zUmO dE pOeSíA

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de todos los colores, de todos los sabores

ALEATORIUM: Saca un poema de nuestro almacén

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martes, 31 de marzo de 2015

Como si nunca lo hubieran dividido (por Wislawa Szymborska)


¡Qué permeables son las fronteras de los estados humanos!

¡Cuántas nubes las sobrevuelan impunes,

cuánta arena del desierto trasiega de un país a otro,

cuánta piedra montañosa rueda hacia dominios ajenos

con brincos desafiantes!

¿Es necesario enumerar aquí cada pájaro que vuela

o se posa sobre una barrera

abandonada?

Aun siendo un gorrión, ya tiene cola

forastera,

pero el pico sí es de aquí. Y ¡cómo se mueve, no para!

De los innumerables insectos sólo mencionaré a la hormiga

que, entre el zapato izquierdo y el derecho del aduanero,

a la pregunta ¿de dónde y a dónde? no se molesta en dar

respuesta

¡Oh, ver con una sola mirada y con detalle ese desbarajuste

en todos los continentes!

Pues ¿acaso el ligustro de la otra orilla

no matutea por el río su cienmilésima hoja?

¿Quién sino la jibia, la de los brazos audazmente largos,

viola las sacrosantas aguas terrritoriales?

¿Se puede hablar de un orden tolerable

si ni siquiera las estrellas se dejan desacoplar

para que quede claro cuál brilla para quién?

¡Y para colmo, el punible derrame de nieblas!

¡Y el polen que se esparce a lo largo de la estepa,

como si nunca lo hubieran dividido en dos!

¡Y el retumbar de voces en las serviciales ondas del aire:

chillonas llamadas y borboteos llenos de significado!

Sólo lo humano sabe cómo ser de verdad ajeno.

Lo demás son bosques mixtos, obra de los topos y del viento.


lunes, 30 de marzo de 2015

Todas las calles son visitadas (por Philip Larkin)


Cerrados como confesionarios, se abren paso

a través del ruidoso mediodía de las ciudades

y no responden a las miradas absortas en ellos.

Gris lustroso, con su escudo en la placa,

llegan para estacionarse en cualquier vereda:

todas las calles, a su debido tiempo, son visitadas.


Y entonces niños apostados en aceras

y mujeres que llegan de las tiendas

luego de esquivar los olores de comidas diversas,

miran ese rostro pálido y agreste que rebasa

fugazmente la manta roja de la camilla

al ser puesto y acomodado en ella.


Y reciben por entero, en un segundo,

el resuelto vacío

que yace bajo todo lo que hacemos,

permanente, desnudo, conclusivo.

Luego el vehículo

se pierde a la distancia. Pobre diablo,

susurran perturbados.


Pues aun amortiguado

puede ir allí el inesperado golpe de la pérdida

merodeando algo que toca fin,

y todo cuanto era congruente a través de los años,

las irrepetibles y fortuitas mezclas

de familias y costumbres, ahora, en ese vehículo,

de una vez por todas,


comienzan a aflojar. Ajeno

a todo intercambio amoroso, ese rostro yace

inalcanzable en una cabina

que el tráfico despide al dejarla avanzar

aproximándolo al desenlace que está por venir

y amortiguando en la lejanía todo lo que somos.

domingo, 29 de marzo de 2015

Por miedo (por Antón Arrufat)

Por miedo
el hombre construyó una casa
se echó al mar
derrotó al tirano
que se paseaba insolente
por miedo
a ser envenenado en su alcoba
Por miedo
nos vestimos de un modo
heredamos los gestos
la voz de los muertos
frecuentamos el dogma
de rodillas
decimos "hasta pronto"
"hasta luego"
para enredar la muerte
en la palabra
inventamos la eternidad
para encontrarnos
después de tantas despedidas
Por miedo
no aceptamos el cuerpo
los sentidos
el amor de la hermana
la libertad
los trenes que parten
Por miedo
alguien sale en busca
del delator
y lo ultima en la sombra
Por miedo
hacemos de los otros
nuestra imagen
héroes o traidores
Por miedo
alguien busca
su muerte
la propicia
la halaga
quiere una paz medrosa
Por miedo
nos amamos con furia
provocamos la ira
del enemigo
fuimos airados
arbitrarios y tristes
Por miedo
levantamos una ciudad
matamos al tigre
en la selva profunda
al tigre del sueño
al de la pesadilla
al hombre vestido
de fiera
a las viejas fieras
del circo
Por miedo
aprendimos
a vivir
en la cuerda floja
el miedo
luego
lo convirtió en arte
Por miedo

sábado, 28 de marzo de 2015

Y aquí tienes tu cordón (por Billy Collins)


El otro día mientras me dedicaba a rebotar lentamente
por las paredes azules de esta habitación,
yendo de la máquina de escribir al piano,
de la estantería a un sobre que estaba en el suelo,
di a parar a la sección C del diccionario
donde mis ojos fueron a caer en la palabra cordón.

Ninguna galleta mordisqueada por un novelista francés
podría retrotraerte al pasado tan de repente
-un pasado donde me sentaba en un banco de trabajo en un campamento
junto al profundo lago Adirondack
aprendiendo a trenzar tiras finas de plástico
para hacer un cordón, un regalo para mi madre.

Nunca había visto a nadie usar un cordón
o llevar uno puesto, si eso es lo que se hacía con ellos,
pero eso no evitó que yo entrecruzara
hebra sobre hebra una y otra vez
hasta que hice un compacto
cordón rojo y blanco para mi madre.

Ella me dio la vida y leche de sus pechos,
y yo le regalé un cordón.
Ella me dio el pecho en más de una sala de espera,
me dio cucharadas de medicina,
colocó paños fríos en mi frente,
y luego me mostró el camino hacia la luz etérea

y me enseñó a caminar y a nadar,
y yo, a cambio, la obsequié con un cordón.
Aquí tienes miles de comidas, dijo,
y aquí tienes ropa y una buena formación.
Y aquí tienes tu cordón, contesté,
que hice con un poco de ayuda del monitor.

Aquí tienes un cuerpo que respira y un corazón que late,
fuertes piernas, huesos y dientes,
y dos ojos limpios para leer el mundo, susurró ella,
y aquí, dije yo, está el cordón que hice en el campamento.
Y aquí, deseo decirle ahora
tienes un regalo más pequeño -no la ancestral verdad
de que nunca puedes corresponderle a tu madre,
sino el compungido reconocimiento de que cuando
cogió de mis manos el cordón a dos colores,
estaba tan seguro como pueda estarlo un chaval
de que esta cosa sin valor e inservible que trencé
de puro aburrimiento sería suficiente para quedar en paz con ella.

viernes, 27 de marzo de 2015

Hasta siempre, Tomas


Amigos: Recibimos entristecidos la noticia de la muerte, hoy, de Tomas Tranströmer. Como homenaje a él, publicamos este poema suyo.

Hasta siempre, amigo.



Madrigal (por Tomas Tranströmer)

Heredé un bosque sombrío donde raramente voy. Pero el día llegará en que los muertos y los vivos cambien de lugar. Entonces el bosque se pondrá en marcha. No carecemos de esperanza. Los crímenes más graves quedan sin resolverse pese a los esfuerzos de todas las policías. En el mismo sentido existe también en algún sitio de nuestras vidas un gran amor sin resolverse. Heredé un bosque sombrío, pero ahora camino por otro bosque, luminoso. ¡Todo lo que vive, canta, se mueve, trepa y se agita! Es primavera y el aire es embriagador. Me gradué en la universidad del olvido y tengo las manos tan vacías como la camisa en el tendedero.


Pero no dije nada (por Julio Rodríguez)

Me miraba en silencio, recostado
en la cama extraña donde yacía,
sin moverse apenas,
sobre el duro colchón de aquella vida
que le había tocado en suerte.
Me miraba sin rabia ni ternura,
con lentitud (¿qué prisa
ha de tener quien sabe que la muerte
le ha echado el guante y no se piensa ir sola?).
Su cuerpo era un saco de cemento
que los años habían dejado caer
sobre aquella cama de hospital.
Tendría unos ochenta años,
con cierto parecido a Anthony Quinn
en sus últimas películas,
un campesino rudo de los Abruzos,
tal vez un albañil, un hombre de esos
capaces de construir
su casa con sus propias manos.
Me miraba esperando que le dijera algo,
cualquier cosa; no en vano
ningún extraño se acerca
a un moribundo sin una buena razón.
Pero no dije nada: no sabía su idioma
ni sabía entonces que el dolor
habla la misma lengua en todas partes.
Sólo supe quedarme allí plantado,
aguantándole la mirada, mientras
en la cama de al lado la enfermera
extendía una sábana
sobre el cuerpo muerto de mi padre.

jueves, 26 de marzo de 2015

Y con tus ojos verme (por Ana Rossetti)

Qué será ser tú.
Éste es el enigma, la atracción sobrecogedora
de conocer, el irresistible afán de echar el ancla
en ti, de poseerte.
Qué será la perplejidad de ser tú.
Qué, el misterio, la dolencia de ser tú y saber.
Qué, el estupor de ser tú, verdaderamente tú y,
con tus ojos, verme.
Qué será percibir que yo te ame.
Qué será, siendo tú, oírmelo decir.
Qué, entonces, sentir lo que sentirías tú.

miércoles, 25 de marzo de 2015

Hay un desconocido (por Gabriel Celaya)

¡Qué extraño es verme aquí sentado,
y cerrar los ojos, y abrirlos, y mirar,
y oír como una lejana catarata que la vida se derrumba,
y cerrar los ojos, y abrirlos, y mirar!

¡Qué extraño es verme aquí sentado!
¡Qué extraño verme como una planta que respira,
y sentir en el pecho un pájaro encerrado,
y un denso empuje que se abre paso difícilmente por mis venas!

¡Qué extraño es verme aquí sentado,
y agarrarme una mano con la otra,
y tocarme, y sonreír, y decir en voz alta
mi propio nombre tan falto de sentido!

¡Oh, qué extraño, qué horriblemente extraño!
La sorpresa hace mudo mi espanto.
Hay un desconocido que me habita
y habla como si no fuera yo mismo.

martes, 24 de marzo de 2015

Y la subo de nuevo (por Joan Margarit)


Como lo fuera para Sísifo

la vida para mí es esta roca.

La cargo y la subo a lo más alto.

Cuando cae, regreso a buscarla,

la tomo entre mis brazos

y la subo de nuevo.

Es una forma de esperanza.

Pienso cuánto más triste habría sido

si no hubiera podido subir nunca una roca

sin más motivo que el amor.

Llevarla por amor a lo más alto.

lunes, 23 de marzo de 2015

Sin cesar (por Denise Levertov)


Como si se tratara

de moverse continuamente, de

mantenerse en movimiento sin cesar.

Bajo un pálido cielo donde,

como la luz encendida de una estrella,

vamos atravesando la neblina, e incesantemente

perseguimos fijamente una constante

más allá de nuestros seis carriles

en un ensueño permanente…

Y la gente –nosotros mismos-

los seres humanos dentro de

los vehículos haciéndose visibles

solamente al parar en las gasolineras,

inseguros,

mirándose los unos a los otros,

bebiendo precipitadamente el café

de la máquina automática y, deprisa,

regresar a los coches

y desaparecer

en ellos para siempre

siguiendo el movimiento.

Casas y más casas más allá de

la pista asfaltada, árboles, árboles, arbustos

que pasan y pasan.

Los coches que

siguen avanzando, delante de

nosotros, junto a nosotros,

presionando detrás de nosotros

y

en el lado izquierdo los que vienen

hacia nosotros con sus brillos deslumbrantes

moviéndose sin descanso,

por seis carriles, deslizándose

al norte y al sur, sumamente veloces,

con un rumor sordo.

domingo, 22 de marzo de 2015

Tan de súbito (por Saúl Ibargoyen)

Aquello sucedió rápidamente.
Tan de pronto ocurrió
que no hubo tiempo
de cerrar los ojos
de mirar
de tener miedo.
Quedaron manos detenidas
en actos de amor
de piedad de furia
los gritos fueron
rígidas flechas absorbidas
por el viento
el sol un diente helado
comiéndonos los nervios
la noche una distancia
claramente presentida
los amantes estatuas
abrazadas a lo eterno.
Tan de súbito ocurrió
fue aquello tan perfecto
que el árbol
no fue árbol
ni la rosa
fue rosa
ni el niño
fue niño
ni la piedra
fue piedra
ni el agua
fue agua
ni el silencio
silencio.
Un nuevo sistema
castigó la hierba
penetró las escamas y los pétalos.
Ya nadie pudo
refugiarse en el sueño
ya nadie tuvo luz
ya nadie tuvo sombra
ni se miró al espejo
ni copió más pecados
ni adquirió más defectos
ni exaltó pasiones
para después negarlas
ni murió por verdades
o por alma
ni se mezcló entre el futuro
y el recuerdo
ni se agarró
al desgaste del deseo
ni a la fiebre
ni a la fe
ni a una planta
de sencillas hojas verdes
ni a un perro esperando
con la cola levantada
ni a un perfume
de cabellos en la noche
ni a un fantasma
disfrazado de esperanza.
Aquello fue tan rápido
tan técnicamente exacto
y de pureza concebido
que los ojos abiertos
quedaron abiertos
y los ojos cerrados
quedaron cerrados
y los informes fueron
por siempre
secretos.
Fue tan rápido
que ocurrió
en menos del tiempo
necesario a la boca
para ser un beso.
Porque aquello vino de una boca
fríamente diciendo:
Tres
Dos
Uno
Cero.

sábado, 21 de marzo de 2015

¿Es ella? (por Antonio Machado)

La calle en sombra. Ocultan los altos caserones
el sol que muere; hay ecos de luz en los balcones.
¿No ves, en el encanto del mirador florido,
el óvalo rosado de un rostro conocido?
La imagen, tras el vidrio de equívoco reflejo,
surge o se apaga como daguerrotipo viejo.
Suena en la calle solo el ruido de tu paso;
se extinguen lentamente los ecos del ocaso.
¡Oh, angustia! Pesa y duele el corazón... ¿Es ella?
No puede ser... Camina... En el azul, la estrella.


viernes, 20 de marzo de 2015

De quién es la firma (por Adrienne Rich)


Las nubes y las estrellas no libraron esta guerra
los arroyos no informaron a nadie
si las montañas arrojaron piedras de fuego en el río
fue sin tomar partido
la gota de agua que se balanceaba ligeramente bajo la hoja
no tenía opiniones políticas

y si aquí o allí una casa
se inundó de aguas residuales
o envenenó a los que allí vivían
con humos lentos, durante años
las casas no estuvieron en guerra

ni los edificios tapiados
quisieron negar su cobijo
a las ancianas sin hogar o a los niños vagabundos
no siguieron una política para dejarlos errar
o morir, no, las ciudades no fueron el problema
los puentes no eran partidistas
las autopistas ardieron, pero sin odio

Incluso los kilómetros de alambrada
que rodearon los estrechos y temporales barracones
concebidos para mantener a los indeseables
a distancia segura, fuera de la vista
incluso los tablones que tuvieron que absorber
año tras año, tantos sonidos humanos
tantas intensidades de vómito, lágrimas
sangre lenta y calada
no se brindaron a esto

Los árboles no se ofrecieron para que los cortaran en tablones
ni las espinas para desgarrar carne

Mira a tu alrededor
y pregunta de quién es la firma
impresa en las órdenes, trazada
en la esquina de los planes preparatorios
Pregunta dónde estaban los analfabetos, las mujeres
panzudas, los borrachos y los locos,
aquéllos a los que temes más que a nada: 

pregunta dónde estabas tú.

jueves, 19 de marzo de 2015

Y las manos aún torpes (por Juan Bello)


El andén por el que corría

-siglo pasado, pelo casi rubio,
manos torpes, claridad de cielo azafrán-,
el andén por el que corría
se diría que sigue siendo el mismo,
la memoria no ha trabajado demasiado.

Un tren huye despavorido, hacia el norte
o hacia el sur, da lo mismo,
me hace pensar en el verano interminable,
aunque sé que nada es interminable,
un puente sobre un río, poco más que eso.

Anuncian por megafonía algún destino,
el mar, una tarde antigua,
nostalgia alfombrada al volver a casa,
tu cuerpo se desnuda, la ropa a un lado,
desocupada, luz de una lámpara,
y las manos aún torpes,
las manos siempre torpes.

miércoles, 18 de marzo de 2015

Niebla (por Javier Lostalé)


Todos somos niebla. Nos deshabitamos cada vez que otro ser
tiembla su voz inaugural en nuestra sangre,
y ponemos luego la memoria al nivel de la bruma del mar
para abrazar el transparente cuerpo de lo perdido.
Todos somos niebla. Buscamos una mano
y por un precipicio de silencio resbala
la inocencia muerta de su tacto.
Sobre su cadáver crecen las yemas de nuestro sueño.
Todos somos niebla. Pronunciamos una palabra
y el eco nos devuelve olvido.
Pero el corazón, al no tener cura,
navega tan alto como una estrella.
Todos somos niebla. En un rostro besamos nuestra propia herida
para envejecer después sostenidos por aquella llama de sombras.
Todos somos niebla. Miran siempre los ojos lo que nunca ven
y así se torna la vida anunciación de un tapiado jardín.
Todos somos niebla. El pensamiento carboniza lo que desvela
hasta alcanzar la grávida invisibilidad del abandono
y despertar todavía imágenes con nuestro ojo de vuelo desierto.
El mundo es niebla. Confusos pasos por dentro.
Deslumbrante ceguera de lo que se abre mientras se cierra.

martes, 17 de marzo de 2015

Valle prohibido (por Saiz de Marco)


Al bosque de la pasión y del éxtasis,

al valle del desgarro y del temblor

mi alma fría tiene vedado el acceso.


Sólo puede mirarlos de lejos


(¡verdinegros prados del Siente y Siéntenos!),

contemplarlos detrás del alambre;


y quejarse porque no los vive,

conformarse porque no los sufre.


Pero si un día esa valla cediera,

si su candado o cerrojo abdicase,

si de pronto le fuera permitida la entrada


-aun sabiendo que allí hay

zarzas llenas de espinas,

brozas,

ortigas,

cardos…-,


mi fría alma empujaría el portón,

cruzaría aquella verja


y pasaría.


lunes, 16 de marzo de 2015

Éramos Dios (por Antonio Gala)


Aún eres mío, porque no te tuve.
Cuánto tardan, sin ti,
las olas en pasar...

Cuando el amor comienza, hay un momento
en que Dios se sorprende
de haber urdido algo tan hermoso.
Entonces, se inaugura
-entre el fulgor y el júbilo-
el mundo nuevamente,
y pedir lo imposible
no es pedir demasiado.

Fue a la vera del mar, a medianoche.
Supe que estaba Dios,
y que la arena y tú
y el mar y yo y la luna
éramos Dios. Y lo adoré.


sábado, 14 de marzo de 2015

Limpia y tranquila (por Wislawa Szymborska)


El águila ratonera no suele reprocharse nada.
La pantera negra carece de escrúpulos.
Las pirañas no dudan de la honradez de sus actos.
Y el crótalo se entrega a la autoaprobación constante.
El chacal autocrítico está aún por nacer.
La langosta, el caimán, la triquina y el tábano
viven satisfechos de ser como son.
El corazón de la orca pesa cien kilos,
pero es, en lo esencial,
liviano como una pluma.
En el tercer planeta del sol
la conciencia limpia y tranquila
es síntoma primordial de animalidad.


viernes, 13 de marzo de 2015

Alambradas (por Philip Larkin)


Las praderas más amplias tienen cercas eléctricas,
pues aunque las reses viejas saben que no han de descarriarse
los novillos jóvenes husmean siempre agua más pura
no aquí, sino en cualquier parte. Más allá de las alambradas
les lleva a chocar contra las alambradas
cuya violencia los desgarra sin mesura.
Ese día el novillo joven en res vieja ha de transformarse,
límites eléctricos a sus más amplias miras. 


jueves, 12 de marzo de 2015

Carnicería (por Charles Simic)


A veces caminando en la noche, tarde
me detengo ante la carnicería cerrada.
Hay una sola luz en el negocio
como la que usa el preso para cavar su túnel.

Un delantal cuelga de un gancho:
la sangre le untó un mapa
de los grandes continentes de la sangre;
los grandes ríos y océanos de la sangre.

Ahí están los cuchillos que brillan como altares
en una iglesia oscura donde traen al lisiado y al imbécil
para sanarlos.

Ahí está la tabla de madera donde se rompen los huesos,
y se pelan a fondo —el río seco hasta su cauce
donde soy alimentado,
donde en lo profundo de la noche oigo una voz.


miércoles, 11 de marzo de 2015

Sombras (por Antón Arrufat)


Mi familia muerta está sentada en la sala
y conversa de las cosas del día.

Por esta calle arrastran muertos
—dice mi madre donde está ahora—
viendo pasar los muertos y las coronas.

Mi familia muerta está sentada en la sala.

Mi tía con sus largos brazos
y el pelo teñido, recordando.
Juan dijo que vendría a buscarla
y nunca volvió. Ella lo vio
con otra mujer y con el niño.
Juan dijo que vendría a buscarla
—repitió la familia.

La mesa con el búcaro y las flores
de papel, el radio viejo y el bastón.

Dios de la vida, exclama mi padre,
Y recoge los restos del día.
Quisimos hacer nuestra vida
a golpes, mientras sonaba
el reloj del comedor.

Mi familia muerta está sentada en la sala.

¿No irás al cine esta tarde
antes de la comida?
Al cine, mirando sus vidas,
sin que puedan cambiarlas,
con los ojos vacíos,
en la vigilia, cuando
crecen las uñas y el pelo de mi madre
es una cabellera sobre los huesos apagados.

Yo pienso en ella y no sé si llorar.
Si las imágenes alcanzaran la resurrección.

Sombras mías, ruinas que no podré rescatar,
manos sin huesos, pies que no caminan
y dejan olvidados los zapatos.

Sombras que no necesitan la oscuridad.
Aparecen bajo el sol, en las tardes,
sin que las invoque, cuando me levanto
despierto en medio de las luces.

Escucha, mi familia:
estoy aquí donde no hay nadie, viviendo
por ustedes, arrastrando los muertos,
y los miro entrar con las puertas cerradas.

Escuchen, sombras mías: en los sillones
que no encuentro, la noche viene
para apagar los trajes y las begonias.


martes, 10 de marzo de 2015

Tempestad (por Adam Mickiewicz)


Las velas desgarradas, el timón arrancado,
bramidos de las aguas, rugidos de los vientos,
resuenan los aterrados gritos de la gente,
los amenazadores aullidos de las bombas,
las últimas amarras se arrancan
de las manos de la tripulación,
el sol desaparece ensangrentado
y se lleva con él toda esperanza.

Sobre húmedas montañas,
que surgen desde el fondo del mar
como edificios, brama triunfal el viento.
Es la muerte que emerge
y avanza hacia la nave
como soldado al asalto de murallas caídas.

Aquí yacen algunos moribundos,
allí otros anuncian que se rinden,
hay quien, con un abrazo, despide a los amigos,
y quien reza pensando
que así espanta a la muerte.

Uno de los viajeros,
sentado en un extremo y silencioso,
pensaba mientras tanto: ¡Qué dichoso
el que ya perdió sus fuerzas, y el que sabe rezar,
y el que tiene con quien decirse adiós!

  

lunes, 9 de marzo de 2015

Mentiras que desgarran (por Emilio Mendoza de la Fuente)


Homicidio en silencio, mentiras que desgarran,
sinceridad perdida que se quiebra y fallece,
sepultada en un mundo bajo lápidas que hieren
y queda ahí, dormida, mentiras son mortaja.


Las rotas esperanzas de mi vuelo sin suerte,
abatido por frases de palabras torcidas
caen inexorables en la tierra maldita;
ahí se abre el infierno, mentiras en mi mente.

Los demonios dibujan -es viento, frío, dudas-
las líneas oscuras de un amanecer roto,
locuras que se pierden, hipocresía en trozos,
las escucho, me arrullan, mentiras en mi tumba.

domingo, 8 de marzo de 2015

Alegrémonos (por Guillaume Apollinaire)

Al ver banderas no me dije esta mañana
he aquí los ricos ropajes de los pobres
ni el pudor democrático quiere velarme su dolor
ni la libertad venerada hace que se imiten ahora
las hojas oh libertad vegetal oh única libertad terrestre
ni las casas flamean porque se partirá para no volver
ni esas manos agitadas trabajarán mañana para nosotros todos
ni siquiera han ahorcado a quienes no sabían aprovechar la vida
ni siquiera se renovará el mundo volviendo a tomar la Bastilla
yo sé que sólo lo renuevan quienes están fundados en poesía

Se ha empavesado a París porque mi amigo André Salmón aquí se casa

Nos conocimos en una bodega maldita
en el tiempo de nuestra juventud
fumando los dos y mal vestidos aguardando el alba
enamorados enamorados de las mismas palabras que habrán de cambiar de sentido
engañados engañados pobres muchachos y no sabiendo aún reír


La mesa y los dos vasos se transformaron en el moribundo que nos echó la última mirada de Orfeo
los vasos cayeron y se rompieron
y nosotros aprendimos a reír

Partimos entonces peregrinos de la perdición
por calles y comarcas y a través de la razón
lo vi de nuevo junto al río donde flotaba Ofelia
qué blanca boya aún entre los nenúfares
iba él en medio de los Hamlets demacrados
tocando en una flauta los aires de la demencia

Lo vi de nuevo junto a un mujik moribundo cantando las beatitudes
admirando la nieve semejante a las mujeres desnudas

Lo vi de nuevo haciendo esto o aquello en honor de las mismas palabras
que cambian el rostro de los niños y digo estas cosas
Recuerdo y Porvenir porque mi amigo André Salmón se casa

Alegrémonos no porque nuestra amistad haya sido el río que nos fertilizó
terrenos ribereños cuya abundancia es el alimento que todos esperan
ni porque nuestros vasos nos echan una vez más la mirada de Orfeo moribundo
ni porque hemos crecido tanto que muchos podrían confundir nuestros ojos con estrellas
ni porque las banderas golpean en las ventanas de los ciudadanos que están contentos desde hace
cien años de tener la vida y pequeñas cosas que defender
ni porque fundados en poesía tenemos derechos sobre las palabras que hacen y deshacen el Universo
ni porque podemos llorar sin ridiculez y porque sabemos reír
ni porque fumamos y bebemos como antaño

Alegrémonos porque director del fuego y de los poetas
el amor que llena así como la luz
todo el sólido espacio entre las estrellas y los planetas
el amor quiere que hoy mi amigo André Salmón se case

sábado, 7 de marzo de 2015

Estoy triste por todo el mundo (por Charles Bukowski)

veo el campeonato de boxeo mejicano
por la tele sentado en la cama
una fresca noche de noviembre.
he tenido un día estupendo en las carreras, he acertado 7
de 9, dos con poquísimas posibilidades.
da igual, ahora veo a los púgiles
emplearse a fondo, demostrando más valentía que
estilo
mientras en la primera fila dos tipos gordos hablan
entre sí,
sin prestar la más mínima atención a los
boxeadores
que pelean por su propia existencia
como seres humanos.
aquí sentado en la cama, estoy triste por
todo el mundo, por la gente que se deja el pellejo
en todas partes, tratando de pagar el alquiler a tiempo,
tratando de conseguir comida suficiente, tratando de dormir
de un tirón.
todo resulta agotador y no cesa hasta que te
mueres.
¡vaya circo, vaya espectáculo, vaya
farsa
desde el Imperio romano hasta la guerra franco-
india, y de allá hasta aquí!

ahora, uno de los chicos mejicanos ha
tumbado al otro.
el gentío grita.
el chaval se levanta a la cuenta de 9.
asiente al árbitro para decirle que está
listo otra vez.
los púgiles se lanzan uno contra otro.
hasta los gordos de la primera fila
muestran interés.
los guantes rojos golpean ferozmente el aire, las
caras y los fibrosos cuerpos
morenos.

entonces
el chico vuelve a caer.
queda boca arriba.
todo ha terminado.

el maldito combate ha terminado.

ahora no se sabe qué será de
ese chico.
por lo que respecta al otro, las cosas le irán bien
una temporadita.
sonríe en sintonía con el
mundo.

apago la tele.

poco después oigo disparos a lo
lejos.
la contienda de la vida continúa.
me levanto, voy a la ventana.
estoy preocupado, me refiero
a la gente y las cosas, a cómo van
las cosas.

luego me encuentro otra vez sentado en la cama, con infinidad
de sentimientos en mi interior que no alcanzo a
entender del todo.

entonces me obligo a dejar de pensar.
hay preguntas que no tienen respuesta.

qué coño, hoy he acertado 7 de 9 en las carreras, eso ya es algo
incluso en medio de un montón de
nada.

lo que hay que hacer es aprovechar la suerte que te venga de cara y fingir
que sabes más de lo que nunca
sabrás.

¿verdad?

viernes, 6 de marzo de 2015

Está empleado en el servicio de Limpiezas (por Wislawa Szymborska).

No llega en tropel.
No se reúne multitudinariamente.
No participa en masa.
No celebra a lo grande.

No saca de sí mismo
una voz coral.
No declara ante todos y cada uno.
No afirma en nombre de.
No en su presencia
este interrogatorio:
quién a favor, quién en contra,
gracias, nadie.

Falta su cabeza
donde cabezas y más cabezas,
donde paso a paso, hombro con hombro
y adelante hasta alcanzar el objetivo
con propaganda en los bolsillos
y el producto del lúpulo.

Donde sólo al principio
todo idílico y angélico,
porque pronto un tumulto
con otro se mezcla
y nunca se sabrá
de quién, ay, de quién
son estas piedras y flores,
estos vivas y palos.

Ni mencionado.
Ni espectacular.
Está empleado en el servicio de Limpiezas.
Al despuntar el alba,
en el sitio donde tuvo lugar todo,
recoge, lleva, arroja al contenedor
lo clavado en árboles medio muertos,
lo aplastado en la cansada hierba.

Pancartas rasgadas,
botellas rotas,
peleles quemados,
huesos mordisqueados,
rosarios, silbatos y preservativos.

Una vez encontró en los arbustos una jaula de palomas.
Se la llevó
y para eso la tiene,
para que siga vacía.


jueves, 5 de marzo de 2015

Surco a surco (por Begoña Abad)

La mano hábil desbroza,
sabia con los años
se mueve con destreza.
Arranca sin remisión
las peores hierbas.
Vuelve a repasar
surco a surco
titubea, se detiene, duda,
pero vuelve a desbrozar.

Teme haber arrancado
en alguna ocasión
un brote delicado que no vio,
que no reconoció,
porque el cansancio ciega.

Regresa, cada día más sabia,
al surco que conoce,
camina por él,
observa más despacio,
y a la destreza
y a la sabiduría
añade ahora la piedad.

miércoles, 4 de marzo de 2015

Cada grano de arroz (por Nguyen Phan Que Mai)


Mis manos elevan a lo alto un tazón de arroz, granos cosechados
en el campo donde enterraron a mi abuela.
Cada grano de arroz sabe dulce como la canción de cuna
de la abuela que nunca conocí.
Imagino su rostro suave mientras la extendían bajo tierra,
sus ropas raídas, su piel pegada a los huesos;
en la gran hambruna de 1945, mi pueblo
tenía hambre de tumbas para enterrar a todos sus muertos.
Nadie podía encontrar la tumba de mi abuela,
a mi padre entonces el arroz le supo amargo durante sesenta y cinco años.

Después de sesenta y cinco años, nos paramos mi padre y yo
frente a la tumba de mi abuela.
Escuché a mi padre decir "Mamá" por primera vez;
temblaba el arrozal a sus espaldas.

A veces te veo por primera vez (por Antjie Krog)


ni la húmeda intimidad de tus párpados aromáticos como el hinojo

ni la violencia de tu cuerpo resistiéndose entre las sábanas

ni lo que viene hacia mí como tu vida


tendrá tanta menuda piedad de mí

como verte durmiendo

tal vez a veces te veo

por primera vez

tú con tu pecho de guayaba y uva

con tus manos frías como cucharas

tus grandes penas altivas manchan de azul cada parte

nos soportaremos uno a otro

incluso si el sol abraza los techos

incluso si el estado cocina lugares comunes

llenaremos nuestros corazones de color

y nuestras trifulcas de pinzones

incluso si mis ojos ascienden hasta el horizonte

incluso si la luna viene con la espalda desnuda

incluso si las montañas forman una conspiración contra la noche

persistiremos cada cual

a veces te veo por primera vez


martes, 3 de marzo de 2015

Por las quimeras ávidas (por Rafael Escobar)


Llevamos plantadas
como una niñez interminable a voz en grito
las raíces del cielo,
como una simiente del dolor de lo imposible,
un delirio tenaz de altura
que consume la primavera del tiempo en un combate
por las quimeras ávidas del corazón.
El deseo ambiciona alzarse a su cima
y así niega con desprecio cuanto somos,
la mentira, el peso turbio de nuestros cuerpos
como una carcasa de muros con rejas
que empaña con rastros de ceniza
la inocencia del empeño en ascender.
No existe apelación firme a la cordura,
palabra ni conjuro para acallar
esta fiebre de ser el otro que nos puja dentro,
esta perpetua maldición que nos susurra
que la vida no es cuanto se ofrece limpio a nuestros ojos.


lunes, 2 de marzo de 2015

Cenizas del olvido (por Muahmmud ibn Al-Mahadee)

Dentro del mundo perceptible
hay otro cosmos que se mueve
como la garra del tigre
entre las hojas que agonizan.

Dentro de un simple grano de arena
muchos desiertos nacen de continuo
y de cada grano que así se produzca
otros desiertos habrán de nacer:
pero toda eternidad desprecia
aquello que pretende limitarla.

Un hueso de rojo dátil
se quema
en las arenas del mediodía.
Recuerdo así a este corazón
entre las cenizas del olvido.

Debajo de la primera piel de la amada
puedes lamer con tus menguados ojos
algo apenas de la hermosura de sus huesos:
pétalos transparentes
que una suavísima sangre sostiene.
Por qué esos pétalos ahí
te preguntas.
Por qué envueltos en tan cálidas sustancias
que al igual que tu muriente cuerpo
fueron forjadas con agua y con tierra.
Te preguntas quién se abrazará
a esos pétalos blancos
quién entre su aroma quemante
habrá de nacer respirar y morir.
Al-Mahad, escucha las voces:
Para qué te exiges ahora una respuesta
si jamás pudiste contestar una sola pregunta.

La amada se aleja a través
de las grandes dimensiones del mundo:
sus sandalias surcan el desierto negro
su cuerpo atraviesa las aguas salobres
sus cabellos mueven finísimas plumas
en las alturas del aire.
¿Qué permanece en el sitio de la amada:
Un fuego gris unos papeles muertos
un polvoriento pedazo de sombra?
¿Qué queda de la amada
en tus manos y en tu boca?
Ni una brizna de su piel
ni una gota de su saliva terrenal.
Ni siquiera su ausencia ni su nombre:
Te has engañado, Al-Mahad:
Ella nunca estuvo aquí.

domingo, 1 de marzo de 2015

Haremos otro (por Saiz de Marco)

Con los restos del naufragio haremos otro barco.

Tomaremos las cuerdas,
las maderas mojadas,
la brújula caída,
el timón arrancado…:

los trozos,

los destrozos,
lo que no se haya hundido,
lo que el mar nos devuelva.

Curaremos la herida profunda de su casco,
coseremos las velas,
secaremos las tablas
-las iremos juntando,
las enderezaremos-,
reajustaremos luego el timón y la brújula.

¿Quién diría que está hecho con ruinas ensambladas:
con lo que a la tempestad sobrevivió?

De la costa Desguace zarparemos de nuevo
y el naufragio
ya no será un naufragio:

será una playa,
un amarre de paso,
una escala en el viaje,

un puerto más de nuestro navegar.