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martes, 3 de diciembre de 2013

Partículas de albúmina y fibrina (por Joaquín Mª Bartrina)


¡Todo lo sé! Del mundo los arcanos


ya no son para mí

lo que llama misterios sobrehumanos

el vulgo baladí.

Sólo la ciencia a mi ansiedad responde

y por la ciencia sé

que no existe ese Dios que siempre esconde

el último porqué.

Sé que soy un mamífero bimano

(que no es poco saber)

y sé lo que es el átomo, ese arcano

del ser y del no ser.

Sé que el rubor que enciende las facciones

es sangre arterial;

que las lágrimas son las secreciones

del saco lacrimal;

que la virtud que al bien al hombre inclina

y el vicio, sólo son

partículas de albúmina y fibrina

en corta proporción.

Que el genio no es de Dios sagrado emblema,

no señores, no tal:

el genio es un producto del sistema

nervioso cerebral.

Y sus creaciones de sin par belleza

sólo están en razón

del fósforo que encierra la cabeza,

¡no de la inspiración!

Amor, misterio, bien indefinido,

sentimiento, placer…:

¡palabrotas vacías de sentido

y sin razón de ser!

Gozar es tener siempre electrizada

la médula espinal,

y en sí el placer es nada o casi nada:

un óxido, una sal.


¡Y aun dirán de la ciencia que es prosaica!

¿Hay nada, vive Dios,

bello como la fórmula algebraica

C = π r²?

¡Todo lo sé! Del mundo los arcanos

ya no son para mí

lo que llama misterios sobrehumanos

el vulgo baladí.

Mas, ¡ay!, que cuando exclamo satisfecho

“¡Todo, todo lo sé!”

siento aquí en mi interior, dentro del pecho

un algo…, ¡un no sé qué!…

4 comentarios:

casa de citas dijo...


Mi esposa y yo dormimos en habitaciones separadas, cenamos aparte, vamos de vacaciones cada uno por su lado... En suma, estamos haciendo todo lo posible por mantener unido nuestro matrimonio.

(DANGERFIELD)

ORáKULO dijo...

Con los gustos también nos engañamos. Creemos que nos gustan cosas sólo porque "se supone" que deberían gustarnos.

TóTUM REVOLúTUM dijo...


Una máquina nos gobernaría con nuestra inteligencia, pero sin nuestra estupidez.

Fuego de palabras dijo...

Me gustaría ser un hombre
de fino bigote que toma el autobús,
no tiene heladas las manos.
Un hombre de estatura media
al que no le espera el bar,
un hombre que charla
con un conductor de autobús
y le dice: ya he terminado,
por hoy se acabó. Alguien
que sienta que por hoy se acabó
no tener manos heladas.
He acabado, le dice al conductor.
Tiene en los labios un deje de ilusión,
es como si le esperase en alguna parte
otra cosa, no sé definir qué
clase de cosa puede ser
la que haga que alguien
de estatura media y con bigote
diga: he acabado. Me pregunto
qué clase de sensación
debe ser ésa. Que haya acabado
y que probablemente haya acabado.
No sé qué puede haber acabado,
se le nota en el habla.

(CONCHA GARCÍA)