zUmO dE pOeSíA

zUmO dE pOeSíA
de todos los colores, de todos los sabores

ALEATORIUM: Saca un poema de nuestro almacén

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domingo, 30 de noviembre de 2014

Cuando tengas los mapas (por José Carlos Rosales)


Cuando tengas el mapa de la ruta
escogida y empieces a mirarlo
y no encuentres un sitio favorable
ni el atajo o la clave que te aleje
de aquí, sabrás entonces que los mapas
clandestinos que venden en el puerto
están equivocados, o son falsos,
o responden a tronos o países
que no son los que fueron, que no fueron
lo que dicen las crónicas del mundo.

Cuando tengas los mapas que buscabas
verás que ya no valen, que los mapas
engañan, siempre traen lo que hubo
y nunca lo que hay.


sábado, 29 de noviembre de 2014

Benditos sean (por Francesco Petrarca)

Benditos sean el año, el mes, el día,
la estación, la hora, el tiempo y el instante,
y el país y el lugar en que delante
de los ojos que me atan me veía;

y el dulce afán primero que sentía
cuando me ataba Amor, y aquel tirante
arco, y sus flechas, y, en mi pecho amante,
las profundas heridas que me abría.

Bendito sea el incesante acento
que llamando a mi dama he difundido,
y el llanto y el deseo y el lamento,

y bendito el papel con que solía
ganarle fama y, ay, mi pensamiento,
del que nadie más que ella disponía.


viernes, 28 de noviembre de 2014

Volviendo a buscarlas, volviendo a buscarme (por José Hierro)


Me da pena pensar que algún día querré ver de nuevo este espacio,

tornar a este instante.

Me da pena soñarme rompiendo mis alas

contra muros que se alzan e impiden que pueda volver a encontrarme.


Estas ramas en flor que palpitan y rompen alegres

la apariencia tranquila del aire,

esas olas que mojan mis pies de crujiente hermosura,

el muchacho que guarda en su frente la luz de la tarde,

ese blanco pañuelo caído tal vez de unas manos

cuando ya no esperaban que un beso de amor las rozase...


Me da pena mirar estas cosas, querer estas cosas, guardar estas cosas.

Me da pena soñarme volviendo a buscarlas, volviendo a buscarme,

poblando otra tarde como ésta de ramas que guarde en mi alma,

aprendiendo en mí mismo que un sueño no puede volver otra vez a soñarse.

jueves, 27 de noviembre de 2014

Hora es de contestaros (por Saiz de Marco)


-¿Qué fruto dio
mi gangrena en Verdún?

-¿De qué sirvió
dejar la vida en Waterloo?

-¿Qué aprovechó
que me ahogué en Trafalgar?

Despiezados, hundidos, muertos
de aquellas citas:

Hora es de contestaros.
En resumidas cuentas, la respuesta es

-Nada.


miércoles, 26 de noviembre de 2014

Mi patria es mi patria (por Maha Vial)


MI PATRIA es sagrada: nadie me la mea ni me la toca nadie me la quita: ni moros ni cristianos MI PATRIA mi bidé mi círculo de carne roja mi sopa de letras MI PATRIA de miel y sangre de mi ojo de mi boca MI PATRIA ritmo de mi lenguaje MI PATRIA alterada y sexuante MI PATRIA rasgada malparida rugosa patas flacas bandera nunca arriada MI PATRIA se encama a lo puta se enreza a lo santa se encama a lo santa se enreza a lo puta MI PATRIA trasvestida lentejuela y varieté MI PATRIA madre sacrificio sudor pañal y griterío MI PATRIA neodisfrénica al borde del abismo al borde del camino al borde de la pataleta al borde del amor borderline MI PATRIA sustrato de mi cuerpo de mi patio trasero de mi tejado de mi posesión MI PATRIA pobre MI PATRIA borracha MI PATRIA natura MI PATRIA «que yo amo sabe que la amo» MI PATRIA es MI PATRIA mis vísceras mi estructura rockoideal MI PATRIA corpus christi en la hora de la hora de mi muerte amén de MI PATRIA


martes, 25 de noviembre de 2014

Cuando te abrazo (por Juan Ramón Jiménez)


Cuando te abrazo, me parece

que abrazo a un árbol alto, cuya copa inmensa

me cobija meciendo, al viento eterno del amor

-¡oh sol universal de nuestra aurora!-,

su alegría infinita de hojas y de pájaros.


lunes, 24 de noviembre de 2014

Dos trenes que se cruzan (por Álvaro Valverde)


Imagina dos trenes
rodando en la alta noche,
que se cruzan de golpe
camino cada cual de su destino.

En cualquier parte,
en medio de un empalme en ningún sitio,
por vías oxidadas, los vagones,
de pronto, se detienen.

Miras por el cristal y allí,
en lo negro,
se ilumina una cara justo enfrente.

De momento has pensado que es la tuya
reflejando tu insomnio y tu cansancio.
Es una sensación. Dura un instante.

Te fijas con cuidado en la ventana
y el rostro que se enciende al otro lado
es, sin duda, de otro.
De una oscura mujer, para más señas.
Es hermosa, te dices, mientras miras
sus ojos en los tuyos duplicados.

La escena es momentánea.
Tras un ruido metálico
y muy seco, el movimiento
empieza a separaros para siempre.

Ninguno de los dos hacéis ya nada
que impida lo que es inevitable.

Con el ruido del tren y el traqueteo
supones que pensabais en lo mismo:
que fue un vano espejismo,
que fue un sueño.


domingo, 23 de noviembre de 2014

Con sus cables (por Martín López-Vega)


El poeta es una antigua telefonista
que con sus cables conecta
lo visible y lo invisible.
Ojo avizor, supervisa el estado
de las conexiones entre las cosas
y los símbolos, las repara.

Conecta el cuerpo con el alma,
la tierra y el sentimiento de desarraigo,
el mar azul y sus velas con la intertextualidad.

Está en medio
con una mano hundida en la tierra,
intentando con la otra alcanzar el cielo.

El poema —una barca anegada
a punto de hundirse.
El poeta —achica palabras sin cesar,
no sabe si la mantendrá a flote,
ni a dónde le llevará.

Después del baño
esperamos a que la piel se seque
envueltos en lo que Tomasz dice
que parecen capas de alguna orden hospitalaria
—llevan el escudo del hotel: esto ha hecho el tiempo
con los viejos hábitos, y así trabaja el poeta.

Junto a nosotros unos muchachos
hablan de las cosas del día,
supuran ansias.
Tú intentas conectar
las dos partes de ti,

y solo tienes una clavija. 


sábado, 22 de noviembre de 2014

Yo, el perro (por Wislawa Szymborska)


Hay perros de perros. Yo era uno de los elegidos.

Mis papeles estaban en regla y por mis venas corría

sangre de lobos.

Vivía en las alturas y aspiraba el olor de los paisajes:

praderas asoleadas, abetos después de la lluvia

y pedazos de tierra bajo la nieve.


Tenía una casa decente y había gente pendiente de mí.

Me alimentaban, me bañaban, me acicalaban,

y daba estupendos paseos.

Respetuosamente, sin embargo, como debe ser.

Todos sabían muy bien de quién era perro yo.


Hasta el más pinche gozque puede tener un amo.

Pero, ojo, cuidado con las comparaciones.

Mi amo era de raza aparte.

La espléndida manada seguía cada paso que daba

y fijaba en él los ojos con asombrado pavor.


Para mí siempre esbozaban una sonrisa

tras la cual se vislumbraba una envidia mal disimulada.

Como yo era el único que podía

saludarlo con ágiles brinquitos,

sólo yo podía despedirlo mordiéndole los pantalones.

Sólo a mí me estaba permitido

recibir caricias y reburujes

cuando tenía mi cabeza en su canto.

Yo era el único que podía fingir sueño

mientras él se inclinaba hacia mí para susurrarme algo.


Con frecuencia se encolerizaba y trataba a la gente a

gritos.

Gruñía, ladraba y no cabía

entre las paredes del recinto.

Sospecho que yo era el único que de verdad le gustaba;

nadie más, nunca.


También tenía mis responsabilidades: esperaba

y confiaba

ya que él aparecía brevemente y luego se esfumaba.

Qué hacía allá abajo en las llanuras, no lo sé.

Supuse, sí, que debía de ser urgente,

casi tan urgente

como mi batalla contra los gatos

y contra cualquier cosa que se moviera sin razón

aparente.


Hay destinos de destinos. El mío cambió de repente.

Vino una primavera

y él ya no estaba.

En casa todo se puso patas arriba.

Maletas, cofres, baúles embutidos en automóviles.

Las llantas chirriando a toda velocidad cuesta abajo

y, luego, silencio tras la curva.


En la terraza trozos y escombros en llamas,

camisas pardas, brazaletes con emblemas negros,

y toneladas y toneladas de cartones machacados

desbordantes de estandartes inútiles.


Me vi a la deriva en medio de esta vorágine,

más asombrado que irritado.

Sentí miradas poco amigables sobre mi pelambre,

como si fuera un perro sin amo,

un gozque fisgón

al que espantan escaleras abajo con una escoba.


Alguien arrancó mi collar con adornos de plata,

alguien pateó mi plato, vacío durante días.

Luego alguien más, antes de alejarse,

se bajó del coche

y me pegó un par de tiros.


Ni siquiera sabía disparar derecho,

pues me vi moribundo durante largo tiempo,

en medio del dolor,

a merced del zumbido impertinente de las moscas.

Yo, el perro de mi amo.

viernes, 21 de noviembre de 2014

Allí, resonando (por Roald Hoffmann)

De esta pintura de Munch,
una persona sufriendo sobre un puente,
las manos sobre sus oídos, el observador
podría raspar una minúscula
mota naranja, podría
ponerla sobre un portaobjetos, sintonizar
los rápidos rayos que giran
bajo los aparcamientos y los estadios
de fútbol, aguijoneados por el empujón
etéreo de los imanes, enfocar, porque ese
es su oficio, las partículas de sonda
(lujosas piedras calibradas)
para su desgarrador, dibujado impacto
en la pintura. Lo que se busca
es la fuerza del grito.
Pero la intromisión de la partícula es
muy fuerte, libera sólo
moléculas de pintura, en patente
demostración del Principio
de Incertidumbre. La pintura cuelga;
el cielo noruego y el puerto
recogen el grito, reflejándolo
hacia el cráneo del observador.
Allí, resonando, se produce el cambio.

jueves, 20 de noviembre de 2014

Así que nada de discursos (por Charles Bukowski)


ahora, escucha,

cuando muera no quiero ningún llanto,

solamente pon

los trámites en marcha,

he tenido una vida excesiva, y

si alguien tiene ventaja,

yo

la he tenido, he vivido

7 u 8 vidas en una,

suficiente para

cualquiera.

todos somos, finalmente,

lo mismo, así que nada de

discursos,

por favor,

a menos que quieras

decir que apostaba a los caballos y

era muy

bueno en eso.


tú eres el

próximo y ya sé algo que tú no sabes,

tal vez

miércoles, 19 de noviembre de 2014

En la oscuridad con mi NyQuil (por Raymond Carver)


Llámalo voluntad de hierro. Pero durante meses

nunca tomé la primera copa

antes de las once de la noche. No está tan mal,

después de todo. Eso fue en la primera

fase. Conocí a un hombre cuya bebida preferida era Listerine [*].

Estaba dejando el whisky.

Por eso compró Listerine

y por eso lo bebía. Una pila de soldados muertos

en el asiento de atrás.

¡Todas aquellas botellas de Listerine vacías

brillando en el escaldado asiento de atrás!

Esa imagen me llevó a hacer examen de conciencia.

Una o dos veces. Todo el mundo lo hace.

Ir hacia dentro y echar un vistazo.

Me llevaba horas, pero

no encontré allí a nadie ni nada

que tuviera interés. Volví al aquí y ahora

y me puse las zapatillas. Me hice con

un simpático frasco de NyQuil [**].

Arrastré una silla hasta la ventana.

Allí contemplé la brega de una pálida luna

por elevarse sobre Cupertino, California.

Me pasaba horas allí en la oscuridad con mi NyQuil.

Y entonces, alabado sea Dios, la primera astilla

de luz. 


.....

[*] marca de un elixir bucal.

[**] marca de un jarabe para la tos.

martes, 18 de noviembre de 2014

Están ahora alquilados (por Konstantinos Kavafis)


Qué bien conozco este cuarto,

éste y el contiguo están ahora alquilados

para oficinas comerciales. Toda la casa se ha convertido

en despachos de corredores, de comerciantes

y sociedades mercantiles.


¡Ah, qué familiar me es este cuarto!

Aquí, junto a la puerta, estaba el canapé,

y, delante de él, una alfombra turca;

al lado, la estantería, con dos jarrones amarillos.

A la derecha, no, enfrente, un armario de espejo.

En medio, la mesa donde escribía

y los tres sillones de mimbre.

Junto a la ventana se hallaba la cama

en que tantas veces nos amamos.


Aún estarán por algún sitio esos viejos muebles.


Junto a la ventana estaba la cama;

sólo hasta la mitad la bañaba el sol del mediodía.


… Una tarde, a las cuatro, nos separamos

por sólo una semana… Pobre de mí,

aquella semana se convirtió en eterna.

lunes, 17 de noviembre de 2014

Por algo que nunca aparece (por Alejandro Schmidt)


Por algo te echaron de tu casa
del corazón de tu casa
por algo ganaste el cuarto premio
hasta en la lotería de Santiago en el '82
por algo comprendes naturalmente la metafísica
y sabés que lo metafísico era ese pino y su paloma
por algo escribís siempre lo mismo
por algo no aprendiste a jugar fútbol
por algo estás esperando desde hace veinte años


por algo que todos saben, comprenden,
menos vos

por algo no estudiaste, viajaste
ni fuiste músico, criminal, artista plástico
por algo cavas en tu corazón
los días de tu vida, las páginas de la Biblia, tu tabaco
por algo se abrieron las puertas de la lluvia
por algo aparece tu padre en sueños
qué bien cómo se arremangaba la camisa en el video
por algo sos mejor que unos candados rotos en la arena
por algo no te moriste a los 30
o sí, o sí

por algo que nunca aparece
que siempre está
que todos saben.


domingo, 16 de noviembre de 2014

Si no lo acosas (por Aurora Luque)


Ya no atrapes el día —no se deja,

no es tan fácil ser dueño del presente,

persistir en la dicha o detenerla

para el trámite mínimo

de asignarle palabras-.

Y ni al acariciar

las sienes o los pómulos o el pecho

que con furia deseas, cuando la luz parece

palparse con las yemas de los dedos,

estás lejos al fin de los vampiros:

la Utopía, el Vacío, la Memoria.

Amas para escribirlo solamente,

la dicha pide a gritos que un recuerdo

del futuro la abrace y la duplique.

No corras tras el día. Si no lo acosas puede

que se tienda sumiso

de noche en tu regazo.

sábado, 15 de noviembre de 2014

Los amantes (por Sigfrido Radaelli)


Como un predicador iluminado
me aproximo a ti,
me voy aproximando.
Los ojos abiertos,
devoradores,
para que nada quede fuera de la mirada.
El soplo y la respiración: ya no hay distancia.
Ahora el tacto,
la múltiple, la repetida caricia de los dedos
que se curvan, exploran, reconocen.
La piel contra la piel.
¡Eternidad, instante fugitivo
guardado en la memoria!
Después la chispa, la explosión, el fuego,
las voces, las palabras, el silencio.


viernes, 14 de noviembre de 2014

Y siempre comprendiste (por Cintio Vitier)


Noche mía estrellada

girando cristalina:

nunca me has sido tú impasible (esa calumnia),

no fuiste indiferente nunca a mi dolor.


Bañado en lágrimas

o sudando espanto te he buscado, y siempre

comprendiste como nadie mi dolor.


Nos hablamos

con un lenguaje que no existe todavía:

estas palabras son su prehistoria.

Tú relatas tu gloria, yo mi nada,

tú relatas tu nada, yo mi gloria.


Los dos somos los niños del dolor.

jueves, 13 de noviembre de 2014

Dentro de los inocentes (por Antonio Orihuela)


Ahora que todo arde,
te hablaré de los inocentes dentro de los inocentes.

En mitad de un arroyo
dos ciervos se miran
cercados por las llamas.

Un fotógrafo
está a punto de ganar un premio.


miércoles, 12 de noviembre de 2014

Llave de niebla (por Fernando Ortiz)


Nunca sabremos nada sobre el tiempo.

Ya cobija la cuna en suave sombra,

ya con su sombra oscura cubre al hombre.

Quizás acerca de esto las palabras

poco puedan decir. ¿Dónde la llave

de niebla que entreabría la mañana?

Era entonces eterno ese mañana

y ni siquiera preocupaba el tiempo

a quien creía poseer la llave

para abrirnos las puertas de la sombra.

-Nada nos preocupaban las palabras

propias de la miseria de los hombres-

¿Mas por qué esa miseria que a los hombres

disuade de esperar en el mañana?

¿Y esa desconfianza en las palabras

mayor aún cuanto menor el tiempo

de gozar de las luces y las sombras

antes que nos encierren bajo llave?

He intentado saber cuál es la llave

que nos descubra que por qué los hombres

se resignan al reino de la sombra

antes de que se extinga su mañana.

Años hace pensé: cuestión de tiempo;

cuestión de libros, años y palabras.

Algo sé ya de cierto. Con palabras

nadie nunca logró forjar la llave

que permitiera traspasar el tiempo.

Así, de nada sirve para el hombre

ni la promesa de un feliz mañana

ni la amenaza de la eterna sombra.

Mas todos fuimos dioses. Suaves sombras

nos cobijaron. Cálidas palabras

iluminando siempre la mañana.

En nuestra mano siempre aquella llave

que detenía el paso de los hombres

y penetraba el corazón del tiempo.

Ya sé que el tiempo huye como sombra,

que poco importa el hombre y su palabra

y que perdí la llave y el mañana.


martes, 11 de noviembre de 2014

El rastreador (por Máximo Simpson)

¿Dónde están las pisadas de mis pasos,
dónde están las miradas que dejé por el aire?
En pos de aquellos rastros
camino tras el puma,
el buitre, la calandria,
pruebo pasto, mastico,
huelo el viento, la brisa,
registro las raíces,
las grietas, los resquicios,
vuelvo atrás, adelante,
giro en torno
del olor a pasado,
a triste antigüedad, a tardes viejas,
convoco desde el sueño las guitarras del mar,
los tambores del tiempo.

¿Quién soy yo entre tinieblas?

Yo soy el rastreador,
el que se busca.


lunes, 10 de noviembre de 2014

Ella me aguarda (por Glauce Baldovin)


Vuelvo temprano
Ella me aguarda leyendo el destino en las hojas de té
bordando paneles con pájaros rosados.
A veces calla
y espera que sea yo quien hable de las últimas lluvias
de la revolución que avanza.
A veces habla.
Como una bruja que dice qué hice en el día
en la noche
y por qué lo hice
A veces callamos las dos
descorremos las cortinas
y miramos en el horizonte no sé si el pasado o el futuro.


domingo, 9 de noviembre de 2014

Vietnam (por Wislawa Szymborska)


Mujer, ¿cómo te llamas? -No sé.

¿Cuándo naciste, de dónde eres? -No sé.
¿Por qué cavaste esta madriguera? -No sé.
¿Desde cuándo te escondes? -No sé.
¿Por qué me mordiste el dedo corazón? -No sé.
¿Sabes que no te vamos a hacer nada? -No sé.
¿A favor de quién estás? -No sé.
Estamos en guerra, tienes que elegir. -No sé.
¿Existe todavía tu aldea? -No sé.
¿Éstos son tus hijos? -Sí.


sábado, 8 de noviembre de 2014

Las veces (por Saiz de Marco)


Recuerdo bien las veces que estuve en un quirófano

de niño las anginas

más tarde por fimosis

por las muelas del juicio

por el tabique nasal desviado


Recuerdo bien las veces que me picó una avispa

cuando sin darme cuenta puse la mano encima

cuando en aquella ducha yendo hacia la piscina pisé varias

cuando la eché del pelo creyéndola una mosca

cuando en el coche con el cristal bajado se metió en mi camisa


Y hay también otras cosas que no puedo olvidar

y son también heridas

aguijones


Recuerdo bien las veces que hice llorar a alguien

los ojos de otra gente por mí vertiendo lágrimas

mis lágrimas de autor

Sí, las recuerdo bien

Ojalá sólo yo

yo y nadie más se acuerde 


viernes, 7 de noviembre de 2014

El álbum (por Philip Larkin)


Al fin sacaste el álbum que, una vez
abierto, me dejó estupefacto. ¡Todas tus edades
en mate y brillo sobre las páginas negras!
Demasiado dulce, demasiado indigesto:
me ahogan esas imágenes tan nutritivas.

Mi ojo giratorio va de una pose a otra:
con trenzas, agarrando un gato reacio;
o con pieles, una encantadora licenciada;
o levantando una gruesa rosa
bajo un espaldar, con un sombrero de hombre

(un detalle perturbador, por varios motivos):
de todos lados escapas a mi control,
sobre todo acompañada de esos inquietantes individuos
que campan a sus anchas en una época anterior:
yo diría, querida, que no son de tu clase.

Pero ¡oh, fotografía! ¡No hay otro arte
tan fiel y decepcionante! Registra el tedio
como tedio, y las sonrisas forzadas
como fraudes, y no censura imperfecciones
en forma de tendedero o algún anuncio.

Pero muestra renuente al gato, y sombrea
la papada cuando aparece, ¡cuánta gracia
derrama en tu cara la inocencia!
¡Hasta qué punto nos convence
de que eres una chica real en un lugar real,

en todos los sentidos empíricamente cierta!
¿O es solo el pasado? Esas flores, esa verja,
esos parques y coches entre la niebla, afligen
tan solo porque ya no existen; me encoges
el corazón por parecer de otra época.
Sí, cierto; pero al final, seguramente, lloramos
no solo por la exclusión, sino porque eso
nos permite llorar. Sabemos que lo que fue
no nos incitará a justificar
nuestra pena, por fuerte que gritemos

en el abismo entre ojo y página. Y así
te lloro (sin que vaya a tener importancia)
al verte en equilibrio sobre una bici contra una cerca;
me pregunto si advertirías el robo
de ésta en bañador; condenso, en suma,

un pasado que ahora nadie puede compartir,
tanto da a quien pertenezca tu futuro; calmo e insípido,
te contiene como un cielo, y tú permaneces
en él invariablemente hermosa,
con los años más pequeña y mas nítida.

jueves, 6 de noviembre de 2014

Estas páginas se mueven entre tus manos (por Alan Mills)

Éste es el Primer Libro escrito desde el Futuro
Va a reventar como las olas dentro de los sueños
No será el mar sino apenas la memoria
de lo que ya no vendrá más
y menciono las olas porque estas páginas
se mueven ahora entre tus manos
Son peces anunciando el final de una enfermedad
que jamás sufriste
El Futuro es parecido al mar pero con hojas
Toda nuestra materia corresponde al símbolo negro
que ahora toca tus dedos
Una letra besando a otra letra que besa a la otra
hasta formar la idea de lo que va a venir
Nos da miedo pero ha llegado el momento
de leer este Libro Primero

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Semana Santa (por Salvador Espriu)


Ríes y enciendes lámparas bien largas de pabilo.

Murmullo de voces de locos: ninguna fe.

Pero, ¿por qué te vas con ellos?

En vueltas de veletas,

arambeles de viento en cárceles de aire.

Más allá del todo, de la nada, del algo,

del poco y el mucho, hay tempestad.

Sobre ti caen muros de aguacero

y la rasgada pesadez

del velo, del paso al vacío

donde sin daño, una vez al año,

quizá con miedo veía el elegido,

dentro del perdón, la verdad.

martes, 4 de noviembre de 2014

Presente ausente a la vez (por Miquel Martí i Pol)


Ahora que todo vuelve: el silencio y la espera,

las palabras que hemos guardado en lugar seguro

todo este julio de viento y nostalgia.

Ahora que todo vuelve: la tibieza del cuerpo

aquietado y dócil bajo las manos amantes

y aquel perderse en las tardes tranquilas,

bosque adentro, por el tapiz crujiente de hojas de pino,

¿no es su valor este esfuerzo cálido y el quererse

con certeza a solas, la dura

voluntad de permanecer, presente ausente a la vez,

sin pensar que el tiempo es un vacío sin límites?


Mujer: nada me cuesta decir tu nombre,

aunque estés lejos. Lo escribo en las piedras y el agua,

en la sombra acogedora de los árboles a la vera del río

y en el comedor de casa. Sé que oirás

mis palabras, porque llevas en las manos

el signo de un tiempo nuevo, y has crecido en la esperanza

de que alguien lo aceptara sin hacerte preguntas.


lunes, 3 de noviembre de 2014

De pronto sobran los barcos, los andenes (por Armando Tejada)

Si ahora digo amor tal vez no diga
que la ausencia me mira del fondo de tus ojos,
que aquí estuvimos juntos, que fue hermoso
y que el sol conocía tu perfil de memoria.
Tal vez sea imposible que alguien sepa lo claro,
la luz que fue llevarte de la mano pequeña
como a un tallo mecido por un viento de música
hacia los territorios donde aguarda el silencio.

Y ya que estás distante,
qué pensarán los árboles,
qué dirán las canciones,
cómo verá la noche mi soledad de río;
dónde pondrán su ronda los niños de la tarde,
adónde irán los pájaros sin tu risa y mi silbo
y la calle tan sola con sus puertas inútiles
y las sombras sin besos
y los perros perdidos;
ahora que la ausencia me interrumpe la boca,
ahora que me esperas tan allá de los niños.

Se nos ha muerto el año.
Yo le veo el invierno
hecho de un sólo frío,
de un solo tajo solo
a la mitad de agosto,
de una dura distancia...
larga, definitiva.
Porque de pronto sobran los barcos,
los andenes
y de pronto este rumbo ya no tiene sentido
como si nadie fuera hacia ninguna parte
o alguien hubiera muerto a mitad de camino.

Alguien.
Mi voz. Tu pelo. Las cosas que no dije.
La flor de tu vestido.
Se nos ha muerto el año donde dejé tu nombre
para que recobrara su condición de estío.

Ya no sé,
nunca entiendo estas precarias sílabas,
cosas que no recuerdo de pronto me dominan:
¿te dije que tenías la piel como de humo?
¿que de estarme en tus ojos me conozco el origen?
¿Te he enseñado el misterio de los árboles solos?
¿Sabes ya que tus manos son dos siestas dormidas?

No sé,
nunca recuerdo tanta distancia,
tanta canción que no he cantado cuando anduvimos juntos.
Me dolería mucho no haberte dicho todo
lo que llevo en la boca casi como otra risa.

domingo, 2 de noviembre de 2014

Tal es la vida (por Darío Jaramillo)


Rasguños, limaduras de piel,

instantes que permanecen porque dejaron cicatrices,

tal es la vida que puede contarse de aquel hombre.

Él fue feliz, sólo él lo supo,

lo supo a su manera

-buena la digestión, mejor el sueño-,

pero estuvo donde estalló la pólvora,

practicó deportes rudos,

dejó a su corazón endurecerse

y su biografía se cuenta por heridas que disfrazan la

dicha.

No amó, sobra advertirlo

-dije que fue feliz-,

pero acumuló afectos y lealtades,

inesperados cómplices que acudían a él con un

chasquido,

mujeres dispuestas a morir por él

(con él no vivirían):

sólo una noche, una temporada cuando más 
con este soldado que no sufre

o que sabe sufrir,

no demasiado tiempo con este solitario,

con este sobreviviente.

Sus biógrafos resaltarán su heroísmo

y él desde su tumba

pedirá que barajen y repartan de nuevo.

sábado, 1 de noviembre de 2014

Te beso (por Efraín Bartolomé)

Yo te beso

Frente a la destrucción y el aire sucio
te beso

En el estruendo de los automóviles
‒la migraña del día‒
te beso

En el festín de los ladrones
en el pozo de los iracundos
ante el cuchillo de los asesinos
ante la baba fóbica de los intolerantes
frente a la sangre agusanada de los corruptos
frente a la mansedumbre
frente a la podredumbre
frente a la muchedumbre
yo te beso de frente
y el día empieza a caminar
con la frente muy alta