zUmO dE pOeSíA

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de todos los colores, de todos los sabores

ALEATORIUM: Saca un poema de nuestro almacén

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miércoles, 31 de diciembre de 2014

Por eso vengo aquí (por León Molina)


El viento me envejece

y sin embargo

me siento como un niño

cuando llega a este monte

y me revuelve la melena.

Clava sus dardos en mi piel

mientras en el valle se aquieta

el tiempo que me ignora.

Por eso vengo aquí.

En el gélido abrazo soy de nuevo

vigorosamente mortal

y entrego mi pasión

al viento que me va desmoronando.

En estos montes solitarios

comprendo que acabarse

es también una forma de estar vivo.

martes, 30 de diciembre de 2014

Oración de Caín (por José Luis Piquero)


Gracias, odio; gracias, resentimiento;
gracias, envidia:
os debo cuanto soy.
Lo peor de nosotros mantiene el mundo en marcha
y la ira es un don: estamos vivos.

De quien demonios sean las sonrisas,
derrochadas igual que mercancía barata,
yo nunca me he ocupado.
Gracias por no dejarme ser inconstante y dulce
mientras levanta el mundo su obra minuciosa de dolor
y nos hacemos daño unos a otros
amándonos a ciegas,
con torpes manotazos.

Yo soy esa pregunta del insomnio
y su horrible respuesta.
Bésanos en la boca, muchedumbre, y esfúmate,
que estamos siempre solos y no somos felices.

Gracias, angustia; gracias, amargura,
por la memoria y la razón de ser:
no quiero que me quieran al precio de mi vida.

Gracias, señor, por mostrarme el camino.
Gracias, Padre,
por dejar a tu hijo ser Caín.

lunes, 29 de diciembre de 2014

Hueco palpable (por Jordi Doce)

Harapos de deseo o de memoria
te regresaron de esa nada o nunca
en que el reverso del amor (su ausencia
o su oscuro fulgor) te confinara.

Harapos de tu voz, de tu mirada
que no cesa, que vuelve a visitarme
en la fugaz baraja de las calles,
en el paso azaroso de otros rostros

mientras el tiempo impone sus traiciones,
su indócil vertedero de silencios,
la cera desgastada de sus noches

como torpe remedo de tu cuerpo,
hueco palpable que es tu fiel ausencia
cuando otros ojos son, dicen ser tuyos.

domingo, 28 de diciembre de 2014

Oigo (por Sinéad Morrissey)

Entre otros ruidos, oigo a mis hijos llorando;
a los niños mayores jugando en la calle
después de la hora de dormir, sus bulliciosas voces
en la luz debilitada; o al bebé
de la puerta colindante, malhumorado y sin sueño,
a través de paredes demasiado finas; o en el constante
y singular tono de Baltimore Westside
en The Wire, sus sirenas y frecuentes disparos,
sus policías atribulados arengando a los niños
desde seis años para confinar
a los camellos en las esquinas, su insolencia
y su colérico discurso; o en el espacio en blanco
entre estaciones de radio cuando no se oye
ninguna voz y el chisporroteo estático
puede engullir por completo los gritos
de socorro de un niño; incluso en el silencio mismo,
sus bucles y pliegues que amortiguan
un grito fantasma, uno que yo he inventado, pero que se oye,
subiendo las escaleras, deteniéndose
en el vestíbulo, se escucha, se escucha con fuerza,
igual que –como mucho– la respiración acompasada.
Pero la mayoría de las veces no se oye nada, el aire
espeso del rellano con algo suspendido,
motas de polvo, el voladizo de las mantas, un barco
en el lago a través de la ventana, un sueño infantil.

sábado, 27 de diciembre de 2014

Reparaciones (por Martín López-Vega)


(Relación de reparaciones efectuadas en la iglesia del Bom Jesús de Braga en 1853 según consta en la factura del Maestro De Obras)


Recolocar una estrella caída.

Un gallo nuevo para San Pedro y pintarle la cresta.

Poner una piedra en la honda de David.

Dorar y poner plumas nuevas en el ala izquierda del Ángel de la Guarda.

Pendientes nuevos para la hija de Abraham.

Adornar el arca de Noé.

Corrección de los diez mandamientos.

Renovar el cielo y lavar la luna.

Retocar el purgatorio y añadirle almas nuevas.

Avivar las llamas del infierno y varios arreglos a los condenados.

Limar las uñas del diablo.

viernes, 26 de diciembre de 2014

Tan imposible (por Juan Ramón Jiménez)


¡Ay, es tan imposible
que yo la tenga en mí,
como que el agua quieta de esta fuente
que refleja la hora dulce y malva,
tenga en sí la campana de la tarde;

campana de la tarde,
que está en la hora, como el cielo;

en la hora que la fuente copia,
y no en la fuente, ay!

jueves, 25 de diciembre de 2014

Pájaro del viaje de hilo (por Antonio Orihuela)


Escribir poemas como comprar el pan
esperando que nutran y alimenten,
ojalá el poema me ayude a respirar y arder.
Escarbar palabras, agujeros, laberintos,
mientras gruñe alrededor el lobo.
La palabra es un cepo oxidado y yo
un cazador torpe en la nieve hostil,
en el torno del alfarero,
en el yunque del herrero de los huesos,
en el collar de la negra de calaveras erradas,
a la búsqueda de sendas propicias
y semillas silvestres.
Pájaro del viaje de hilo,
dónde quiero ir,
dónde quieres ir,
adónde crees que vas a llegar.
Voy a susurrarte que nada existe
para defenderme de ti.

miércoles, 24 de diciembre de 2014

Y sacarlos a flote (por Saiz de Marco)


Como buzos que buscan hundidos galeones
con sondas
batiscafos
en las fosas marinas,
puede también que un día de este ya nuestro invierno
podamos bajar hasta el fondo de nosotros
en busca de esos sueños
que fuimos arrojando a las aguas negruzcas

Y tal vez encontrarlos allí
languidecientes,
y sacarlos a flote, y revivirlos

-Oh habéis permanecido,
sueños de abril y mayo
Ni el abismo ni el tiempo ni el salitre pudieron
con vosotros

Y de nuevo ante ellos
(de óxido corroídos pero no corrompidos)
abrazarlos diciéndoles

-Nunca más volveremos a dejar que os hundáis

martes, 23 de diciembre de 2014

Pero dónde (por Máximo Simpson)


Yo vi una melodía ahogada en alta mar,
un arpegio sonámbulo, exiliado,
ya ciego entre los pájaros,
y un piano derribado en la intemperie,
y un músico extraviado por las nieves del tiempo.
Yo he visto todo eso, pero dónde,
¿dónde andará mi padre, don Elín?
Yo vi una melodía ahogada en alta mar,
vi un caballo sin alas,
un fuego sin calor, un río sin orillas.

Yo he visto todo eso, pero dónde,
¿dónde andará mi padre, don Elín?
¿Está reconstruyendo los rotos mecanismos?
¿Está bebiendo luz, prepara sus maletas?
Yo vi una melodía ahogada en alta mar,
vi un sueño que corría hacia el abismo,
vi un zapato perdido,
una paloma herida convocando a los ángeles.
Yo he visto todo eso, pero dónde,
¿dónde andará mi padre, don Elín?
¿Cómo hará en las mañanas para entornar las puertas?
¿Cómo hará por las noches para inventar las flores?
Yo vi una melodía ahogada en alta mar,
Yo vi una copla exhausta, despoblada,
una trova, un acorde, una rapsodia
sin violín, sin garganta.
Yo he visto todo eso, pero dónde,
¿dónde andará mi padre, don Elín?
¿Dónde andará?

Ay, yo vi una melodía ahogada en alta mar.


lunes, 22 de diciembre de 2014

Así tiemblan (por Fernando Ortiz)


Atrás van quedando rostros,
nombres, calles y ciudades.
Atrás quedó el que yo era
y que ahora ya no es nadie.
El que yo soy y el que fui
y el que seré algo más tarde
están juntos y se miran
como si me preguntasen:
¿Quién sabe lo que es atrás
y quién sabe qué es delante?
Así tiemblan y se extinguen
tres llamitas con el aire.


domingo, 21 de diciembre de 2014

La muralla que no derribamos (por Glauce Baldovin)


No es necesario envenenar el agua
cortarse las venas
colgarse
El recuerdo de lo que quisimos ser
el acto heroico
ante el cual retrocedimos
la muralla que no derribamos
la fortaleza que no construimos
el fuego que dejamos apagar
son suficientes...


sábado, 20 de diciembre de 2014

El viento lo agita todo (por Philip Larkin)


El viento sopló todo el día de mi boda,
y mi noche de bodas fue la noche del vendaval;
la puerta del establo no dejó de golpear,
y él tuvo que bajar y cerrarla, dejándome
como una estúpida a la luz de las velas, oyendo
la lluvia, viendo mi cara en el curvo candelabro,
en realidad sin ver nada. Cuando volvió
dijo que los caballos estaban inquietos, y me entristeció
que aquella noche hubiera un hombre o animal
que no compartiera mi felicidad.

Ahora, de día,
el viento lo agita todo bajo el sol.
Él ha ido a ver la riada, y llevó
un cubo desportillado al gallinero,
lo dejó en el suelo y quedó mirándome. Todo es un viento
que revuelve las nubes y los bosques, que azota
mi delantal y la ropa del tendedero.
¿Puedo soportar que el viento me haga encarnar
la alegría de mis actos, como un hilo ensartado
de cuentas? ¿Podré dormir ahora
que esta mañana perpetua comparte mi cama?
¿Conseguirá secar la muerte
estos nuevos lagos de dicha, impedir que nos arrodillemos
como el ganado junto a sus generosísimas aguas?

viernes, 19 de diciembre de 2014

Regresa al misterio (por Julio Inverso)


Todo lo que hemos visto, todo lo que hemos oído, las pequeñas vidas, todas esas comedias tras las ventanas, los gritos, los edificios navegando lentamente, los perfumes en la incansable y cóncava memoria, la jornada sideral de las estrellas, los sentimientos que nos llenaron el pecho y los ojos, nuestras caras flameando desde el sueño, la ceniza meteórica,

oh cementerios de autos de todo el universo

oh sangre derramada en remembranza

todo cuanto pasó, todo aquello, la flor recóndita y el diamante pródigo, el vino largo tiempo refrescado bajo la tierra, el obstinado pulso del tiempo y de las cosas, todo, todo lo que agregó una perla al árbol del misterio y huyó como las luminosas espaldas de las aguas, todo lo que el misterio engendró, prisma increíble, inicia otra serie de galerías infinitas, regresa al misterio, inconcebible, fatal y soberano.

Tomad, pues, vuestro paraguas y penetrad en lo desconocido.


jueves, 18 de diciembre de 2014

Hasta que sí aparece (por Daniela Camozzi)


suele decirse

que un cuerpo aparece

cuando se lo toca

y que antes

no estaba ahí

el mío apenas sale

cuando se choca

con algún mueble

y se magulla

o al apoyar

la mano en la mesada

y así el metal

me devuelve la mano

como propia

ese es también

un cuerpo

pero menos

es como una anticipación

un fragmento

es que si nadie lo toca

él no está

del todo ahí

hasta que sí aparece

como suele decirse

estremecido por la caricia

y deja de ser

un fragmento que se apoya

en alguna superficie

para tener realidad

con tu caricia aparece

la realidad completa

de mi cuerpo

miércoles, 17 de diciembre de 2014

Y no los viste (por Eloy Sánchez Rosillo)


Mirar no es sólo asunto de los ojos.
Primero, ciérralos unos instantes
y dentro de ti busca –en tu sosiego–
la facultad de ver.
Y ahora ábrelos, y mira.
Es enero ahí afuera, pero está
muy hermosa la vida esta mañana.
Cuánto sol en los álamos
que en trémulas hileras van creciendo
en esta vieja plaza
de tu ciudad. Un día y otro día,
durante muchos años,
a su lado pasaste y no los viste,
ciego que dabas pena y que hoy, por fin,
de milagro has sanado y puedes ver
y en tu mirar te salvas.


martes, 16 de diciembre de 2014

2 ó 3 golpecitos en la espalda (por Nicanor Parra)


Los patrones no tienen idea
quieren que les regalen el trabajo
nunca se ponen en el lugar del obrero

píqueme esa leñita maestro
cuándo me va a matar esos ratones
anoche no pude dormir otra vez
hágame brotar agua de la roca
la Sra. tiene que ir a un baile de gala
hay que bajar al fondo del mar
un puñado de perlas x favor

otros son + carajo todavía
plánchame esa camisa desgraciado
anda a buscarte un árbol al bosque güeón
arrodíllate mierda
....................... anda a arreglar los tapones
¿Y si me electrocuto?
¿Y si la roca se me viene encima?
¿Y si me cruzo con el león en el bosque?
eh!
eso no tiene nada de particular
eso no tiene la menor importancia

lo verdaderamente importante
es que el caballero pueda leer el diario trancuilo
bostezar a su regalado gusto
oír música clásica x el campeonato

que el obrero se rompa la crisma
que se mande guardabajo
mientras está soldando una viga de fierro
nada de qué admirarse
estos rotos son unos pajarones

que se vaya a la punta de su madre
y después yo no sé lo que pasó
no se imagina cuánto lo siento sra
2 ó 3 golpecitos en la espalda
y una viuda con sus 7 pajaritos a la miseria


lunes, 15 de diciembre de 2014

El pájaro no tenía préstamos (por Forough Farrokhzad)


El pájaro era sólo un pájaro

¡Oh, qué olor, qué brillo del sol! -dijo el pájaro
La primavera ha llegado
y buscaré alimento

El pájaro se elevó desde el borde de la baranda
y voló como un mensaje

El pájaro era pequeño
El pájaro no pensó
El pájaro no leía los diarios
El pájaro no tenía préstamos
El pájaro no conocía a los hombres

En el cielo
sobre la luz roja
voló el pájaro a través de las alturas de los pensamientos
y disfrutó con locura
los momentos del azul celeste

Oh, el pájaro era sólo un pájaro

domingo, 14 de diciembre de 2014

Puede ser otra (por Mario Benedetti)


Cada ciudad puede ser otra

cuando el amor la transfigura
cada ciudad puede ser tantas
como amorosos la recorren

el amor pasa por los parques
casi sin verlos amándolos
entre la fiesta de los pájaros
y la homilía de los pinos

cada ciudad puede ser otra
cuando el amor pinta los muros
y de los rostros que atardecen
uno es el rostro del amor

y el amor viene y va y regresa
y la ciudad es el testigo
de sus abrazos y crepúsculos
de sus bonanzas y aguaceros

y si el amor se va y no vuelve
la ciudad carga con su otoño
ya que le quedan sólo el duelo
y las estatuas del amor


sábado, 13 de diciembre de 2014

De la maravillosa aspereza (por Miguel d´ Ors)


Y ahora hablaré de la maravillosa aspereza de tus manos cuando llegan a mi alma, directas, desde el Vim-Clorex,
hablaré del olor celeste a cebolla o sardinas que tiene a veces tu ternura,
de tus te quiero con estornudos, o con prisa o qué sueño,
de los cinco hijos que dan a cada gesto tuyo ese inmenso trasfondo de años y habitaciones y lágrimas y viajes,
ese inmenso trasfondo que tanto te embellece,
compañera de lunes, de martes, de heridas, de sonrisas,
de aniversarios secretos, de Beethoven,
de papeles que lo lamentan mucho pero no,
compañera.


viernes, 12 de diciembre de 2014

Aguas de este río (por Bai Juyi)


Ante mis ojos la sierra Song y el río Luo.
Poniendo la mirada en el pasado,
lamento las penurias del mundo.
Las flores y las glorias humanas,
aguas de este río impetuoso.
Las amarguras y los sufrimientos,
inmensas montañas de la sierra.
Sólo habiéndose degustado la tristeza
se conoce la alegría.
Sólo los que han vivido años turbulentos
saben apreciar la paz.
¿Querrá volver a la jaula
el pájaro que vuela en el espacio?


jueves, 11 de diciembre de 2014

Así te hubiera amado (por Dulce María Loynaz)


Como la rosa en el rosal...

así, armoniosamente,

sencillamente estaba la palabra

de paz sobre tu boca.

A ella hubiera ido

yo con las manos juntas

en cuenco tembloroso

a recoger frescura, verdad, amor...


Como la rosa en el rosal, así espaciaba

tu corazón fragancia; así volvía

blancura y suavidad la tierra que lo ataba...


¡Y así te hubiera amado, con la tierra

hecha luz en tu frente hacia la luz

por el instinto vertical del cielo!...


Y así pasaste de una tarde a otra,

breve y eterno... Como la rosa en el rosal.


miércoles, 10 de diciembre de 2014

Gota a gota (por Roberto Picciotto)


antes que lleguen las lluvias comenzó gota

a gota a caer el agua. la recogen los surcos

se despeña de piedra en piedra valle abajo

fluye tranquila por la planicie se esparce

negra en los pantanos: dicen las malas lenguas

que durante el día han de titilar las estrellas

que por la noche ha de brillar el sol y que

balanceándose sobre el filo de un verbo habrá

que buscar en el cielo esmaltado una nube rosada.

llamen al malabarista de sílabas al orfeo

de gorra y bufanda prestidigitador de la palabra

y pídanle juglar de verde jubón y cascabel

en los escarpines que cuando caiga la noche

de ciprés y luna acorde su antigua guitarra

y si elevando la voz canta invención suprema

viento sal y espuma lejos del sueño estival

al socaire si canta fondos donde la gota

se disuelve en el infinito si canta el flujo

y el reflujo del desorden final sucede que es allí

que termina. ¿por qué picotea con cresta crispada

la abubilla a tu ventana?


martes, 9 de diciembre de 2014

Imágenes que se duermen (por Víctor López Zumelzu)

¿Cuántas palabras existirán para nombrar la nieve,
el frío, el hielo, la escarcha?
La manera en que estamos aquí
en este espacio (tú leyendo)
y no allá
y decimos en la sala de clases
presente cuando se lee la lista
o simplemente pasamos
a no estar si no hablamos
Con el tiempo aprendemos
que las cosas alrededor de nosotros
tienen un nombre
y nosotros también las aprendemos
a nombrar
esto es una silla
esto otro una carta
si deseas abrirla debes rasgar el sobre
Mi padre construyendo mi primera biblioteca se golpeó
el dedo tan fuerte que la uña se le cayó
quedando en su lugar un espacio vacío
el cual yo siempre evité mirar
Los recuerdos ya no son así de claros
El tiempo se ha plegado sobre ellos dejando entrever
una grieta oscura algo así como un significante
Pienso con frecuencia en aquello
que nos es difícil de recordar
las distorsiones narrativas
y poéticas a las que uno se ve expuesto
La lógica que guarda cada acto infinito
Una mariposa mueve sus alas en Quinta normal
y eso causa una tormenta
de proporciones de Rhode Island
Un lugar entre la falta de límite
o la falta de definición
La última vez que vi llorar a mi hermano fue cuando
se marchó al servicio militar
después volvió y su rostro era mucho más duro
indiferente
Cada país tiene una palabra para definir el miedo
La soledad
La música de los insectos en verano
La interpretación de la danza
de la naturaleza
La angustia de vivir pensando en el corazón
como un cazador solitario
incluso la idea de caza parece ser anterior a la misma idea
de representación
¿Cómo puede ser posible que alguien
haya decidido levantar un edificio
frente al paisaje que dibujaba todos los días
en su cuaderno?
Ahora no hay horizonte ni distancia visible
la distancia es un asunto de contexto piensa
Sin embargo un cuaderno vacío sin ninguna imagen
también es una imagen
No nos olvidemos que este texto
se compone de imágenes
Imágenes débiles
Imágenes sutiles
Imágenes que se duermen
en la velocidad de la lengua
Lo único que uno aprende con el tiempo
es a abrocharse los zapatos
prepararse huevos revueltos
e intentar simular la falta de confianza
al nombrar los puntos oscuros
los vidrios rotos en los que ha chocado la nieve
Todo placer ha nacido de la necesidad
nos dice Hölderlin
y Joseph Brodsky nos dice al respecto que las cosas
se endurecen en la memoria
para que uno no pueda mudarlas de lugar
Pero todo depende del cristal
con que uno observe
el día o la noche
y cómo la imaginación es capaz de fundir
dos o más conceptos
en una imagen
La ventana ese año permaneció todo el tiempo cerrada
aún así el mundo afuera seguía
dando muestras de su existencia
Las gotas en el cristal,
la débil melodía de los pájaros
en la mañana
¿Cómo podremos reconocer algún día ante nosotros
lo que nunca antes hemos visto?
Cómo decir felicidad sin haber escuchado
nunca la palabra felicidad
En esta parte del texto hay algo indescifrable
una imagen que imita nuestra vida, que intenta
ser nuestra vida
La extensión es proporcional
al miedo
y ella la última imagen que conserva de él
es marchándose
bajo un camino oscuro rodeado de cipreses

lunes, 8 de diciembre de 2014

Ni tiene por qué saber (por Juan Manuel Inchauspe)


Un prolongado ulular me despertó durante la noche.
Tuve una visión fugaz de luces rojas y amarillas, intermitentes.
Con los ojos recién abiertos en la oscuridad
escuché el sonido giratorio por las calles desiertas.
Instintivamente estiré mi mano por entre las varillas
y palpé el cuerpo de mi pequeño hijo:
suave, cálido,
pacificado como un animalito.

Él no sabe nada de estas cosas.
No sabe nada del sueño cortado
en la fría madrugada.
Ni tiene nunca tampoco por qué saber
cómo brotan del sueño estas visiones;
cómo giran, intermitentes, en la memoria,
y flotan con sus ojos de vidrio alrededor del corazón.


domingo, 7 de diciembre de 2014

Cuando llegue a los 100 (por Jan Erik Vold)

Hokusai
llegó
casi a los 90. Cuando tenía 75
años, dijo
de sus cuadros: Empecé a dibujar
cosas cuando tenía
6 años. Todo lo que conseguí hacer
antes de los 50, no vale
nada. Cuando llegué a los 70
aún no había hecho
nada
bueno. A los 73 años
empecé a comprender
las formas básicas
de animales
y plantas.
Cuando llegue a los 80, habré
comprendido más, y cuando tenga 90
conoceré
los misterios del arte
hasta el fondo,
así es que cuando llegue a los 100
produciré
cosas elogiables. Para no hablar
de los años
siguientes.
Ahora lo esencial es
seguir en marcha.

sábado, 6 de diciembre de 2014

Sol remoto (por Vicente Gallego)


Al salir de casa a primera hora de la mañana, el sol resbala y canta por los aleros, empapa las fachadas y se extiende por las calles de la ciudad como una fina película de oro. Te he contemplado muchas veces inundar los aires de onírica certeza, de aplomada liviandad. Sol niño de la niñez, sol sin duda. Sol del hombre cumplido, sol de siesta tranquila. Sol de las armas y las letras. Sol remoto del viejo, tan desnudo y tan solo. Sol que rompes el cántaro y estás brillando sobre el sereno lago de la muerte. Patinador del iris, arpista del cabello, garra seca en la espalda. Salía de mi casa y te me vienes encima para que arda así con la mañana, con el eje de los mundos, con las extensiones marinas. Sol en blanco que callas y otorgas, aguador de las largas carreteras, santidad del adobe y de las tapias, lávanos los huesos, tú que brillas sobre justos y pecadores.


viernes, 5 de diciembre de 2014

Qué misterio (por Juan Gelman)


Viendo a la gente andar, ponerse el traje,

el sombrero, la piel y la sonrisa,

comer sobre los platos dulcemente,

afanarse, correr, sufrir, dolerse,

todo por un poquito de paz y de alegría,

viendo a la gente, digo, no hay derecho

a castigarle el hueso y la esperanza,

a ensuciarle los cantos, a oscurecerle el día,

viendo, sí,

cómo la gente llora en los rincones

más oscuros del alma y sin embargo

sabe reír y sabe andar derecho,

viendo a la gente, bueno, viéndola

tener hijos y esperar y siempre

creer que van a mejorar las cosas

y viéndola pelear por sus riñones,

digo gente,

qué hermoso andar contigo

a descubrir la fuente de lo nuevo,

a arrancar la felicidad,

a traer el futuro sobre el lomo, a hablar

familiarmente con el tiempo y saber

que acabaremos y de una buena vez por ser dichosos,

qué hermoso, digo, gente, qué misterio

vivir tan castigado

y cantar y reír,

¡qué asunto raro!

jueves, 4 de diciembre de 2014

Ha muerto Mark Strand


Amigos: Hoy de nuevo tenemos que dar una noticia triste. Acaba de irse uno de los nuestros, el maestro Mark Strand. Son muchos los poemas por él creados que hemos publicado en zUmO dE pOeSíA. Con gratitud y como homenaje a él, aquí van estos versos suyos que tratan precisamente de aquello, y aquéllos, que se van.



El guardián (por Mark Strand)



La puesta del sol; el césped ardiendo.

El día perdido, la luz perdida.

¿Por qué amo lo que se va?


Tú que te fuiste, que te ibas,

¿qué cuartos oscuros habitas?

Guardián de mi muerte,


guarda mi ausencia. Estoy vivo.


Qué músico nos tiene entre sus manos (por Rainer Maria Rilke)


¿Cómo habré de retener mi alma para que
no toque la tuya? ¿Cómo habré de encaminarla
por encima de ti hacia otras cosas?
Ah, bien preferiría someterla a algo lejano,
perdido en la tiniebla, en un paraje extraño, sosegado,
que no se estremeciera cuando tus entrañas se estremecen.
Sin embargo, todo lo que nos toca a ti y a mí
nos une como un arco de violín
que de dos cuerdas saca una sola voz.
¿En qué instrumento los dos estamos tensos?
¿Qué músico nos tiene entre sus manos?
¡Oh, la más dulce canción!




miércoles, 3 de diciembre de 2014

Un jugo antiguo (por Rodrigo Olay)


En la Odisea, Homero nos descubre

la imprevista existencia de una planta

que en las manos precisas es capaz

de dar un jugo antiguo con que puede

adormecerse la melancolía.

Es la planta Nephentes. El olvido

cuya infusión bebía cada luna

Helena, la de los hermosos pechos,

herida de nostalgia para siempre.

Dónde estará esta noche ese licor.


martes, 2 de diciembre de 2014

Sólo conozco (por Juan Carlos Onetti)


Sólo conozco de ti
la sonrisa gioconda
con labios separados
el misterio
mi terca obsesión
de desvelarlo
y avanzar porfiado
y sorprendido
tanteando tu pasado
Sólo conozco
la dulce leche de tus dientes
la leche plácida y burlona
que me separa
y para siempre
del paraíso imaginado
del imposible mañana
de paz y dicha silenciosa
de abrigo y pan compartido
de algún objeto cotidiano
que yo pudiera llamar
nuestro

lunes, 1 de diciembre de 2014

Su voz en mi cabeza (por Ana Pérez Cañamares)


Los platos que me regaló mi madre
están ya deslucidos y pasados de moda.
Cuando hacemos limpieza
nos miran como enfermos agonizantes
que no entienden qué queremos de ellos.
Pero son los platos que me regaló mi madre
que ya nunca volverá a regalarme
nada.
Si un día nos decidiéramos a tirarlos
intentaré escuchar su voz en mi cabeza:
“las cosas, hija, son sólo cosas“.
Mi madre no está en un plato.
Mi madre está en el pan que como.


domingo, 30 de noviembre de 2014

Cuando tengas los mapas (por José Carlos Rosales)


Cuando tengas el mapa de la ruta
escogida y empieces a mirarlo
y no encuentres un sitio favorable
ni el atajo o la clave que te aleje
de aquí, sabrás entonces que los mapas
clandestinos que venden en el puerto
están equivocados, o son falsos,
o responden a tronos o países
que no son los que fueron, que no fueron
lo que dicen las crónicas del mundo.

Cuando tengas los mapas que buscabas
verás que ya no valen, que los mapas
engañan, siempre traen lo que hubo
y nunca lo que hay.


sábado, 29 de noviembre de 2014

Benditos sean (por Francesco Petrarca)

Benditos sean el año, el mes, el día,
la estación, la hora, el tiempo y el instante,
y el país y el lugar en que delante
de los ojos que me atan me veía;

y el dulce afán primero que sentía
cuando me ataba Amor, y aquel tirante
arco, y sus flechas, y, en mi pecho amante,
las profundas heridas que me abría.

Bendito sea el incesante acento
que llamando a mi dama he difundido,
y el llanto y el deseo y el lamento,

y bendito el papel con que solía
ganarle fama y, ay, mi pensamiento,
del que nadie más que ella disponía.


viernes, 28 de noviembre de 2014

Volviendo a buscarlas, volviendo a buscarme (por José Hierro)


Me da pena pensar que algún día querré ver de nuevo este espacio,

tornar a este instante.

Me da pena soñarme rompiendo mis alas

contra muros que se alzan e impiden que pueda volver a encontrarme.


Estas ramas en flor que palpitan y rompen alegres

la apariencia tranquila del aire,

esas olas que mojan mis pies de crujiente hermosura,

el muchacho que guarda en su frente la luz de la tarde,

ese blanco pañuelo caído tal vez de unas manos

cuando ya no esperaban que un beso de amor las rozase...


Me da pena mirar estas cosas, querer estas cosas, guardar estas cosas.

Me da pena soñarme volviendo a buscarlas, volviendo a buscarme,

poblando otra tarde como ésta de ramas que guarde en mi alma,

aprendiendo en mí mismo que un sueño no puede volver otra vez a soñarse.

jueves, 27 de noviembre de 2014

Hora es de contestaros (por Saiz de Marco)


-¿Qué fruto dio
mi gangrena en Verdún?

-¿De qué sirvió
dejar la vida en Waterloo?

-¿Qué aprovechó
que me ahogué en Trafalgar?

Despiezados, hundidos, muertos
de aquellas citas:

Hora es de contestaros.
En resumidas cuentas, la respuesta es

-Nada.


miércoles, 26 de noviembre de 2014

Mi patria es mi patria (por Maha Vial)


MI PATRIA es sagrada: nadie me la mea ni me la toca nadie me la quita: ni moros ni cristianos MI PATRIA mi bidé mi círculo de carne roja mi sopa de letras MI PATRIA de miel y sangre de mi ojo de mi boca MI PATRIA ritmo de mi lenguaje MI PATRIA alterada y sexuante MI PATRIA rasgada malparida rugosa patas flacas bandera nunca arriada MI PATRIA se encama a lo puta se enreza a lo santa se encama a lo santa se enreza a lo puta MI PATRIA trasvestida lentejuela y varieté MI PATRIA madre sacrificio sudor pañal y griterío MI PATRIA neodisfrénica al borde del abismo al borde del camino al borde de la pataleta al borde del amor borderline MI PATRIA sustrato de mi cuerpo de mi patio trasero de mi tejado de mi posesión MI PATRIA pobre MI PATRIA borracha MI PATRIA natura MI PATRIA «que yo amo sabe que la amo» MI PATRIA es MI PATRIA mis vísceras mi estructura rockoideal MI PATRIA corpus christi en la hora de la hora de mi muerte amén de MI PATRIA


martes, 25 de noviembre de 2014

Cuando te abrazo (por Juan Ramón Jiménez)


Cuando te abrazo, me parece

que abrazo a un árbol alto, cuya copa inmensa

me cobija meciendo, al viento eterno del amor

-¡oh sol universal de nuestra aurora!-,

su alegría infinita de hojas y de pájaros.


lunes, 24 de noviembre de 2014

Dos trenes que se cruzan (por Álvaro Valverde)


Imagina dos trenes
rodando en la alta noche,
que se cruzan de golpe
camino cada cual de su destino.

En cualquier parte,
en medio de un empalme en ningún sitio,
por vías oxidadas, los vagones,
de pronto, se detienen.

Miras por el cristal y allí,
en lo negro,
se ilumina una cara justo enfrente.

De momento has pensado que es la tuya
reflejando tu insomnio y tu cansancio.
Es una sensación. Dura un instante.

Te fijas con cuidado en la ventana
y el rostro que se enciende al otro lado
es, sin duda, de otro.
De una oscura mujer, para más señas.
Es hermosa, te dices, mientras miras
sus ojos en los tuyos duplicados.

La escena es momentánea.
Tras un ruido metálico
y muy seco, el movimiento
empieza a separaros para siempre.

Ninguno de los dos hacéis ya nada
que impida lo que es inevitable.

Con el ruido del tren y el traqueteo
supones que pensabais en lo mismo:
que fue un vano espejismo,
que fue un sueño.


domingo, 23 de noviembre de 2014

Con sus cables (por Martín López-Vega)


El poeta es una antigua telefonista
que con sus cables conecta
lo visible y lo invisible.
Ojo avizor, supervisa el estado
de las conexiones entre las cosas
y los símbolos, las repara.

Conecta el cuerpo con el alma,
la tierra y el sentimiento de desarraigo,
el mar azul y sus velas con la intertextualidad.

Está en medio
con una mano hundida en la tierra,
intentando con la otra alcanzar el cielo.

El poema —una barca anegada
a punto de hundirse.
El poeta —achica palabras sin cesar,
no sabe si la mantendrá a flote,
ni a dónde le llevará.

Después del baño
esperamos a que la piel se seque
envueltos en lo que Tomasz dice
que parecen capas de alguna orden hospitalaria
—llevan el escudo del hotel: esto ha hecho el tiempo
con los viejos hábitos, y así trabaja el poeta.

Junto a nosotros unos muchachos
hablan de las cosas del día,
supuran ansias.
Tú intentas conectar
las dos partes de ti,

y solo tienes una clavija. 


sábado, 22 de noviembre de 2014

Yo, el perro (por Wislawa Szymborska)


Hay perros de perros. Yo era uno de los elegidos.

Mis papeles estaban en regla y por mis venas corría

sangre de lobos.

Vivía en las alturas y aspiraba el olor de los paisajes:

praderas asoleadas, abetos después de la lluvia

y pedazos de tierra bajo la nieve.


Tenía una casa decente y había gente pendiente de mí.

Me alimentaban, me bañaban, me acicalaban,

y daba estupendos paseos.

Respetuosamente, sin embargo, como debe ser.

Todos sabían muy bien de quién era perro yo.


Hasta el más pinche gozque puede tener un amo.

Pero, ojo, cuidado con las comparaciones.

Mi amo era de raza aparte.

La espléndida manada seguía cada paso que daba

y fijaba en él los ojos con asombrado pavor.


Para mí siempre esbozaban una sonrisa

tras la cual se vislumbraba una envidia mal disimulada.

Como yo era el único que podía

saludarlo con ágiles brinquitos,

sólo yo podía despedirlo mordiéndole los pantalones.

Sólo a mí me estaba permitido

recibir caricias y reburujes

cuando tenía mi cabeza en su canto.

Yo era el único que podía fingir sueño

mientras él se inclinaba hacia mí para susurrarme algo.


Con frecuencia se encolerizaba y trataba a la gente a

gritos.

Gruñía, ladraba y no cabía

entre las paredes del recinto.

Sospecho que yo era el único que de verdad le gustaba;

nadie más, nunca.


También tenía mis responsabilidades: esperaba

y confiaba

ya que él aparecía brevemente y luego se esfumaba.

Qué hacía allá abajo en las llanuras, no lo sé.

Supuse, sí, que debía de ser urgente,

casi tan urgente

como mi batalla contra los gatos

y contra cualquier cosa que se moviera sin razón

aparente.


Hay destinos de destinos. El mío cambió de repente.

Vino una primavera

y él ya no estaba.

En casa todo se puso patas arriba.

Maletas, cofres, baúles embutidos en automóviles.

Las llantas chirriando a toda velocidad cuesta abajo

y, luego, silencio tras la curva.


En la terraza trozos y escombros en llamas,

camisas pardas, brazaletes con emblemas negros,

y toneladas y toneladas de cartones machacados

desbordantes de estandartes inútiles.


Me vi a la deriva en medio de esta vorágine,

más asombrado que irritado.

Sentí miradas poco amigables sobre mi pelambre,

como si fuera un perro sin amo,

un gozque fisgón

al que espantan escaleras abajo con una escoba.


Alguien arrancó mi collar con adornos de plata,

alguien pateó mi plato, vacío durante días.

Luego alguien más, antes de alejarse,

se bajó del coche

y me pegó un par de tiros.


Ni siquiera sabía disparar derecho,

pues me vi moribundo durante largo tiempo,

en medio del dolor,

a merced del zumbido impertinente de las moscas.

Yo, el perro de mi amo.

viernes, 21 de noviembre de 2014

Allí, resonando (por Roald Hoffmann)

De esta pintura de Munch,
una persona sufriendo sobre un puente,
las manos sobre sus oídos, el observador
podría raspar una minúscula
mota naranja, podría
ponerla sobre un portaobjetos, sintonizar
los rápidos rayos que giran
bajo los aparcamientos y los estadios
de fútbol, aguijoneados por el empujón
etéreo de los imanes, enfocar, porque ese
es su oficio, las partículas de sonda
(lujosas piedras calibradas)
para su desgarrador, dibujado impacto
en la pintura. Lo que se busca
es la fuerza del grito.
Pero la intromisión de la partícula es
muy fuerte, libera sólo
moléculas de pintura, en patente
demostración del Principio
de Incertidumbre. La pintura cuelga;
el cielo noruego y el puerto
recogen el grito, reflejándolo
hacia el cráneo del observador.
Allí, resonando, se produce el cambio.

jueves, 20 de noviembre de 2014

Así que nada de discursos (por Charles Bukowski)


ahora, escucha,

cuando muera no quiero ningún llanto,

solamente pon

los trámites en marcha,

he tenido una vida excesiva, y

si alguien tiene ventaja,

yo

la he tenido, he vivido

7 u 8 vidas en una,

suficiente para

cualquiera.

todos somos, finalmente,

lo mismo, así que nada de

discursos,

por favor,

a menos que quieras

decir que apostaba a los caballos y

era muy

bueno en eso.


tú eres el

próximo y ya sé algo que tú no sabes,

tal vez

miércoles, 19 de noviembre de 2014

En la oscuridad con mi NyQuil (por Raymond Carver)


Llámalo voluntad de hierro. Pero durante meses

nunca tomé la primera copa

antes de las once de la noche. No está tan mal,

después de todo. Eso fue en la primera

fase. Conocí a un hombre cuya bebida preferida era Listerine [*].

Estaba dejando el whisky.

Por eso compró Listerine

y por eso lo bebía. Una pila de soldados muertos

en el asiento de atrás.

¡Todas aquellas botellas de Listerine vacías

brillando en el escaldado asiento de atrás!

Esa imagen me llevó a hacer examen de conciencia.

Una o dos veces. Todo el mundo lo hace.

Ir hacia dentro y echar un vistazo.

Me llevaba horas, pero

no encontré allí a nadie ni nada

que tuviera interés. Volví al aquí y ahora

y me puse las zapatillas. Me hice con

un simpático frasco de NyQuil [**].

Arrastré una silla hasta la ventana.

Allí contemplé la brega de una pálida luna

por elevarse sobre Cupertino, California.

Me pasaba horas allí en la oscuridad con mi NyQuil.

Y entonces, alabado sea Dios, la primera astilla

de luz. 


.....

[*] marca de un elixir bucal.

[**] marca de un jarabe para la tos.

martes, 18 de noviembre de 2014

Están ahora alquilados (por Konstantinos Kavafis)


Qué bien conozco este cuarto,

éste y el contiguo están ahora alquilados

para oficinas comerciales. Toda la casa se ha convertido

en despachos de corredores, de comerciantes

y sociedades mercantiles.


¡Ah, qué familiar me es este cuarto!

Aquí, junto a la puerta, estaba el canapé,

y, delante de él, una alfombra turca;

al lado, la estantería, con dos jarrones amarillos.

A la derecha, no, enfrente, un armario de espejo.

En medio, la mesa donde escribía

y los tres sillones de mimbre.

Junto a la ventana se hallaba la cama

en que tantas veces nos amamos.


Aún estarán por algún sitio esos viejos muebles.


Junto a la ventana estaba la cama;

sólo hasta la mitad la bañaba el sol del mediodía.


… Una tarde, a las cuatro, nos separamos

por sólo una semana… Pobre de mí,

aquella semana se convirtió en eterna.

lunes, 17 de noviembre de 2014

Por algo que nunca aparece (por Alejandro Schmidt)


Por algo te echaron de tu casa
del corazón de tu casa
por algo ganaste el cuarto premio
hasta en la lotería de Santiago en el '82
por algo comprendes naturalmente la metafísica
y sabés que lo metafísico era ese pino y su paloma
por algo escribís siempre lo mismo
por algo no aprendiste a jugar fútbol
por algo estás esperando desde hace veinte años


por algo que todos saben, comprenden,
menos vos

por algo no estudiaste, viajaste
ni fuiste músico, criminal, artista plástico
por algo cavas en tu corazón
los días de tu vida, las páginas de la Biblia, tu tabaco
por algo se abrieron las puertas de la lluvia
por algo aparece tu padre en sueños
qué bien cómo se arremangaba la camisa en el video
por algo sos mejor que unos candados rotos en la arena
por algo no te moriste a los 30
o sí, o sí

por algo que nunca aparece
que siempre está
que todos saben.


domingo, 16 de noviembre de 2014

Si no lo acosas (por Aurora Luque)


Ya no atrapes el día —no se deja,

no es tan fácil ser dueño del presente,

persistir en la dicha o detenerla

para el trámite mínimo

de asignarle palabras-.

Y ni al acariciar

las sienes o los pómulos o el pecho

que con furia deseas, cuando la luz parece

palparse con las yemas de los dedos,

estás lejos al fin de los vampiros:

la Utopía, el Vacío, la Memoria.

Amas para escribirlo solamente,

la dicha pide a gritos que un recuerdo

del futuro la abrace y la duplique.

No corras tras el día. Si no lo acosas puede

que se tienda sumiso

de noche en tu regazo.

sábado, 15 de noviembre de 2014

Los amantes (por Sigfrido Radaelli)


Como un predicador iluminado
me aproximo a ti,
me voy aproximando.
Los ojos abiertos,
devoradores,
para que nada quede fuera de la mirada.
El soplo y la respiración: ya no hay distancia.
Ahora el tacto,
la múltiple, la repetida caricia de los dedos
que se curvan, exploran, reconocen.
La piel contra la piel.
¡Eternidad, instante fugitivo
guardado en la memoria!
Después la chispa, la explosión, el fuego,
las voces, las palabras, el silencio.


viernes, 14 de noviembre de 2014

Y siempre comprendiste (por Cintio Vitier)


Noche mía estrellada

girando cristalina:

nunca me has sido tú impasible (esa calumnia),

no fuiste indiferente nunca a mi dolor.


Bañado en lágrimas

o sudando espanto te he buscado, y siempre

comprendiste como nadie mi dolor.


Nos hablamos

con un lenguaje que no existe todavía:

estas palabras son su prehistoria.

Tú relatas tu gloria, yo mi nada,

tú relatas tu nada, yo mi gloria.


Los dos somos los niños del dolor.

jueves, 13 de noviembre de 2014

Dentro de los inocentes (por Antonio Orihuela)


Ahora que todo arde,
te hablaré de los inocentes dentro de los inocentes.

En mitad de un arroyo
dos ciervos se miran
cercados por las llamas.

Un fotógrafo
está a punto de ganar un premio.


miércoles, 12 de noviembre de 2014

Llave de niebla (por Fernando Ortiz)


Nunca sabremos nada sobre el tiempo.

Ya cobija la cuna en suave sombra,

ya con su sombra oscura cubre al hombre.

Quizás acerca de esto las palabras

poco puedan decir. ¿Dónde la llave

de niebla que entreabría la mañana?

Era entonces eterno ese mañana

y ni siquiera preocupaba el tiempo

a quien creía poseer la llave

para abrirnos las puertas de la sombra.

-Nada nos preocupaban las palabras

propias de la miseria de los hombres-

¿Mas por qué esa miseria que a los hombres

disuade de esperar en el mañana?

¿Y esa desconfianza en las palabras

mayor aún cuanto menor el tiempo

de gozar de las luces y las sombras

antes que nos encierren bajo llave?

He intentado saber cuál es la llave

que nos descubra que por qué los hombres

se resignan al reino de la sombra

antes de que se extinga su mañana.

Años hace pensé: cuestión de tiempo;

cuestión de libros, años y palabras.

Algo sé ya de cierto. Con palabras

nadie nunca logró forjar la llave

que permitiera traspasar el tiempo.

Así, de nada sirve para el hombre

ni la promesa de un feliz mañana

ni la amenaza de la eterna sombra.

Mas todos fuimos dioses. Suaves sombras

nos cobijaron. Cálidas palabras

iluminando siempre la mañana.

En nuestra mano siempre aquella llave

que detenía el paso de los hombres

y penetraba el corazón del tiempo.

Ya sé que el tiempo huye como sombra,

que poco importa el hombre y su palabra

y que perdí la llave y el mañana.


martes, 11 de noviembre de 2014

El rastreador (por Máximo Simpson)

¿Dónde están las pisadas de mis pasos,
dónde están las miradas que dejé por el aire?
En pos de aquellos rastros
camino tras el puma,
el buitre, la calandria,
pruebo pasto, mastico,
huelo el viento, la brisa,
registro las raíces,
las grietas, los resquicios,
vuelvo atrás, adelante,
giro en torno
del olor a pasado,
a triste antigüedad, a tardes viejas,
convoco desde el sueño las guitarras del mar,
los tambores del tiempo.

¿Quién soy yo entre tinieblas?

Yo soy el rastreador,
el que se busca.


lunes, 10 de noviembre de 2014

Ella me aguarda (por Glauce Baldovin)


Vuelvo temprano
Ella me aguarda leyendo el destino en las hojas de té
bordando paneles con pájaros rosados.
A veces calla
y espera que sea yo quien hable de las últimas lluvias
de la revolución que avanza.
A veces habla.
Como una bruja que dice qué hice en el día
en la noche
y por qué lo hice
A veces callamos las dos
descorremos las cortinas
y miramos en el horizonte no sé si el pasado o el futuro.


domingo, 9 de noviembre de 2014

Vietnam (por Wislawa Szymborska)


Mujer, ¿cómo te llamas? -No sé.

¿Cuándo naciste, de dónde eres? -No sé.
¿Por qué cavaste esta madriguera? -No sé.
¿Desde cuándo te escondes? -No sé.
¿Por qué me mordiste el dedo corazón? -No sé.
¿Sabes que no te vamos a hacer nada? -No sé.
¿A favor de quién estás? -No sé.
Estamos en guerra, tienes que elegir. -No sé.
¿Existe todavía tu aldea? -No sé.
¿Éstos son tus hijos? -Sí.


sábado, 8 de noviembre de 2014

Las veces (por Saiz de Marco)


Recuerdo bien las veces que estuve en un quirófano

de niño las anginas

más tarde por fimosis

por las muelas del juicio

por el tabique nasal desviado


Recuerdo bien las veces que me picó una avispa

cuando sin darme cuenta puse la mano encima

cuando en aquella ducha yendo hacia la piscina pisé varias

cuando la eché del pelo creyéndola una mosca

cuando en el coche con el cristal bajado se metió en mi camisa


Y hay también otras cosas que no puedo olvidar

y son también heridas

aguijones


Recuerdo bien las veces que hice llorar a alguien

los ojos de otra gente por mí vertiendo lágrimas

mis lágrimas de autor

Sí, las recuerdo bien

Ojalá sólo yo

yo y nadie más se acuerde 


viernes, 7 de noviembre de 2014

El álbum (por Philip Larkin)


Al fin sacaste el álbum que, una vez
abierto, me dejó estupefacto. ¡Todas tus edades
en mate y brillo sobre las páginas negras!
Demasiado dulce, demasiado indigesto:
me ahogan esas imágenes tan nutritivas.

Mi ojo giratorio va de una pose a otra:
con trenzas, agarrando un gato reacio;
o con pieles, una encantadora licenciada;
o levantando una gruesa rosa
bajo un espaldar, con un sombrero de hombre

(un detalle perturbador, por varios motivos):
de todos lados escapas a mi control,
sobre todo acompañada de esos inquietantes individuos
que campan a sus anchas en una época anterior:
yo diría, querida, que no son de tu clase.

Pero ¡oh, fotografía! ¡No hay otro arte
tan fiel y decepcionante! Registra el tedio
como tedio, y las sonrisas forzadas
como fraudes, y no censura imperfecciones
en forma de tendedero o algún anuncio.

Pero muestra renuente al gato, y sombrea
la papada cuando aparece, ¡cuánta gracia
derrama en tu cara la inocencia!
¡Hasta qué punto nos convence
de que eres una chica real en un lugar real,

en todos los sentidos empíricamente cierta!
¿O es solo el pasado? Esas flores, esa verja,
esos parques y coches entre la niebla, afligen
tan solo porque ya no existen; me encoges
el corazón por parecer de otra época.
Sí, cierto; pero al final, seguramente, lloramos
no solo por la exclusión, sino porque eso
nos permite llorar. Sabemos que lo que fue
no nos incitará a justificar
nuestra pena, por fuerte que gritemos

en el abismo entre ojo y página. Y así
te lloro (sin que vaya a tener importancia)
al verte en equilibrio sobre una bici contra una cerca;
me pregunto si advertirías el robo
de ésta en bañador; condenso, en suma,

un pasado que ahora nadie puede compartir,
tanto da a quien pertenezca tu futuro; calmo e insípido,
te contiene como un cielo, y tú permaneces
en él invariablemente hermosa,
con los años más pequeña y mas nítida.

jueves, 6 de noviembre de 2014

Estas páginas se mueven entre tus manos (por Alan Mills)

Éste es el Primer Libro escrito desde el Futuro
Va a reventar como las olas dentro de los sueños
No será el mar sino apenas la memoria
de lo que ya no vendrá más
y menciono las olas porque estas páginas
se mueven ahora entre tus manos
Son peces anunciando el final de una enfermedad
que jamás sufriste
El Futuro es parecido al mar pero con hojas
Toda nuestra materia corresponde al símbolo negro
que ahora toca tus dedos
Una letra besando a otra letra que besa a la otra
hasta formar la idea de lo que va a venir
Nos da miedo pero ha llegado el momento
de leer este Libro Primero

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Semana Santa (por Salvador Espriu)


Ríes y enciendes lámparas bien largas de pabilo.

Murmullo de voces de locos: ninguna fe.

Pero, ¿por qué te vas con ellos?

En vueltas de veletas,

arambeles de viento en cárceles de aire.

Más allá del todo, de la nada, del algo,

del poco y el mucho, hay tempestad.

Sobre ti caen muros de aguacero

y la rasgada pesadez

del velo, del paso al vacío

donde sin daño, una vez al año,

quizá con miedo veía el elegido,

dentro del perdón, la verdad.

martes, 4 de noviembre de 2014

Presente ausente a la vez (por Miquel Martí i Pol)


Ahora que todo vuelve: el silencio y la espera,

las palabras que hemos guardado en lugar seguro

todo este julio de viento y nostalgia.

Ahora que todo vuelve: la tibieza del cuerpo

aquietado y dócil bajo las manos amantes

y aquel perderse en las tardes tranquilas,

bosque adentro, por el tapiz crujiente de hojas de pino,

¿no es su valor este esfuerzo cálido y el quererse

con certeza a solas, la dura

voluntad de permanecer, presente ausente a la vez,

sin pensar que el tiempo es un vacío sin límites?


Mujer: nada me cuesta decir tu nombre,

aunque estés lejos. Lo escribo en las piedras y el agua,

en la sombra acogedora de los árboles a la vera del río

y en el comedor de casa. Sé que oirás

mis palabras, porque llevas en las manos

el signo de un tiempo nuevo, y has crecido en la esperanza

de que alguien lo aceptara sin hacerte preguntas.


lunes, 3 de noviembre de 2014

De pronto sobran los barcos, los andenes (por Armando Tejada)

Si ahora digo amor tal vez no diga
que la ausencia me mira del fondo de tus ojos,
que aquí estuvimos juntos, que fue hermoso
y que el sol conocía tu perfil de memoria.
Tal vez sea imposible que alguien sepa lo claro,
la luz que fue llevarte de la mano pequeña
como a un tallo mecido por un viento de música
hacia los territorios donde aguarda el silencio.

Y ya que estás distante,
qué pensarán los árboles,
qué dirán las canciones,
cómo verá la noche mi soledad de río;
dónde pondrán su ronda los niños de la tarde,
adónde irán los pájaros sin tu risa y mi silbo
y la calle tan sola con sus puertas inútiles
y las sombras sin besos
y los perros perdidos;
ahora que la ausencia me interrumpe la boca,
ahora que me esperas tan allá de los niños.

Se nos ha muerto el año.
Yo le veo el invierno
hecho de un sólo frío,
de un solo tajo solo
a la mitad de agosto,
de una dura distancia...
larga, definitiva.
Porque de pronto sobran los barcos,
los andenes
y de pronto este rumbo ya no tiene sentido
como si nadie fuera hacia ninguna parte
o alguien hubiera muerto a mitad de camino.

Alguien.
Mi voz. Tu pelo. Las cosas que no dije.
La flor de tu vestido.
Se nos ha muerto el año donde dejé tu nombre
para que recobrara su condición de estío.

Ya no sé,
nunca entiendo estas precarias sílabas,
cosas que no recuerdo de pronto me dominan:
¿te dije que tenías la piel como de humo?
¿que de estarme en tus ojos me conozco el origen?
¿Te he enseñado el misterio de los árboles solos?
¿Sabes ya que tus manos son dos siestas dormidas?

No sé,
nunca recuerdo tanta distancia,
tanta canción que no he cantado cuando anduvimos juntos.
Me dolería mucho no haberte dicho todo
lo que llevo en la boca casi como otra risa.

domingo, 2 de noviembre de 2014

Tal es la vida (por Darío Jaramillo)


Rasguños, limaduras de piel,

instantes que permanecen porque dejaron cicatrices,

tal es la vida que puede contarse de aquel hombre.

Él fue feliz, sólo él lo supo,

lo supo a su manera

-buena la digestión, mejor el sueño-,

pero estuvo donde estalló la pólvora,

practicó deportes rudos,

dejó a su corazón endurecerse

y su biografía se cuenta por heridas que disfrazan la

dicha.

No amó, sobra advertirlo

-dije que fue feliz-,

pero acumuló afectos y lealtades,

inesperados cómplices que acudían a él con un

chasquido,

mujeres dispuestas a morir por él

(con él no vivirían):

sólo una noche, una temporada cuando más 
con este soldado que no sufre

o que sabe sufrir,

no demasiado tiempo con este solitario,

con este sobreviviente.

Sus biógrafos resaltarán su heroísmo

y él desde su tumba

pedirá que barajen y repartan de nuevo.

sábado, 1 de noviembre de 2014

Te beso (por Efraín Bartolomé)

Yo te beso

Frente a la destrucción y el aire sucio
te beso

En el estruendo de los automóviles
‒la migraña del día‒
te beso

En el festín de los ladrones
en el pozo de los iracundos
ante el cuchillo de los asesinos
ante la baba fóbica de los intolerantes
frente a la sangre agusanada de los corruptos
frente a la mansedumbre
frente a la podredumbre
frente a la muchedumbre
yo te beso de frente
y el día empieza a caminar
con la frente muy alta


viernes, 31 de octubre de 2014

Incógnita (por Antonio Rivero Taravillo)


Con su tiza,

las estrellas

en el cielo

van desgranando su álgebra.

–¿Existe Dios o no existe?

–Duda -afirma,

blanca y negra,

la pizarra.

jueves, 30 de octubre de 2014

Haberlo visto todo (por Jaime García-Máiquez)


A veces, observando a la gente ambulante

por los lentos pasillos del Museo del Prado

no puedo contenerme, y me pongo a su lado

para saber qué opina –con un gesto pedante-

de un conde, un santo, un dios, o de un perro elegante.

Os aseguro que lo mejor que he escuchado

son esos comentarios del niño malhablado

al mirar a una venus desnuda por delante.


Cuando esa gente huye y en la misma salida

afirma ciegamente haberlo visto todo,

no haber dejado atrás ni una sala olvidada,

me entristezco pensando que hay quien deja la vida

jactándose saciada de eso mismo, de modo

que mirándolo todo no han contemplado nada.

miércoles, 29 de octubre de 2014

Quieta en mi recuerdo (por Julio Inverso)


Ella siempre sonríe en mi recuerdo. La sonrisa es su patria. Allí la dejé. Mi sueño y mi recuerdo más antiguo es su sonrisa. Lo demás son tinieblas y vagas metafísicas. A veces hay un brillo (de los ojos), una mano que viene, refrenada y marítima (hasta podría imaginar que esa mano alcanza mi pelo). Quizás podría reconstruir, con algún esfuerzo, a aquella mujer y tenerla, nueva, y tenerla a mi lado: una mujer hecha de visiones, fervores y anhelos. Pero, al final, ella está quieta en mi recuerdo, cardinal y levemente maligna, inaugurando para mí el amor, cambiándome el curso de la era, mientras sigo a sus pies, hablando del amor, como aquella noche.

Su sonrisa me basta. No necesito saber más para seguirla amando. Pero ahora, en cambio, está saliendo el sol y me sacudo esos penosos atributos, me despojo y me levanto, a sumarme a la algarabía y al concierto de las pequeñas cosas.


martes, 28 de octubre de 2014

Ladremos juntos (por Serguei Esenin)


Dame tu pata, como buena estrella, Jim.
Una pata igual no vi en mi vida.
Ladremos juntos este día tranquilo
a la cara de la luna que nos mira.
Dame tu pata, como buena estrella, Jim.
No seas así; no te relamas tanto...
Sólo quiero que caigas en la cuenta...
Porque tú no sabes lo que es esta vida,
ni que vivirla merece la pena.
Sé que tu dueño es amable y distinguido,
que por su casa pasan muchos caballeros.
Y todos ellos, sonriendo, pretenden
acariciar tu piel de terciopelo.
¡Eres, a lo perro, una hermosura!
Juguetón, ingenuo y cariñoso.
Y sin pedir a nadie explicaciones,
besas, como el amigo ebrio, a todos.
Amigo Jim, entre todos esos huéspedes,
¡hubo tantos así y de mil maneras!...
Dime, ¿aquella tan callada, la más triste,
no entró tal vez por esa puerta?
Ella vendrá, te juro que ella viene.
Y si por desgracia, yo, allí no estuviera,
lámele por mí su mano, con ternura,
por todo cuanto fui culpable e inocente.


lunes, 27 de octubre de 2014

Las cosas que no tengo (por Antonio Hernández)


Cuando digo “las cosas que no tengo”…
no me refiero a las que tuve,
a las que me rozaron, me refiero
a esa promesa que incumplió la vida,
a la caricia que sufrió mi piel
por no sentirla. Al beso que no di.
Al amor que no tuve y aún no ha caducado.
A lo que me acompaña hacia la muerte
como una sombra de otro cuerpo.


domingo, 26 de octubre de 2014

En el aire nocturno (por Walt Whitman)

Cuando escuché al astrónomo erudito,
cuando las pruebas, las cifras, fueron puestas en columnas delante de mí,
cuando me enseñaron los mapas y diagramas para sumarlos, dividirlos, medirlos,
cuando sentado escuché al astrónomo, con gran aplauso en el salón...
qué extrañamente rápido me harté,
hasta que levantándome y deslizándome me alejé solo
en el aire nocturno, místico y húmedo, y de tiempo en tiempo
miré en perfecto silencio las estrellas.


sábado, 25 de octubre de 2014

Sustracción (por Gemma Gorga)


Pesaban el cuerpo unos minutos antes de morir.

Pesaban el mismo cuerpo unos minutos después de morir.

Una simple sustracción matemática

debía indicarles el peso del alma.


Pienso en ello, ahora,

mientras sostengo el libro nuevo entre las manos,

las palabras todavía untuosas

como las plumas de un pájaro recién nacido.


Y me pregunto si, una vez leído,

también pesará menos.


Como un cuerpo cuando pierde el alma.

viernes, 24 de octubre de 2014

Si me desbordo (por Nizar Qabbani)


Si grito:
"te quiero mucho",
no me acalles.


Si pierdo la prudencia
y ciño tu cintura en la acera,
no me regañes.

Si destello en la reja de tus pechos,
como el relámpago, alguna noche,
no me apagues.

Si me desangro, como un gallo herido, en tus brazos,
no me cures.

Si transgredo las normas y las costumbres,
no me reprendas.

Ahora estoy en trance de la suprema locura.
Perderás la ocasión de tu vida
si no aprovechas mi locura.

Si me desbordo, como el mar, por tus playas,
no me contengas.

Si un día pido refugio al kohol de tus ojos,
no me arrojes.

Si me quiebro en fragmentos de luz sobre tus pies,
no me moltures.

Si cometo un crimen de amor,
si el color bronceado, fermentado en tus hombros, sacude mi fe,
si me comporto como un niño travieso
y empapo tu pezón de vino...
no me pegues.

Ahora estoy en trance de la gran locura.
Perderás la ocasión de tu vida
si no aprovechas mi locura.

Si escribo en pétalos de rosa
que te quiero...
te ruego que me leas.

Si duermo como un niño en los bosques de tu pelo,
no me despiertes.

Si te llevo por dote la leche de los pájaros,
no me rechaces.

Si envío mil cartas de amor
para ti...
no las quemes abrasándome.

Si algún día te ven conmigo en los cafés de la ciudad,
no me ignores:
todas las mujeres de la ciudad conocen mi debilidad por la belleza
y el origen de la poesía y del jazmín.

¿Cómo fingir?
si estás pintada en las aguas de mis ojos.

Ahora estoy en trance de la luminosa locura.
Perderás la ocasión de tu vida
si no aprovechas mi locura.

Cuando el vino francés
desprenda las horquillas de tu pelo sin disculpas,
y me cerque el trigo,
me ciña la noche,
me rodee la mar
y comience a pastar, como loco, la hierba de los campos,
sin saber dónde está mi derecha
ni mi izquierda.

Cuando el vino francés
borre las antiguas fronteras entre mi existencia y mi suicidio,
te ruego, en nombre de todos los locos, que me comprendas.

Te ruego, cuando el vino diga algo inoportuno
del amor, que me perdones.

Ahora estoy en trance de la hermosa locura.
Perderás la ocasión de tu vida
si no aprovechas mi locura.

Cuando el vino francés
borre los rostros,
las líneas,
y los ángulos,
y no quede más mujer que tú
ni más hombre que yo.

Cuando no sepa dónde están tus manos
y dónde están las mías,
cuando no sepa distinguir el vino
de mi sangre,
cuando no sepa distinguir el lenguaje de tus manos
del de los espejos,
cuando al final de la noche me haga añicos,
me cerque el deseo
y me cerque el kohol,
y se me olvide mi nombre
y mi dirección,
y se me olviden los nombres de todos los barcos,
te ruego, estrellado, que me recojas,
te ruego, roto, que me pegues,
te ruego, muerto, que me resucites.

Ahora estoy en trance de la gran locura.
Perderás la ocasión de tu vida
si no aprovechas mi locura.

Cuando el vino francés
despoje del cuerpo asiático el quimono,
y de la oscuridad del pecho salgan la aurora,
la golondrina,
el coral,
el cobre, el té, el marfil
y otras cosas.

Cuando el vino francés
suprima todas las lenguas,
reduzca todas las culturas a cero
y todas las civilizaciones a cero,
y convierta tu boca en un jardín de rosas
y convierta mi boca en cincuenta bocas.

Cuando el vino francés anuncie al final de la noche
que eres la más hermosa de las mujeres,
y tu estatura y tu cintura las más armoniosas,
cuando anuncie que todas las bellezas del mundo son prosa
y sólo tú eres poesía,
en nombre de todos los borrachos,
en nombre de todos los confusos,
en nombre de todos los que sufren la maldición del amor,
te ruego que no me maldigas.

En nombre de todos los que sufren la herida del corazón,
te ruego que no me hieras.

Ahora estoy en trance de la suprema locura.
Perderás la ocasión de tu vida
si no aprovechas mi locura...

jueves, 23 de octubre de 2014

Jamás hemos salido de aquí (por Valéry Larbaud)


Nuestra breve jornada pronto habrá terminado: 

los últimos años se abren ante nosotros como estas calles;
y el colegio sigue estando allí, y esta plaza
en cuadrículas, y la vieja iglesia en la que hemos visto
entrar muerto a Verlaine. En el fondo, a pesar del mar
y de tantos caminos, jamás hemos salido
de aquí, y toda nuestra vida habrá sido
un pequeño viaje en círculos y zigzags por París.
E incluso después, aquí nos quedaremos,
invisibles, olvidados, pero siempre habitando
la ciudad de la infancia y del primer amor,
con el asombro de los doce años y del encuentro,
que aún nos hace murmurar entre el gentío:
“Porque sabes que siempre te he querido.”
y un transeúnte, que me ha oído, se da la vuelta.


miércoles, 22 de octubre de 2014

En ti me quedo (por Ángel González)


Así,

en ti me quedo,

paseo largamente tus brazos y tus piernas,

asciendo hasta tu boca, me asomo

al borde de tus ojos,

doy la vuelta a tu cuello,

desciendo por tu espalda,

cambio de ruta para recorrer tus caderas,

vuelvo a empezar de nuevo,

descanso en tu costado,

miro pasar las nubes sobre tus labios rojos,

digo adiós a los pájaros que cruzan por tu frente,

y si cierras los ojos cierro también los míos,

y me duermo a tu sombra como si siempre fuera

verano,

amor,

pensando vagamente

en el mundo inquietante

que se extiende -imposible- detrás de tu sonrisa.

martes, 21 de octubre de 2014

Todavía no (por Daniela Camozzi)


si toda dicha es fugaz

que este pelo revuelto en tu mano

el recorrido de los dedos

por el borde de tu omóplato

que este desbande en el centro de mi cuerpo

esta fosforescencia

se sostenga un segundo más

que todavía no se apague


lunes, 20 de octubre de 2014

El cementerio marino (por Paul Valéry)


Ese techo tranquilo -campo de palomas-

palpita entre los pinos y las tumbas.

El meridiano sol hace de fuego

el mar, el mar que siempre está empezando...

¡Es recompensa para el pensamiento

una larga mirada a la paz de los dioses!



¡Qué pura luz en su esplendor consume

tantos diamantes de impalpable espuma

y qué paz entonces se concibe!

Cuando sobre este abismo un sol reposa

-trabajo puro de una eterna causa-

refulge el tiempo y soñar es saber.



Firme tesoro y templo de Minerva,

mole grandiosa y visual reserva,

agua siempre encrespada, ojo que ocultas

con un velo de llama tanto sueño.

¡Oh, mi silencio! Edificio del alma

pero cubierto con mil tejas de oro.



¡Templo del tiempo que un suspiro asume!

Yo subo a su pureza y acostumbro

mi marina mirada al rodearme.

Como a los dioses en mejor ofrenda

dejo que el agua rutile sembrando

un desdén soberano en las alturas.



Como la fruta se deshace en goce

y su ausencia en delicia se convierte

mientras muere su forma en una boca,

mi futura humareda aquí respiro,

y el cielo canta al alma consumida

el cambio de la orilla y del rumor.



¡Mírame tan mudable, bello cielo!

Después de tal orgullo y tanto extraño

ocio, pero que guarda su poder,

al espacio brillante me abandono:

en casa de los muertos va mi sombra

que me unce a su leve movimiento.



A teas de solsticio el alma expuesta

yo te sostengo, admirable justicia

de la luz, la de armas sin piedad,

yo te devuelvo pura a tu solio primero.

Mírate. Pero... ¡Devolver las luces

supone una mitad de árida sombra!



Para mí solo, a mí solo, en mí mismo

cerca de un corazón -fuente del verso-

entre el suceso puro y el vacío

de mi grandeza interna espero el eco:

hosca cisterna amarga en que resuena

siempre en futuro, un hueco sobre el alma.



Sabes, falso cautivo del follaje,

golfo devorador de sus débiles rejas

-secreto deslumbrante a mis sentidos-,

el cuerpo que me arrastra a su fin perezoso,

¿qué frente, tierra ósea, aquí me atrae?

Una centella piensa en mis ausentes.



Me gusta este lugar -reino de antorchas-

de oros y piedras y árboles umbríos,

ofrecido a la luz, cazo terrestre,

fuego cerrado, sacro y sin materia,

trémulo mármol bajo tantas sombras

donde el mar fiel entre mis tumbas duerme.



Mastín magnífico, aparta al idólatra.

Si con sonrisa de pastor y solo

apaciento corderos misteriosos

-el rebaño tranquilo de mis tumbas-,

haz que se ausenten las cautas palomas,

los sueños vanos, los curiosos ángeles.



Aquí llegado, el porvenir es lento.

Nítido insecto araña sequedades.

Deshecho todo, el aire lo recibe

sin saber en qué esencia es contenido.

La vida es vasta en su ebriedad de ausencia

y la amargura es dulce, y claro el ánimo.



Los muertos están bien bajo la tierra,

que calienta y enjuta su misterio.

Y arriba, sin moverse, el sol exacto

en sí mismo se piensa y se conviene...

Testa cabal y perfecta corona,

en ti soy la mutación secreta.



Nada más yo contengo tus temores.

¡Mi contrición, mis dudas, mis aprietos,

son el defecto de tu gran diamante!

De mármoles pesados en su noche,

un pueblo vaga entre raíces de árboles

deseándote a ti que fulges siempre.



Allí fundidos a una ausencia espesa,

la roja arcilla se bebió la esencia

y ha pasado a la vida de las flores.

¿Dónde estarán las frases familiares,

el arte personal, las almas únicas?

Donde se forma el llanto larvas hilan.



Los gritos de muchachas cosquillosas,

los dientes y los párpados mojados,

el seno encantador que juega al fuego,

sangre que brilla en los labios rendidos,

los últimos dones, manos que los vedan,

¡bajo tierra va todo y entra en juego!



¿Y aún esperas un sueño, alma, tan grande,

que no tenga el color de la mentira

como a mis ojos son la onda y el oro?

¿Cantarás cuando seas vaporosa?

¡Todo huye! Porosa es mi presencia

y la santa impaciencia también muere.



Flaca inmortalidad dorada y negra,

consoladora de triste laurel

que en seno maternal cambias la muerte:

¡bella mentira y astucia piadosa!

¡Quién, sabiéndolo, no huye de ese cráneo

vacío, de esa risa sempiterna!



Hondos padres, deshabitadas testas,

que sois la tierra y confundís los pasos

bajo el peso de tantas paletadas,

el roedor, el gusano que aterra

no es para vosotros los durmientes,

¡porque vive de vida y no me deja!



¿Será el amor o el odio de mí mismo?

Siento tan cerca su secreto diente

que puede convenirle todo nombre.

¡Qué importa! Mira, quiere, sueña, toca,

gusta mi carne y -si dormido- aún

a su vida mi vida pertenece!



¡Zenón, cruel Zenón, Zenón de Elea!

¡Me has traspasado con la flecha alada

que vibra y vuela, pero nunca vuela!

El son me engendra y la flecha me mata.

¡Oh, sol! ¡Qué sombra de tortuga para

el Aquiles del alma, raudo y quieto!



¡No, no! ¡De pie! ¡La era sucesiva!

¡Rompa el cuerpo esa forma pensativa!

¡Beba mi seno este nacer del viento!

En la frescura que la noche exhala

mi alma retorna ¡Salina potencia!

¡Corramos a la onda y revivamos!



Sí, mar gran mar de delirios dotado,

piel de pantera y clámide horadada

por millares de imágenes del sol,

ebria en tu carne azul, hidra absoluta

que te muerdes la cola refulgente

en un tumulto análogo al silencio.



El viento llega... ¡Vamos a la vida!

¡Abre y cierra mi libro al aire inmenso,

la ola en polvo salta entre las rocas!

¡Volad, páginas mías deslumbradas!

¡Olas, romped con las aguas del júbilo

el techo en paz picado por los foques! 


domingo, 19 de octubre de 2014

Otro modo de presencia (por Vicente Huidobro)


Yo estoy ausente, pero en el fondo de esta ausencia

hay la espera de mí mismo.

y esta espera es otro modo de presencia

la espera de mi retorno

Yo estoy en otros objetos

ando de viaje dando un poco de mi vida

a cierto árboles y ciertas piedras

que me han esperado muchos años.


Se cansaron de esperarme y se sentaron.


Yo no estoy y estoy

estoy ausente y estoy presente en estado de espera

ellos querrían mi lenguaje para expresarse

y yo querría el de ellos para expresarlos

He aquí el equívoco, el atroz equívoco.


Angustioso, lamentable

me voy adentrando en estas plantas

voy dejando mis ropas

se me van cayendo las carnes

y mi esqueleto se va revistiendo de cortezas


Me estoy haciendo árbol. Cuántas veces me he ido convirtiendo en otras cosas…

Es doloroso y lleno de ternura.


Podría dar un grito pero se espantaría la transustanciación

Hay que aguardar en silencio. Esperar en silencio.

sábado, 18 de octubre de 2014

Al menos (por Saiz de Marco)


si al jugar a la vida todo valiera

al menos

tanto como nos cuesta…


si nos fuera dado

al menos

lo mismo que se nos pide…


si los logros estuvieran

al menos

al nivel del esfuerzo que requieren…


si el terreno de juego

al menos

no estuviera cuesta arriba…


si el adversario fuera

al menos

de nuestra misma estatura…


si el arbitraje

al menos

fuera justo y ecuánime…


entonces

al menos

no perderíamos siempre


y podríamos

al menos

empatar el partido

viernes, 17 de octubre de 2014

Un afán, un temor (por Nicanor Parra)

Antes de entrar en materia,
antes, pero mucho antes de entrar en espíritu,
piensa un poco en ti mismo, Tomás
Lagos y considera lo que está por venir,
también lo que está por huir para siempre
de ti, de mí,
de las personas que nos escuchan.

Me refiero a una sombra,
a ese trozo de ser que tú arrastras
como a una bestia a quien hay que dar de comer y de beber
y me refiero a un objeto,
a esos muebles de estilo que tú coleccionas con horror
a esas coronas mortuorias y a esas espantosas sillas de montar
(me refiero a una luz).

Te vi por primera vez en Chillán
en una sala llena de sillas y mesas
a unos pasos de la tumba de tu padre.
Tú comías un pollo frío,
a grandes sorbos hacías sonar una botella de vino.

Dime de dónde habías llegado.
El nocturno siguió viaje al sur,
tú hacías un viaje de placer
o ¿te presentabas acaso vestido de incógnito?

En aquella época ya eras un hombre de edad,
luego vinieron unas quintas de recreo
que más parecían mataderos de seres humanos:
Había que andar casi toda la noche en tranvía
para llegar a ese lugar maldito,
a esa letrina cubierta de flores.

Vinieron también esas conferencias desorganizadas,
ese polvo mortal de la Feria del Libro,
vinieron, Tomás, esas elecciones angustiosas,
esas ilusiones y esas alucinaciones.

¡Qué triste ha sido todo esto!
¡Qué triste! pero ¡qué alegre a la vez!
¡Qué edificante espectáculo hemos dado nosotros
con nuestras llagas, con nuestros dolores!

A todo lo cual vino a sumarse un afán,
un temor,
vinieron a sumarse miles de pequeños dolores,
¡vino a sumarse, en fin, un dolor más profundo y más agudo!

Piensa, pues, un momento en estas cosas,
en lo poco y nada que va quedando de nosotros,
s
i te parece, piensa en el más allá,
porque es justo pensar
y porque es útil creer que pensamos.

jueves, 16 de octubre de 2014

A donde está la luz (por Eloy Sánchez Rosillo)

Este deseo, esta necesidad
de retornar mil veces
a donde está la luz.
No a donde estuvo y se apagó muy pronto,
sino al lugar radiante del que siempre
sigue y sigue manando.
Respirarla, beberla
cuando a ese sitio nuestros pasos vuelven,
es completar la vida, lo que entonces
apenas fue o no vimos
que en nuestro transcurrir se demora.
Regresar a ese limpio manantial:
cuánta misericordia inagotable.
Ningún daño se encuentra allí al acecho;
allí el amor no se termina nunca.


miércoles, 15 de octubre de 2014

Para temblar así (por Vicente Gallego)


Es hermosa esta noche de verano,

aunque no más hermosa

que cualquier otra noche de verano.

Es hermosa esta noche en que estoy solo,

y fumo, y he dejado

en penumbra la casa mientras suena

un dulce y triste blues,

un blues tan triste y dulce como otros.

Nada en mí, ni en la noche, ni en la música,

se diría especial, y sin embargo

existe algo muy hondo en esas cosas

que parecen sencillas:

una extraña grandeza que no acaba

de ser exaltación, tragedia, paz,

pero que es todo eso, y es también

un sentir claramente

que para que esto ocurra ha sido necesario

apurar estos años, acumular recuerdos,

haber ganado

y haber perdido tantas cosas.

Para que este piano suene así,

para temblar así con esta música,

ha sido necesario

ir llenándola poco a poco

de belleza y de daño, ir llenándola

con nuestra propia vida, para que se parezca

a nuestra propia vida, y suene así:

tan insignificante

y tan grande, tan triste, tan hermosa.

martes, 14 de octubre de 2014

Recuerdos de matrimonio (por Enrique Lihn)


Buscábamos un subsuelo donde vivir,

cualquier lugar que no fuera una casa de huéspedes.

El paraíso perdido

tomaba ahora su verdadero aspecto: uno de esos pequeños departamentos

que se arriendan por un precio todavía razonable

pero a las seis de la mañana. “Ayer no más lo tomó un

matrimonio joven”.

Mientras íbamos y veníamos en la oscuridad en direcciones capciosas.

El hombre es un lobo para el hombre y el lobo una dueña de casa de pensión

con los dientes cariados,

húmeda en las axilas, dudosamente viuda.

Y allí donde el periódico nos invitaba a vivir se alzaba

un abismo de tres pisos:

Un nuevo foco de corrupción conyugal.

Mientras íbamos y veníamos en la oscuridad, más

distantes el uno del otro a cada paso

ellos ya no estaban allí, estableciendo su nido sobre

una base sólida,

ganándose la simpatía del conserje, tan hosco con los

extraños como ansioso de inspirarles gratitud filial.

“No se les habrá escapado nada. Seguramente el nuevo

ascensorista recibió una propina”

“La pareja ideal”. A la hora justa. En el momento

oportuno.

De ellos, los invisibles, sólo alcanzábamos a sentir su

futura presencia en el cuarto vacío:

nuestras sombras tomadas de la mano entre los primeros brotes

de sol en el parquet.

Un remanso de luz blanca nupcial.



“Pueden verlo, si quieren

pero han llegado tarde”

Se nos haría tarde.

Se hacía tarde en todo.

Para siempre.

lunes, 13 de octubre de 2014

Yo celebro (por Rainer María Rilke)


Oh di, poeta, ¿qué haces tú?
—Yo celebro.

Pero lo mortífero, lo pavoroso, ¿cómo
lo asumes, cómo lo acoges en ti?
—Yo celebro.

Pero lo innombrado, lo anónimo, ¿cómo
puedes, poeta, invocarlo?
—Yo celebro.

¿De dónde tu derecho, bajo todo disfraz,
bajo cada máscara, a ser verdadero?
—Yo celebro.

¿Y por qué lo sosegado y lo fogoso
te conocen como estrella y tormenta?
—Porque yo celebro.


domingo, 12 de octubre de 2014

Nuestro diverso y sucesivo alguien (por Fernando Pessoa)


Día tras día nos tornamos en quien

mañana no veremos. Hora tras hora

nuestro diverso y sucesivo alguien

desciende una vasta escalinata, el ahora.


Es una multitud que desciende, sin

que uno sepa de los otros. Los veo míos ahí fuera.

¡Ah, qué horrorosa semejanza tienen!

Son uno múltiple, aunque se ignora.


Los miro. Ninguno soy yo siéndolos todos.

Y la multitud aumenta, ajena a verme,

sin que yo sepa desde dónde va creciendo.


Los siento a todos dentro de mí moverme,

e innúmero, prolijo, voy descendiendo

hasta pasar por todos y perderme.

sábado, 11 de octubre de 2014

La mano ante los ojos (por Jaime Gil de Biedma)


Ahora me pregunto si es que toda la vida
hemos estado aquí. Pongo, ahora mismo,
la mano ante los ojos —qué latido
de la sangre en los párpados— y el vello
inmenso se confunde, silencioso,
a la mirada. Pesan las pestañas.

No sé bien de qué hablo. ¿Quiénes son,
rostros vagos nadando como en un agua pálida,
éstos aquí sentados, con ojos vivientes?
La tarde nos empuja a ciertos bares
o entre cansados hombres en pijama.

Ven. Salgamos fuera. La noche. Queda espacio
arriba, más arriba, mucho más que las luces
que iluminan a ráfagas tus ojos agrandados.
Queda también silencio entre nosotros,
silencio
y este beso igual que un largo túnel.


viernes, 10 de octubre de 2014

Mi dolor (por Manuel Altolaguirre)


Era mi dolor tan alto,
que la puerta de la casa
de donde salí llorando
me llegaba a la cintura.

¡Qué pequeños resultaban
los hombres que iban conmigo!
Crecí como una alta llama
de tela blanca y cabellos.

Si derribaran mi frente
los toros bravos saldrían,
luto en desorden, dementes,
contra los cuerpos humanos.

Era mi dolor tan alto,
que miraba al otro mundo
por encima del ocaso.


jueves, 9 de octubre de 2014

Éramos sólo tiempo (por Francisco Brines)


¡Fueron largos y ardientes los veranos!

Estábamos desnudos junto al mar,
y el mar aún más desnudo. Con los ojos,
y en unos cuerpos ágiles, hacíamos
la más dichosa posesión del mundo.

Nos sonaban las voces encendidas de luna,
y era la vida cálida y violenta,
ingratos con el sueño transcurríamos.
El ritmo tan oscuro de las olas
nos abrasaba eternos, y éramos sólo tiempo.
Se borraban los astros en el amanecer
y, con la luz que fría regresaba,
furioso y delicado se iniciaba el amor.

Hoy parece un engaño que fuésemos felices
al modo inmerecido de los dioses.
¡Qué extraña y breve fue la juventud!


miércoles, 8 de octubre de 2014

Otro mar (por Lola Mascarell)


La noche y el azar me han arrojado

en honda soledad frente a una playa,

no importa en qué ciudad, ni en qué momento,

ni importa ya que agosto se termine.
 

Se extiende ante mis ojos, taciturno,

un mar triste e inmóvil,

un mar que de tan calmo

confunde su horizonte con el cielo.


¿Quién se quiere hacer cargo de esta tumba,

de un mar que ni se mueve ni respira,

de una quietud tan vasta, quién podría

pararse frente a él y estar tranquilo?


La huella de otro mar lleno de espuma,

de un mar bramando en él se superpone,

repite su condena

perdida en otro agosto ya lejano.


No podrás ver el mar mientras no laves

la sal de aquel verano en tus pestañas.

martes, 7 de octubre de 2014

Un viento ajeno y libre (por Fernando Ortiz)


Blancas de cal las casas que en el alba se alejan.

Un tibio sol de invierno va atemperando el aire.

Desde el mar los tejados menos altos y nítidos.

Temo la soledad. Y la melancolía

me invade si contemplo el puerto abandonado

y la ciudad hundiéndose bajo aguas azules.

Si miro al mar veo sólo mi presente inestable,

precario, tornadizo, al igual que las aguas

que el «Lord Howard» remueve y aparta con su quilla

-como el tiempo pasado la espuma se disuelve

mientras el barco sigue seguro su camino-.

Mas levanto mis ojos y un viento ajeno y libre

despeina mis cabellos, acaricia mi cara,

templando mi inquietud ante el vasto horizonte.

Ahora miro adelante: ¿Qué habrá tras esas nubes?

Dejo tierra y afectos. Perdonadme mi odio

y también el amor que sufro por vosotros:

aunque nunca consiga desterraros del alma

habréis de serme extraños. Así, al menos, lo quiero.

No han de volver mis ojos, ni han de volver mis pasos.

Amo la libertad. Y mi amada no es fácil.