.

Eso es la plenitud. Eso es la vida.


sábado, 27 de junio de 2015

Silenciosos (por Víctor Gaviria)


A ustedes pensamientos, agradezco
que no me hayan traicionado,
y que se hayan escondido tan hondo
detrás de mi cara,
que yo haya estado con tanta gente
en las fiestas y en las reuniones de trabajo,
y ustedes hayan permanecido silenciosos,
sin hacer huir a nadie de mí,
y no hayan hecho ruido involuntario como
lo hacen algunos vasos o sillas que se caen
de extraña inquietud…
A ustedes, pensamientos, agradezco
haber esperado tanto tiempo en la última pieza honda
de mi vida,
sobre todo porque han hecho que algunos me amen
por escucharlos sin decirles nada,
por estar ahí como una compañía
que tanto necesitan las cosas,
por estar ahí en las largas noches
en que no éramos nadie
y el viento nos barría…


viernes, 26 de junio de 2015

Dicha tan desgraciada (por César Vallejo)


Pero antes que se acabe
toda esta dicha, piérdela atajándola,
tómale la medida, por si rebasa tu ademán; rebásala,
ve si cabe tendida en tu extensión.

Bien la sé por su llave,
aunque no sepa, a veces, si esta dicha
anda sola, apoyada en tu infortunio
o tañida, por sólo darte gusto, en tus falanjas.
Bien la sé única, sola,
de una sabiduría solitaria.

En tu oreja el cartílago está hermoso
y te escribo por eso, te medito:
No olvides en tu sueño de pensar que eres feliz,
que la dicha es un hecho profundo, cuando acaba,
pero al llegar, asume
un caótico aroma de asta muerta.

Silbando a tu muerte,
sombrero a la pedrada,
blanco, ladeas a ganar tu batalla de escaleras,
soldado del tallo, filósofo del grano, mecánico del sueño.

(¿Me percibes, animal?
¿me dejo comparar como tamaño?
No respondes y callado me miras
a través de la edad de tu palabra).
Ladeando así tu dicha, volverá
a clamarla tu lengua, a despedirla,
dicha tan desgraciada de durar.
Antes, se acabará violentamente,
dentada, pedemalina estampa,
y entonces oirás cómo medito
y entonces tocarás cómo tu sombra es ésta mía desvestida
y entonces olerás cómo he sufrido.

jueves, 25 de junio de 2015

La carretera se borra (por Alicia Genovese)

autopistas rectas
exhalantes de una pesadez gomosa
humo de las chimeneas de Baltimore
sobre paisajes
que la velocidad mutila

otro viaje
la ausencia
como un par de párpados
un acá un allá
y la fantasía autobiográfica de las cartas

cielo abierto sobre este asfalto
que se transforma
a ventana en Buenos Aires
cortada por cables de teléfono
el miedo como un vuelo de alguaciles
que anuncian lluvia
y chocan contra las paredes
rodar de neumáticos perseguidos
devorados
en una calle muerta

la noción de infinito en esta ruta
como en un paisaje lunar
nube enorme
encima del camino
ningún sitio familiar para estos pies

un agitar de manos como gesto que se
metamorfosea
en el de espantar a una mosca verde
detrás del túnel del avión

experiencias nuevas
como músculos bronceados
por avisos de publicidad

el error de creer que los actos
no tienen pasado
que mi sonrisa a bordo
es anónima
como la mirada ajena la dibuja

geografías superficies
espacios perfectamente nombrables
sobre un tiempo
enmarañado por la memoria:
gaseosa con limón y
hamburguesas con ketchup
en el aeropuerto de llegada
amigos en un bar
no saben cómo
volver a hablarse
afilados dientes en el cansancio
se lastiman

nadie habla en el supermercado
pero es ensordecedor el ruido de
los carritos las botellas las
máquinas lectoras de códigos
y una boca que quiso decir
pero donde palabras vivían
animales abstrusos

el cuerpo exigido por los frenos
un pueblito casi igual al anterior
el mismo Mc Donald's
los semáforos
el paso de cuarta
de segunda
cambio de planes
para el semestre de primavera
las vacaciones serán de sólo doce días

nada más que un susto el gatito corre
fuera de la ruta
pero un pedal al clavarse
detiene el motor
una crispación de
intrusos por debajo de la puerta
en los pezones
papeles tirados al inodoro
blancos
grises que lo velocidad encima
como una masa metálica

en el tejido inconexo
el sitio de desgarro

un cruce roto
la linealidad se pierde
verdes que la velocidad esfuma
muy pronto Washington D.C.

la escritura no vuelve transparente
un agujero negro

luces bajas
la carretera se borra
en las líneas marcadas al costado

dos líneas para aferrarse
cuando el camino

desboca su sentido
el peligro en la imprecisión
de las formas luminosas

miércoles, 24 de junio de 2015

Pérdidas (por Kay Ryan)


La mayoría de las pérdidas agregan algo:
un nuevo hueco o un silencio,
un espacio en un personal
archipiélago de islas.

Tenemos esa diferencia
a donde ir, en sí misma
una sucesión de posibilidades.

Pero hay otras pérdidas
tanto más allá de nuestro conocimiento
que dejan sólo agujeros
en los agujeros

como el fin de las
largas y solitarias vidas
de los náufragos
creídos muertos por error.


martes, 23 de junio de 2015

Una mujer ausente (por Luis García Montero)

En el décimo B
no amanecen los días y las noches,
ya no tienen un sueño para el amor o el miedo.

Tras las ventanas sucias,
de la mujer ausente nadie sabe.
Sus paredes la dan por desaparecida.

Una mujer ausente
y el cisne negro de la soledad
que se posa en un lago de luz desalquilada.

Ya nadie sabe nunca.
Pero alguien que pasa sin saber
piensa que el viento flota con olor a cerrado.


lunes, 22 de junio de 2015

Lo que les era cierto (por Wislawa Szymborska)


Cierta gente huyendo de cierta gente.

En cierto país bajo el sol

y bajo ciertas nubes.


Dejan tras de sí todo lo que les era cierto,

campos sembrados, ciertas gallinas, perros,

espejos en los que justamente se contempla el fuego.


Llevan en la espalda cántaros y hatillos,

cuanto más vacíos eran, son cada día más pesados.


Tiene lugar calladamente el detenerse alguien,

y en el tumulto, el arrancarle el pan alguien a alguien

o el sacudir al niño muerto de alguien.


Continuamente ante ellos un cierto no es por ahí,

un no es éste el puente que hace falta cruzar

sobre un río extrañamente rosa.

Alrededor ciertos disparos, más lejos o más cerca,

y en lo alto un avión que levemente bascula.


No estaría mal una cierta invisibilidad,

una cierta pedregosidad parda,

y aún mejor un cierto no-haber-sido

por un tiempo corto o incluso largo.


Algo ocurrirá todavía, pero dónde y qué.

Alguien les saldrá al encuentro, pero cuándo, quién,

de cuántas formas y con qué intenciones.

Si puede elegir,

quizás no quiera ser un enemigo

y los deje con cierta vida.

domingo, 21 de junio de 2015

ENLACE

[A petición de F., seguidor y comentarista desde los inicios de esta página, dejamos link del llamamiento que en su blog hace la poeta Sofía Serra ante la angustiosa situación que está viviendo:]


Pequeña belleza (por Nuno Judice)

El absoluto se manifestó en un vaso de agua, 
cuando el sol apareció detrás de una nube 
y le dio un brillo inesperado en la más gris de las mañanas. 
A veces, piensa el agnóstico, 
lo inverosímil nace de una pura explicación lógica, 
como si el azar no existiera. 
Lo que hace, sin embargo, es colocarse 
en el lugar del hombre que no acepta que la belleza pueda nacer de la nada, 
al descubrir que tiene el pie en la frontera entre lo que sabemos 
y lo que ni siquiera necesitamos comprender. 
Por eso, al beber el agua, 
sentí el brillo de la mañana llenarme el alma, 
como si el agua fuera algo más que un líquido sin color ni olor. 
Sin embargo, cuando posé el vaso vacío, 
sintiendo la falta de luz que lo había llenado, 
pensé en lo frágil que es esa pequeña belleza, 
y que tal vez hubiera sido mejor quedarme con sed.

sábado, 20 de junio de 2015

El cuchillo del tiempo (por Juan José Vélez)


Llegó esta mañana
con el viento hiriente de las alas primeras,
con la luz brillante que llamaba a mis párpados,
con las olas insomnes del mar,
del desierto agitado
que lame los muelles solitarios del alba.

Llegó. Y no hizo ruido.
No sé qué brisa de ojos ciegos
la coló por debajo de mi puerta
dejándola allí desnuda
como una paloma muerta y aún caliente,
expuesta en el suelo
con las alas plegadas, desvalida y dulce,
como luna vencida
por los rayos primeros que delatan la conciencia.

Era aún tibia en mis manos
y no me costó trabajo reconocerla.

Al abrirla sentí la respuesta del humo,
el cristal de la niebla, el cuchillo del tiempo,
lo que nota una momia al romperle el vendaje.

La carta que yo mismo
escribiera hace ya tantos años,
la que depositara con manos de deseo
en el buzón oscuro del destino,
estaba allí de repente, amarilla,
herida en las aristas
por la voz desvaída de un oráculo en sueños.

Me volví hacia el solar a llorar sobre el musgo.

viernes, 19 de junio de 2015

Padre polvo que escoltan los átomos (por César Vallejo)


Padre polvo que subes de España,
Dios te salve, libere y corone,
padre polvo que asciendes del alma.

Padre polvo que subes del fuego,
Dios te salve, te calce y dé un trono,
padre polvo que estás en los cielos.

Padre polvo, biznieto del humo,
Dios te salve y ascienda a infinito,
padre polvo, biznieto del humo.

Padre polvo en que acaban los justos,
Dios te salve y devuelva a la tierra,
padre polvo en que acaban los justos.

Padre polvo que creces en palmas;
Dios te salve y revista de pecho,
padre polvo, terror de la nada.

Padre polvo, compuesto de hierro,
Dios te salve y te dé forma de hombre,
padre polvo que marchas ardiendo.

Padre polvo, sandalia del paria,
Dios te salve y jamás te desate,
padre polvo, sandalia del paria.

Padre polvo que avientan los bárbaros,
Dios te salve y te ciña de dioses,
padre polvo que escoltan los átomos.

Padre polvo, sudario del pueblo,
Dios te salve del mal para siempre,
padre polvo español, padre nuestro.

Padre polvo que vas al futuro,
Dios te salve, te guíe y te dé alas,
padre polvo que vas al futuro.

jueves, 18 de junio de 2015

De firmamento y suela (por Manuel Marcos)


El hombre meteorito, el hombre acémila,
con su pulga mayúscula deambula
hecho de firmamento y suela de zapato
por enteros océanos, no va
a ningún desierto sin paraguas.

Minoría descomunal
este hombre compuesto
de horizonte desnudo que pierde la memoria.
Tanta altura brillante
o
lágrima de arena
se acabará algún día,

y fijaremos nuestra residencia
en la primera duna que veamos
por riguroso orden de resurrección.
Amo por tanto su neurona triste.


martes, 16 de junio de 2015

Hay otro (por Gonzalo Rojas)

Por un Gonzalo hay otro, por el que sale
hay otro que entra, por el que se pierde en lo áspero
del páramo hay otro que resplandece, nombre por nombre, otro
hijo del rayo, con toda la hermosura
y el estrépito de la guerra, por un Gonzalo veloz
hay otro que salta encima del caballo, otro que vuela
más allá del 2000, otro que le arrebata
el fuego al origen, otro que se quema en el aire
de lo oscuro: entonces aparece otro y otro.


lunes, 15 de junio de 2015

Este es el futuro (por Philip Larkin)

Esta calle vacía, este cielo restregado hasta lo anodino,
este aire, que poco se distingue del otoño,
como un reflejo, constituye el presente:
un tiempo tradicionalmente amargado,
un tiempo que los hechos hacen poco aconsejable.

Pero igualmente componen otra cosa:
Este es el futuro que vio nuestra más remota infancia
entre altas casas, bajo nubes viajeras,
que oyó entre una pugna de campanas:
un aire en el que brillaban los planes de los adultos,

y al día siguiente será el pasado,
un valle sembrado de irrisorias oportunidades desperdiciadas
que insensatamente renunciamos a aprovechar.
De esto culpamos a nuestras últimas
y trilladas perspectivas, a nuestro estacional declive.


domingo, 14 de junio de 2015

Dame tu mano (por Antonio Gala)


Bajo los fuegos de fugaces colores
que iluminan el aire de la noche,
dame tu mano.
Mira abrirse las palmeras doradas, rojas, verdes;
caen los frutos azules de la altura;
rasgan el negro terciopelo
las estelas de plata...
En tus ojos yo veo el frío ardor,
artificial y efímero
de los castillos que veloces surgen
y veloces se extinguen.
Dame tu mano: es todo cuanto tengo
en medio de esta falsa
riqueza, de esta dádiva
que fugazmente se otorga y se consume.
Así es todo: organizado y yerto
brota el amor, crece, se desparrama, se hunde,
vuelve la oscuridad
en la que, previsto y bien envuelto, yacía.
Nada, nada...
Dame tu mano. Entre los irisados estampidos
alegres sólo para los alegres,
se esfuma el corazón, igual que una girándula
demasiado mojada para arder o dar luz.
En este tornasolado e intrincado bosque
dame tu mano para que no me pierda.

sábado, 13 de junio de 2015

Después (por Víctor Alarcón)


Después de la muerte de mi padre
están las memorias del tiempo
las horas taciturnas
los retratos perdidos

Después de la muerte
está la pubertad como una loba vieja
los hospitales asmáticos
los amores que se desvelan al ritmo de una intravenosa
bigotes oscuros ojos verdes paredes blancas
cuadros familiares viéndose en los espejos
una visita recordando algún blues
un cigarrillo en la ceniza

Después de la muerte
están unos niños con el olvido clavado en el estómago
con las manos sucias de tierra
con los ojos verdes
recordando la distancia de sus pasos en la grama
están las viejas rezando sin lágrimas junto al muerto
desvelando los rosarios
recordando sus nombres

Después
están las cuerdas de una guitarra
vibrantes en medio de las estrellas
el bajo robándole notas a la batería
los discos de pasta
y el equipo de música
encendido en las mañanas silenciosas

Después de la muerte
hay un amor neoyorkino
destrozado en las visitas quirúrgicas

Está el jardín de la infancia
armonizado por ranas que se esconden entre las piedras
el recuerdo de una mata de mango
rodeada de frutos caídos
y una bicicleta oxidada

Después
está un cuarto
poblado de memorias y libros prestados
el recuerdo como algo ajeno
la noche desde un piso trece rodeado de edificios

Después de la muerte
están las hazañas de mis abuelos
mi madre y sus rosas
mi hermano que calla distante en un mar rítmico

Después
hay un lago negro lleno de luces perdidas
están solitarios los fantasmas
los espíritus noctámbulos
los suspiros que saben a sombra y a descanso

Después de la muerte de mi padre
está la vida despertándose de golpe

viernes, 12 de junio de 2015

Mujer de los tres trapos (por Carlos Edmundo de Ory)

¿Te acuerdas de la mustia mujer de los tres trapos
encontrada en la vida o no sé si en la muerte
una lluviosa noche de solitarios sapos
y solitarias lilas allá en el Sur sin suerte?
Hoy la he visto. Es un sello de eternidad un dado
de carne sin destino rodando en mi cabeza.
Sus ojos implorantes de amor al otro lado
me caían nevando mi rostro de tristeza.
La he visto pero en sueños. ¡Oh qué tristeza Eduardo!
¡Oh qué tristeza Eduardo! ¡Juan Eduardo, qué triste!
¿Es que tú aquella noche silente de leopardo
no oliste sus cabellos húmedos los oliste?

No estás sola mi harapo de celestes destellos
No estás sola mi harapo de seda inmaculada
Mi dulce harapo negro cubierto de cabellos
Mi dulce harapo blanco arropado de nada.

Ha venido tu hombre Juan Eduardo tu hombre
Ese con sus quinientos palomares extintos
Se han mirado sin duda sin ocasión sin nombre
Se han mirado en la noche con sus ojos distintos.
Los he visto besarse bajo la lluvia. Y dijo
después sueltos los pechos y suelta la garganta
la mujer. Dijo esto dijo: «¿Quién eres hijo?»
Él contestó: «No importa» con una voz que espanta.

¡Ay! ¿Qué has hecho? ¿Qué hiciste Juan Eduardo? Se han ido
para siempre... ¡Se han ido! ¿Por qué la diste esposo?
Desde hoy soy yo el hombre del putrefacto nido
¡Adiós! Los vagos entes no tienen ya reposo.

Me has hecho que me encuentre conmigo y mi consorte
Un siglo repitiendo me estuvo: «¿No me tomas?»
Y ya lejos del Sur sin norte por el Norte
¡Mujer de los tres trapos no nombres mis palomas!

jueves, 11 de junio de 2015

Todo a mi alrededor (por Joshua Jennifer Espinoza)


no he salido en dos días
sino para probar el calor del aire
que sube a ráfagas desde el cañón.

vuelvo adentro y siento el frío
como nunca nada antes.

el suelo me empuja hacia sí,
dice ven aquí niña, dame
cinco minutos de tu piel.

digo lo mismo a mis sentimientos.

mi corazón es agua hirviendo en una taza.
siempre lo olvido cuando
meto los dedos para revolverlo.

miro al techo hasta
que la gravedad se invierte.

intento dejar de pensar en la muerte
y mis veinte años.

no soy un cerebro en una bacina.
soy una gominola húmeda en un campo
de basura y flores.

todo a mi alrededor
me hace más y menos viva
al mismo tiempo.


miércoles, 10 de junio de 2015

Veo tu carne limpia (por Walt Whitman)

¿Es agradable nacer?
Pues yo os digo que igual de agradable es morir.
Oídme:
Muero con el moribundo
y nazco con el niño que acogen los pañales.
Yo no soy sólo esto que se alarga entre mi sombrero y mis zapatos.
Mira atentamente la pluralidad del universo:
nada es igual y todo es bueno.
Buena es la tierra,
buenos los astros…
y las estrellas subalternas también.
Yo no soy sólo arcilla,
ni lo auxiliar de la arcilla tampoco.
Soy el compañero,
el semejante de ése,
tan inmortal y tan insondable como yo
(tal vez él no sabe que es inmortal,
pero yo sí lo sé).
Cada especie para sí y para los suyos.
Para mí los machos y las hembras,
para mí los adolescentes que luego amarán a las mujeres,
para mí el hombre altivo que se encabrita ante el desprecio,
para mí la novia
y la novicia,
para mí las madres
y las madres de las madres,
para mí los labios que sonríen
y los ojos que lloran,
para mí los niños
y los que engendran a los niños.
¡Desnúdate!
No eres culpable,
no estás marchita
ni repudiada por ninguno.
Veo tu carne limpia.
Te veo a través del manto fino
o del refajo tosco…
y me quedo aquí… tenaz,
empeñoso,
incansable…
No me puedes echar.

martes, 9 de junio de 2015

Trinchera (por Jorge Luis Borges)


Angustia
En lo último una montaña camina
Hombres color de tierra naufragan en la grieta más baja
El fatalismo unce las almas de aquéllos
que bañaron su pequeña esperanza en las piletas de la noche
Las bayonetas sueñan con los entreveros nupciales
El mundo se ha perdido y los ojos de los muertos lo buscan
El silencio aúlla en los horizontes hundidos


lunes, 8 de junio de 2015

Ahora te siento nuevamente (por Ángel González)

Te tuve
cuando eras
dulce,
acariciado mundo.
Realidad casi nube,
¡cómo te me volaste de los brazos!
Ahora te siento nuevamente.
No por tu luz, sino por tu corteza,
percibo tu inequívoca
presencia,
...agrios perfiles, duros meridianos,
¡áspero mundo para mis dos manos!

domingo, 7 de junio de 2015

Una niña pequeña tira del mantel (por Wislawa Szymborska)


Desde hace más de un año se está en este mundo,

y en este mundo no todo se ha examinado
y puesto bajo control.

Ahora hay que probar las cosas
que no pueden moverse solas.

Hay que ayudarlas en eso,
correrlas, empujarlas,
cogerlas de un lugar y llevarlas a otro.

No todas quieren. Por ejemplo el armario,
la cómoda, la inflexible pared, la mesa.

Pero ya el mantel sobre la testaruda mesa
-si se le agarra bien de las orillas-
muestra disposición al viaje.

Y sobre el mantel los vasos, los platos,
una jarra con leche, cucharillas y un tazón
hasta tiemblan de ganas.

Muy interesante.
Qué movimiento elegirán
cuando se agiten en el borde:
¿recorrido por el techo?
¿vuelo alrededor de la lámpara?,
¿salto a la ventana y de ahí al árbol?

El señor Newton no tiene aún nada que ver con esto.
Que mire desde el cielo y agite los brazos.

Esta prueba tiene que hacerse.
Y se hará.

sábado, 6 de junio de 2015

Como quien oye llover (por Octavio Paz)


Óyeme como quien oye llover,

ni atenta ni distraída,

pasos leves, llovizna,

agua que es aire,

aire que es tiempo,

el día no acaba de irse,

la noche no llega todavía,

figuraciones de la niebla

al doblar la esquina,

figuraciones del tiempo

en el recodo de esta pausa,

óyeme como quien oye llover.


Sin oírme, oyendo lo que digo

con los ojos abiertos hacia adentro,

dormida con los cinco sentidos despiertos,

llueve, pasos leves, rumor de sílabas,

aire y agua, palabras que no pesan:

lo que fuimos y somos,

los días y los años, este instante,

tiempo sin peso, pesadumbre enorme,

óyeme como quien oye llover,

relumbra el asfalto húmedo,

el vaho se levanta y camina,

la noche se abre y me mira,

eres tú y tu talle de vaho,

tú y tu cara de noche,

tú y tu pelo, lento relámpago,

cruzas la calle y entras en mi frente,

pasos de agua sobre mis párpados,

óyeme como quien oye llover,

el asfalto relumbra, tú cruzas la calle,

es la niebla errante en la noche,

como quien oye llover.


Es la noche dormida en tu cama,

es el oleaje de tu respiración,

tus dedos de agua mojan mi frente,

tus dedos de llama queman mis ojos,

tus dedos de aire abren los párpados del tiempo,

manar de apariciones y resurrecciones,

óyeme como quien oye llover,

pasan los años, regresan los instantes,

¿oyes tus pasos en el cuarto vecino?

no aquí ni allá: los oyes

en otro tiempo que es ahora mismo,

oye los pasos del tiempo

inventor de lugares sin peso ni sitio,

oye la lluvia correr por la terraza,

la noche ya es más noche en la arboleda,

en los follajes ha anidado el rayo,

vago jardín a la deriva

entra, tu sombra cubre esta página.


viernes, 5 de junio de 2015

Si en lugar del simio (por Saiz de Marco)

Si en vez del simio hubieran sido los tigres,
¿habría habido Gulag, Auschwitz felinos?

Si en vez del simio hubieran sido los cuervos,
¿colgarían hoy cañones de las ramas?

Si en vez del simio hubieran sido los delfines,
¿habría expolios, genocidios mar adentro?

Si en vez del simio hubieran sido las ranas,
¿practicarían la anfibia esclavitud?

Si en vez del simio hubieran sido los topos,
¿desplegarían lanzamisiles subterráneos?

Si en lugar del simio – primate – homo...,
si en vez de los humanos hubieran sido las flores,
¿en Hiroshima calcinan 100.000 rosas?


jueves, 4 de junio de 2015

Matamos lo que amamos (por Rosario Castellanos)


Matamos lo que amamos. Lo demás

no ha estado vivo nunca.

Ninguno está tan cerca. A ningún otro hiere

un olvido, una ausencia, a veces menos.

Matamos lo que amamos. ¡Que cese ya esta asfixia

de respirar con un pulmón ajeno!

miércoles, 3 de junio de 2015

Después del cisne (por Julio César Galán)


En la biblioteca del bosque
olvidamos el rostro por otros rostros más aniñados,
por la estrella escuchada entramos
de puntillas en la claridad;

escuchamos el zig-zag de los azores
aún por nacer, las moras aún por enrojecer el aire,
las moras que cada noviembre llenan los versos.

Converger es abrir el día desde
la llanura. Los muertos que arrastramos,
aquellos que tuvieron nuestra voz
y aquellos que confundimos
con nuestra máscara,
comprenden nuestra inclinación
al envés,
nuestro gusto por saborear márgenes,
nuestra nube solar sin tiempo.

Ojeo cómo atardece el río,

si es que un río puede salir de un cisne
y por los ojos cruza la noche de verano con sus promesas juveniles,
la imagen del primer hombre
sorprendiendo su imagen en la corriente,
los años luz de las luciérnagas,
el anonimato de los desaparecidos
y los lenguajes olvidados,
la agonía de los hospitales y el polen luminoso de los niños,
los libros que no abandonan
y las conversaciones amicales
aupadas por la dicha y la palabra,
la rueca de los siglos y sus civilizaciones
y el big bang y las galaxias en anillos
y las estrellas enanas emblanquecidas por un superviento estelar
y el agua de nuevos muertos y la muerte
ya no importa tanto,
después de haber visto cómo sale el río
desde un cisne.

martes, 2 de junio de 2015

Dos toneladas de desmisericordia (por Félix Grande)

Esta es la cabellera de la Shoá.
Calla más que el silencio y está ciega.
Lo ve todo. Retumba.
La cabellera de la Shoá
pesa mil novecientos cincuenta kilos de pelo de mujer.
La cabellera de la Shoá
pesa un milenio y otro de ruidos cercanos en la noche.
La cabellera de la Shoá
pesa setecientos mil días fronteros de diáspora.
La cabellera de la Shoá
pesa dos toneladas europas de desmisericordia.
La cabellera de la Shoá
pesa dos mil colmillos anuales de calumnia.
La cabellera de la Shoá
pesa un derrumbamiento del sosiego
multiplicado por cien generaciones
de criaturas humanas como tú.
Todo esto antiguo y junto pesa esta cabellera
de suave pelo de mujer sin nombres.
La cabellera de la Shoá
pesa mil novecientos cincuenta abismos de silencio.


lunes, 1 de junio de 2015

Ahí vienen (por Lilia Lardone)


El aceite chisporroteante/ un móvil de madreperlas en la brisa/
la zambullida/ el falso café al estallar/ la llave en la cerradura (cuando espero)/
un moscardón en la siesta de verano/
el primer soplo antes de la tormenta/ el crujido del quebracho quemándose/
una moneda rueda/ hojas secas bajo mis pies/ la bolita cae
sobre las baldosas rojas/
un taconeo en la noche/ los molinos de viento (cuando hay viento)/
el teclear de la máquina de escribir/ susurros en la cama/
sirenas/ el teléfono en la noche/
la respiración jadeante de mamá/ ladridos/ una canilla gotea/ el globo se desinfla/
la pedrea sobre el zinc/ las langostas comiéndolo todo/
un perro rascándose/ una voz canta (en esa iglesia de Quito)/
la escoba barre el patio de tierra/ se quiebra el vidrio/ las campanas/
pasan silenciosas las hojas del libro en el silencio de la siesta/
un portazo/
golpes en el techo/
ahí vienen/insaciables/
los recuerdos.