zUmO dE pOeSíA

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de todos los colores, de todos los sabores

ALEATORIUM: Saca un poema de nuestro almacén

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viernes, 31 de mayo de 2013

Ése es el término (por Li Po)



¿Cuánto podrá durar para nosotros

el disfrute del oro, la posesión del jade?

Cien años cuanto más, ése es el término

de la esperanza máxima.

Vivir y morir luego, he aquí la sola

seguridad del hombre.

Escuchad, allá lejos,

bajo los rayos de la luna,

al mono acurrucado y solo

llorar sobre las tumbas…

Y ahora llenad mi copa, es el momento

de vaciarla de un trago.

jueves, 30 de mayo de 2013

A salvo (por Saiz de Marco)

Todo el horror ahí enfrente
batalla de Stalingrado
y yo sin embargo a salvo

qué extraño se me hace que yo a resguardo de todo
yo con mi escudo invisible
en la ciudad asediada y sobre la línea de fuego
en medio de aquello pero
sin salpicarme la sangre
las vísceras
la metralla
yo lo único invulnerable
a menos de quince metros y a salvo de todo eso
yo inmune
parapetado
entre butacas de cine

miércoles, 29 de mayo de 2013

Como una flor tardía (por Hart Crane)


Esta lámpara dejó caer una tímida
solemnidad en nuestro pobre cuarto.
¡Oh dorada y gris amenidad,
tristeza intensa y gentil!

A lo largo y ancho del mundo
reclamamos las horas robadas ya que ninguno puede saber
cuánto le agrada al amor florecer como una flor tardía
en los días posteriores a la incandescencia.

Y aunque el mundo deba despedazarse
con celos y engaños,
al menos podrá reverenciar y conquistar
nuestra piedad con una sonrisa.

martes, 28 de mayo de 2013

Quién es ahora (por Paal Brekke)


El hombre que asesinó el martes
¿era el asesino del lunes?
Y si se despierta el miércoles frente a una ventana gris
y la niebla vagando solitaria a través de él
quién es ahora

¿el hombre de ayer?
cuando la piedra levantó su mano para golpear
o el que era anteayer
quién
cuando fue anteayer
Recuerda él la luz de la lámpara del piano
y las manos sobre las teclas
sí, Hãndel.
Y una pesada piedra gris, crujiente
Mira fijamente hacia adentro
donde viejos puntos de referencia se disuelven en la niebla
modifican su forma y cambian de sitio
Y él mira esas manos
¡de quién son!
una piedra que ellas lanzan a un malecón
o Hãndel, Hãndel

que se ha levantado del piano
sin mirarlo a él
deja que la puerta vuelva a cerrarse
Y sólo quedan las manos
usadas prestadas
Como perros callejeros están
por ahí aullando en un páramo desierto
hacia el jueves viernes

lunes, 27 de mayo de 2013

Olvido y años (por Stein Mehren)


El tiempo cura todas las heridas, decimos
de todo lo que ocurrió hace mucho
Ni siquiera el eco de un grito de dolor
queda colgando en el cielo

Pero el dolor tiene sus caminos
que atraviesan olvido y años, tiene
sus lentos caminos oscuros
y huellas luminosas

Aquello que hemos olvidado, continúa
acordándose de nosotros, como secretos sepultados
vivos en palabras y en tiempo
grabándose a fuego en el centro de nosotros

Allí dentro donde llevamos nuestras heridas
como manantiales secretos, de cariño o dolor
de odio o amor, silenciosamente
el original grito deviene con los años

silencioso y tenaz

domingo, 26 de mayo de 2013

En pequeños rincones (por Paul-Helge Haugen)


Y sin embargo

el amor existe
por todas partes: en pequeños rincones
y lugares perdidos en el paisaje
dispuesto a desbordarse

a menudo apuñalado o atropellado
se retira hasta el fondo
de las grietas del muro a esperar
el pequeño reptil del amor, siempre
dispuesto a cambiar de color

a menudo ahuyentado como un ángel
que se envuelve en el aire que lo rodea y se va
a menudo colocado bajo una campana de cristal en un paisaje
donde nieva si le das la vuelta a la bola de cristal
sin embargo el amor puede brotar
también en el tembloroso resplandor de la pantalla de rayos X
se hace visible dentro del cuerpo
incluso el amor que nunca verá la luz
los fetos gemelos con su halo de muerte
uno al otro dulcemente acariciándose

sábado, 25 de mayo de 2013

Todas han muerto (por Antonio Machado)


Llamó a mi corazón, un claro día,
con un perfume de jazmín, el viento.

—A cambio de este aroma,
todo el aroma de tus rosas quiero.

—No tengo rosas; flores
en mi jardín no hay ya; todas han muerto.

Me llevaré los llantos de las fuentes,
las hojas amarillas y los mustios pétalos.
Y el viento huyó... Mi corazón sangraba...

Alma, ¿qué has hecho de tu pobre huerto?

viernes, 24 de mayo de 2013

La niña de Pompeya (por Primo Levi)


Como la angustia ajena es también la nuestra,

otra vez vivimos la tuya, niña delgada,

aferrada en un espasmo a tu madre,

como si cuando el cielo del mediodía se tornó negro

hubieras querido volver a su seno.

Era inútil, porque el aire, envenenado,

se filtró hasta hallarte tras las ventanas cerradas

de tu casa tranquila, de gruesos muros,

alguna vez feliz con tu canto y tus tímidas risas.

Han pasado siglos, las cenizas se han petrificado

aprisionando esos delicados miembros para siempre.

Así has permanecido con nosotros, como un molde de yeso

retorcido,

una agonía sin término, testigo terrible de lo mucho

que nuestra orgullosa estirpe importa a los dioses.

Nada queda de tu hermana lejana,

la muchacha holandesa aprisionada entre cuatro paredes

que escribió sobre su juventud sin futuro.

Sus cenizas calladas fueron esparcidas por el viento,

su corta vida encerrada de un portazo en un cuaderno arrugado.

Nada queda de la niña de la escuela de Hiroshima,

sombra impresa sobre un muro por la luz de mil soles,

víctima sacrificada en el altar del miedo.

Poderosos de la tierra, dueños de venenos nuevos,

tristes guardianes secretos del trueno final,

los tormentos que el cielo nos envía son suficientes.

Antes de que vuestro dedo apriete el botón, deteneos, y pensad.

jueves, 23 de mayo de 2013

Con mi soledad (por Georges Moustaki)


Amigos, otro grande que se nos va: Georges Moustaki. Lo suyo era poesía hecha canción. Sus seguidores lo saben, lo sabemos bien. Muchos aprendimos francés leyendo sus letras y oyendo su voz. En su homenaje publicamos hoy este poema. Quienes además quieran disfrutarlo en francés ("Ma solitude"), de su garganta y con su música, ya saben lo que tienen que hacer. Pero en zUmO dE pOeSíA nos quedamos, en silencio, con sus poemas… y, tras su marcha, con nuestra soledad. Hasta siempre, amigo. 



Con mi soledad

Por haber dormido tan a menudo con mi soledad
se ha convertido casi en una amiga, en una dulce costumbre.
No me deja ni un momento. Fiel como una sombra
me ha seguido por todas partes, por los cuatro rincones del mundo.

No, nunca estoy solo,
con mi soledad

Cuando se tiende en mi cama, la ocupa toda entera,
y pasamos largas noches, los dos, frente a frente.
Realmente no sé hasta dónde me seguirá esta cómplice.
Será preciso que me acostumbre o reaccione.

No, nunca estoy solo,
con mi soledad

Por su culpa he visto tanto que he llorado.
Si alguna vez la rechazo, nunca se rinde y,
aunque a veces prefiera el amor de alguna otra cortesana,
ella será, en mi último día, mi última compañera.

No, nunca estoy solo,
con mi soledad.

Amor es esto (por Günter Grass)


Amor

Es esto:
Transacciones sin efectivo.
La manta siempre un poco corta.
El contacto flojo.

Buscar más allá del horizonte.
Rozar con cuatro zapatos las hojas muertas
y frotar mentalmente pies desnudos.
Arrendar y tomar en arriendo corazones;
o en la habitación con ducha y espejo,
en un coche alquilado, con el capó hacia la luna,
dondequiera que la inocencia se baja
y quema su programa,
suena la palabra en falsete,
cada vez diferente y nueva.

Hoy, ante la taquilla aún cerrada,
susurran, de la mano,
el avergonzado viejo y la vieja delicada.
La película prometía amor.

miércoles, 22 de mayo de 2013

Y tú envejeces lejos (por Jon Juaristi)


Al otro pertenecen

las escenas que guarda tu memoria:

imágenes confusas

que el óxido del tiempo deteriora.

Otro es el que las sueña

desde un ayer de rabia silenciosa.


Muere con ellas una lengua exangüe

y una causa llamada a la derrota.


Y tú envejeces lejos,

en el destierro de la tierra toda,

entre voces ajenas

y soledades próximas,

perdiendo cada día y rescatando

los colores, las líneas y las formas

de un mundo ajeno que creíste tuyo

y alzando en torno de su ausencia torva

gastados laberintos de palabras,

una mansión decrépita y angosta,

una torre, un brocal, quizá una vida.

martes, 21 de mayo de 2013

Si te quedas conmigo (por Josep M. Rodríguez)

No te vayas aún, quédate un rato.

El día nace para destruirse,
y nuestra juventud es el periódico
de ayer.

Amanece conmigo.
Deja que sea la presa la que defina al cazador
y que este instante valga
por cualquier otro instante.

El sol es una broca
de luz:
se abre paso,

no nos necesita.

Si te quedas conmigo,
emergeremos juntos de la noche
igual que el tallo brota de lo oscuro:

Cada vez más fuertes.

No te vayas aún
y quédate conmigo:

Escucharemos cómo
ola
a ola
tartamudea el mar,

como aprendiendo a pronunciar tu nombre.

lunes, 20 de mayo de 2013

Cada gota de lluvia (por Federico García Lorca)

La lluvia tiene un vago secreto de ternura,
algo de soñolencia resignada y amable,
una música humilde se despierta con ella
que hace vibrar el alma dormida del paisaje.

Es un besar azul que recibe la Tierra,
el mito primitivo que vuelve a realizarse.
El contacto ya frío de cielo y tierra viejos
con una mansedumbre de atardecer constante.

Es la aurora del fruto. La que nos trae las flores
y nos unge de espíritu santo de los mares.
La que derrama vida sobre las sementeras
y en el alma tristeza de lo que no se sabe.

La nostalgia terrible de una vida perdida,
el fatal sentimiento de haber nacido tarde,
o la ilusión inquieta de un mañana imposible
con la inquietud cercana del color de la carne.

El amor se despierta en el gris de su ritmo,
nuestro cielo interior tiene un triunfo de sangre,
pero nuestro optimismo se convierte en tristeza
al contemplar las gotas muertas en los cristales.

Y son las gotas: ojos de infinito que miran
al infinito blanco que les sirvió de madre.

Cada gota de lluvia tiembla en el cristal turbio
y le dejan divinas heridas de diamante.
Son poetas del agua que han visto y que meditan
lo que la muchedumbre de los ríos no sabe.

¡Oh lluvia silenciosa, sin tormentas ni vientos,
lluvia mansa y serena de esquila y luz suave,
lluvia buena y pacífica que eres la verdadera,
la que llorosa y triste sobre las cosas caes!

¡Oh lluvia franciscana que llevas a tus gotas
almas de fuentes claras y humildes manantiales!
Cuando sobre los campos desciendes lentamente
las rosas de mi pecho con tus sonidos abres.

El canto primitivo que dices al silencio
y la historia sonora que cuentas al ramaje
los comenta llorando mi corazón desierto
en un negro y profundo pentagrama sin clave.

Mi alma tiene tristeza de la lluvia serena,
tristeza resignada de cosa irrealizable,
tengo en el horizonte un lucero encendido
y el corazón me impide que corra a contemplarte.

¡Oh lluvia silenciosa que los árboles aman
y eres sobre el piano dulzura emocionante;
das al alma las mismas nieblas y resonancias
que pones en el alma dormida del paisaje!

domingo, 19 de mayo de 2013

Solos bajo la lluvia (por Raúl Gonzales Tuñón)

Entonces comprendimos que la lluvia también era hermosa.
Unas veces cae mansamente y uno piensa en los cementerios abandonados.

Otras veces cae con furia, y uno piensa en los maremotos que se han tragado tantas espléndidas islas de extraños nombres.
De cualquier manera la lluvia es saludable y triste.
De cualquier manera sus tambores acunan nuestras noches y la lectura tranquila corre a su lado por los canales del sueño.
Tú venías hacia mí y los otros seres pasaban.
No habían despertado todavía al amor.
No sabían nada de nosotros.
De nuestro gran secreto.
Ignoraban la intimidad de nuestros abrazos voluptuosos, la ternura de nuestra fatiga.
Acaso los rostros amigos, las fotografías, los paisajes que hemos visto juntos, 

todos los gestos que hemos entrevisto y sospechado, los ademanes y las palabras de ellos, 
todo, todo ha desaparecido y estamos solos bajo la lluvia, solos en nuestro compartido, 
en nuestro apretado destino, en nuestra posible muerte única, en nuestra posible resurrección.
Te quiero con toda la ternura de la lluvia.
Te quiero con toda la furia de la lluvia.
Te quiero con todos los tambores de la lluvia.
Te quiero con todos los violines de la lluvia.
Aún tenemos fuerzas para subir la callejuela empinada.
Recién estamos descubriendo los puentes y las casas, las ventanas y las luces, los barcos y los horizontes.
Tú estás arriba, suntuosa y bíblica, pero tan humana; increíble, pero tan real; numerosa, pero tan mía.
Yo te veo hasta en la sombra imprecisa del sueño.
Oh, visitante.
Ya es seguro que ningún desvío nos separará.
Iguales luces señaleras nos atraen hacia la compartida vida, hacia el destino único.
Ambos nos ayudaremos para subir la callejuela empinada.
Ni en nuestra carne ni en nuestro espíritu nunca pasaremos la línea del otoño.
Porque la intensidad de nuestro amor es tan grande, tan poderosa, que no nos daremos cuenta cuando todo haya muerto, 
cuanto tú y yo seamos dos sombras, y todavía estemos pegados, juntos, 
subiendo siempre la callejuela sin fin de una pasión irremediable.
Oh, visitante.
Estoy lleno de tu vida y tu muerte.
Estoy tocado de tu destino.
Al extremo de que nada te pertenece sino yo.
Al extremo de que nada me pertenece sino tú.
Sin embargo yo quería hablar de la lluvia, igual, pero distinta, 
ya al caer sobre los jardines, ya al deslizarse por los muros, 
ya al reflejar sobre el asfalto las súbitas, las fugitivas luces rojas de los automóviles, 
ya al inundar los barrios de nuestra solidaridad y de nuestra esperanza, 
los humildes barrios de los trabajadores.
La lluvia es bella y triste y acaso nuestro amor sea bello y triste 
y acaso esa tristeza sea una manera sutil de la alegría. 
Oh, íntima, recóndita alegría.
Estoy tocado de tu destino.
Oh, lluvia. Oh, generosa.

sábado, 18 de mayo de 2013

Bajo los dragones dorados (por Juan Carlos Mestre)


Me enamoré de ti en el restaurante chino de la Plaza Mayor

Ese día bajo los dragones dorados

tú eras todas las dinastías que ha tenido la Tierra

tú eras el delta de los ríos y la cascada de los encantamientos

el curry que tiñe de sol el lazo de las servilletas

El día que me enamoré de ti comenzaba el año del gato

y las nubes maullaban sobre los tejados

celebrando la lluvia de estrellas y la cosecha de arroz

Demonios, al salir tiraste sin querer el buda de escayola

y todos los buenos presagios se hicieron añicos

Nena, ya nada ha vuelto a ser como entonces

cuando sabías a las bolitas de helado Familia Feliz

y yo te acariciaba con palillos de bambú los brotes de primavera

viernes, 17 de mayo de 2013

Como unos labios (por Kirmen Uribe)

Mis pechos son pequeños y mis ojos redondos.
Tus piernas, largas y frías
como el agua de la fuente.
Te mordisqueo el cuello,
lo tienes firme, inmaduro aún,
como una nuez recién caída.
Te pones arriba y me besas el vientre,
húmedas olas por toda mi piel,
ahora aquí, ahora allá,
como las primeras gotas que caen
antes de que descargue la tormenta: pla, pla, pla.

Nos quedamos dormidos,
pecho y espalda se cierran
como unos labios tras un suspiro.

jueves, 16 de mayo de 2013

Manso declive (por Jorge Luis Borges)


La vejez (tal es el nombre que los otros le dan)
puede ser el tiempo de nuestra dicha.
El animal ha muerto o casi ha muerto.
Quedan el hombre y su alma.
Vivo entre formas luminosas y vagas
que no son aún la tiniebla.
Buenos Aires,
que antes se desgarraba en arrabales
hacia la llanura incesante,
ha vuelto a ser la Recoleta, el Retiro,
las borrosas calles del Once
y las precarias casas viejas
que aún llamamos el Sur.
Siempre en mi vida fueron demasiadas las cosas;
Demócrito de Abdera se arrancó los ojos para pensar;
el tiempo ha sido mi Demócrito.
Esta penumbra es lenta y no duele;
fluye por un manso declive
y se parece a la eternidad.
Mis amigos no tienen cara,
las mujeres son lo que fueron hace ya tantos años,
las esquinas pueden ser otras,
no hay letras en las páginas de los libros.
Todo esto debería atemorizarme,
pero es una dulzura, un regreso.
De las generaciones de los textos que hay en la tierra
sólo habré leído unos pocos,
los que sigo leyendo en la memoria,
leyendo y transformando.
Del Sur, del Este, del Oeste, del Norte,
convergen los caminos que me han traído
a mi secreto centro.
Esos caminos fueron ecos y pasos,
mujeres, hombres, agonías, resurrecciones,
días y noches,
entresueños y sueños,
cada ínfimo instante del ayer
y de los ayeres del mundo,
la firme espada del danés y la luna del persa,
los actos de los muertos,
el compartido amor, las palabras,
Emerson y la nieve y tantas cosas.
Ahora puedo olvidarlas. Llego a mi centro,
a mi álgebra y mi clave,
a mi espejo.
Pronto sabré quién soy.

miércoles, 15 de mayo de 2013

Un gran simulacro (por Mario Benedetti)


Cada vez que nos dan clases de
amnesia
como si nunca hubieran existido
los combustibles ojos del alma
o los labios de la pena huérfana
cada vez que nos dan clases de
amnesia
y nos conminan a borrar
la ebriedad del sufrimiento
me convenzo de que mi región
no es la farándula de otros

en mi región hay calvarios de
ausencia
muñones de porvenir, arrabales
de duelo
pero también candores de
mosqueta
pianos que arrancan lágrimas
cadáveres que miran aún desde
sus huertos
nostalgias inmóviles en un pozo
de otoño
sentimientos insoportablemente
actuales
que se niegan a morir allá en lo
oscuro

el olvido está tan lleno de memoria
que a veces no caben las
remembranzas
y hay que tirar rencores por la
borda
en el fondo el olvido es un gran
simulacro
nadie sabe ni puede -aunque
quiera- olvidar
un gran simulacro repleto de
fantasmas
esos romeros que peregrinan por
el olvido
como si fuese el camino de
santiago

el día o la noche en que el olvido
estalle
salte en pedazos o crepite,
los recuerdos atroces y de
maravilla
quebrarán los barrotes de fuego
arrastrarán por fin la verdad por
el mundo
y esa verdad será que no hay
olvido.

martes, 14 de mayo de 2013

Como primeras muertes (por Juan Ramón Jiménez)


¡Estos instantes
en que no estamos donde estamos
sino donde estuvimos,
en que quisiéramos, mejor
que vivir nuestras horas,
revivir las pasadas!
¡Cómo primeras muertes,
con la nostalgia
de la resurrección!

lunes, 13 de mayo de 2013

Nada le pesa (por Wislawa Szymborska)


El ratonero no tiene nada que reprocharse.

Los escrúpulos le son ajenos a la pantera negra.

No dudan de sus actos las pirañas.

La víbora se acepta sin complejo a sí misma.


No existe un chacal autocrítico.

El tábano, la langosta, la tenia y el caimán

viven como viven y así están satisfechos.


Cien kilos pesa el corazón de la orca,

pero nada le pesa.


No hay nada más bestial

que una conciencia limpia

en el tercer planeta bajo el sol.

domingo, 12 de mayo de 2013

Y me dejo cegar (por Félix de Azúa)


Ahora es mi turno, cuando cierro los ojos
y me olvido de ti, de tu salvaje higuera y tus higos salvajes,
cuando tu carne, como un libro de cuentos, resplandece en la noche
a la luz de un hogar mediterráneo;
y me dejo cegar por el brillo solar de la memoria
mientras mi cuerpo entero se quema en un chispazo.

Ahora infantiles yemas te descubren, y entre las llamas muertas
rescato el viejo yugo, los utensilios viejos y las viejas guirnaldas
del buey, de la cebada y de la Pascua de Resurrección.
Es mi turno, no el tuyo. Te levanto en mis palmas
como se exponen los recién nacidos
a las nubes plomizas, irritadas
como vacas repletas que atronan el establo
los campos secos, el pozo, la uva amarga.

Pero tú, hecha una niña, también tientas las ubres, y arqueada
jadeas entre brasas; es mi turno y tú danzas
resonando perpleja y sonriente,
átomo, brizna, astilla de una combustión
que no puedo pensar sin sentirme infinito.

Tus yemas y tu sonrisa atónita me invitan al incendio…
pero me venden luego por la espalda como cosa fútil,
como ese azar minúsculo, gratuito
que te alcanza las nubes y se empeña en durar.

Y mientras tú contratas con terribles clientes
a los que yo sólo conozco por el nombre,
y cuyas sombras, mantos, miradas esquinadas,
me hacen alzar la sábana aterrado;
hundido al fin, hundido,
olvidado por fin, perdido y solo, cobijado en mí mismo,
puedo gritar, gritar hasta romper el techo y por la grieta ver
la esplendorosa faz sin ojos y sin boca
que me agarra del cuello y me disuelve en risas,
fuego de azufre, espanto y aroma de castaños.

sábado, 11 de mayo de 2013

La mancha del amor (por William Carlos Williams)


¿Qué tengo para decirte
cuando nos encontremos?
Sin embargo
estoy aquí pensando en ti.

La mancha del amor
se extiende sobre el mundo.
Amarilla, amarilla, amarilla,
devora entre las hojas,
unta de azafrán las ramas enastadas que se inclinan
pesadamente
contra un cielo blando y violáceo.

No hay luz,
sólo una mancha espesa como miel
goteando de hoja en hoja
y de rama en rama
adentrándose en los colores
del mundo entero.

Estoy solo.
El peso del amor
me sostuvo
hasta que mi cabeza
dio contra el cielo.

Mírame.
Mi pelo chorrea néctar,
los tordos se lo llevan
sobre sus alas negras.
Mira, mis brazos y
mis manos por fin están
sin hacer nada.

¿Cómo puedo decir
si voy a volver a amarte como ahora
alguna vez?

viernes, 10 de mayo de 2013

De plantas (por Ana Blandiana)


Yo creo que somos un pueblo de plantas.
De otra manera, ¿de dónde sacamos la calma
con que esperamos ser deshojados?
¿De dónde el valor
para empezar a deslizarnos en un tobogán de sueños
tan cerca de la muerte,
con la certeza de que podremos
nacer de nuevo?
Yo creo que somos un pueblo de plantas:
¿Quién ha visto
a un árbol rebelándose?

jueves, 9 de mayo de 2013

Loca, desnuda noche de estío (por Walt Whitman)


Cíñete a mí, noche del seno desnudo; cíñete a mí, noche ardiente y nutricia.
Noche de vientos del sur, noche de grandes y pocos luceros,
tú, que en la paz cabeceas, loca, desnuda noche de estío.
Voluptuosa sonríe, ¡oh, tierra de fresco aliento!
Tierra de árboles adormilados y líquidos,
tierra ya sin luz del ocaso, tierra de montes con cumbre de niebla,
tierra donde derrama cristales el plenilunio azulado,
tierra con manchas de luz y de sombra en las aguas del río,
tierra de límpido gris y de nubes que para mí son
más vivas y claras,
tierra de abrazo anchuroso, tierra ataviada con flor de manzano,
sonríe ya, que tu amante se acerca.


miércoles, 8 de mayo de 2013

Aprende a amar (por Maram Al-Masri)



I

Ella llegaba hasta él

para ofrecerle

los poros de su piel

y las yemas de sus dedos

adornados con cerezas

que comía con avidez.



Y se marchaba

con la cesta de su corazón

vacía.


II


Bendíceme libre

y soporta

mis negativas.

Acércate cuando

te invite,

y cuando

te descuide,

aprende a esperarme.

Acéptame siendo de otro

y aprende a amar.


III


No se avergonzaba ante ella

por su vieja ropa interior de algodón

y sus calcetines agujereados.

Ante ella

se desnuda

como se desnudan

las urgencias del amor,

para descender

como un rey

sobre su cuerpo.

martes, 7 de mayo de 2013

La alegría de perderte (por Álvaro Tato)

Que haya viento a favor.

Que mires atrás una sola vez
para saber que aún no te persigues.

Que encuentres la alegría de perderte,
la certeza fugaz de no estar muerto,
alguien que te acompañe
y cosas que sucedan.

Que sigas. Que te pares.
Que nunca des contigo.

Y que tu patria sea ese lugar
al que no llegarás.



lunes, 6 de mayo de 2013

Una sábana azul (por Clara Janés)

Desplegó una sábana azul
que abarcaba los ocho cielos
salpicados del oro de los astros
y me envolvió, y a sí mismo, en ella.
Y como el entero firmamento
me abrazó...
...Y se adentró en mi vida,
y en aquella noche
la deshojó hasta la tersura del alba.
Con el tacto del más leve pétalo
se dobló su cabeza en mi cuello,
sus bucles negros
emitían un aroma de abismo.

domingo, 5 de mayo de 2013

Sus vidas desperdiciadas (por Charles Bukowski)


Siempre nos piden que entendamos
el punto de vista de los otros
sin importar si es anticuado,
necio,
nauseabundo.

A uno le piden
que entienda
amablemente
todos los errores de los otros,
sus vidas desperdiciadas,
sobre todo si son de edad longeva.

Pero su edad es lo único
en lo que nos fijamos.
Han envejecido mal
porque han vivido sin enfoque,
se han negado a ver.
¿Que no es culpa suya?

Se me pide que oculte
mi opinión ante ellos
por miedo a su miedo.

La edad no es un crimen
pero la vergüenza de una vida
deliberadamente desperdiciada
entre tantas vidas
deliberadamente desperdiciadas

sí lo es.

sábado, 4 de mayo de 2013

Tan sólo ese momento (por Francisco Brines)


¿Y qué es lo que quedó de aquel viejo verano
en las costas de Grecia?
¿Qué resta en mí del único verano de mi vida?
Si pudiera elegir de todo lo vivido
algún lugar, y el tiempo que lo ata,
su milagrosa compañía me arrastra allí,
en donde ser feliz era la natural razón de estar con vida.

Perdura la experiencia, como un cuarto cerrado de la infancia;
no queda ya el recuerdo de días sucesivos
en esta sucesión mediocre de los años.
Hoy vivo esta carencia,
y apuro del engaño algún rescate
que me permita aún mirar el mundo
con amor necesario;
y así saberme digno del sueño de la vida.

De cuanto fue ventura, de aquel sitio de dicha,
saqueo avaramente
siempre una misma imagen:
sus cabellos movidos por el aire,
y la mirada fija dentro del mar.
Tan sólo ese momento indiferente.
Sellada en él, la vida.

viernes, 3 de mayo de 2013

Con quién habla (por Floridor Pérez)

He visto a un hombre arrodillarse sobre un prado.
Jardinero que riega una flor subterránea,
no lleva regadera ni agua le falta
como si fluyera de su propio ser.
Estoy cerca de él, pero él
está lejos de todos y de todo.

Y sin embargo habla ¿con quién habla
este hombre que no habla con nadie?
Habla con alguien que fue él
y ahora sólo es parte de él y de la tierra:
lo increpa, ruega, lo maldice,
le golpea la cabeza con un por qué:
¿por qué / por qué / por qué / por qué?

Y no sabe -ni yo- ni nadie sabe
qué decirle a ese hombre que una tarde
-domingo en Concepción- riega su hija
en un parque, y le deja una flor
y un caballito blanco de juguete
para que vuelva a casa por la noche:

caballito blanco
llévame de aquí
llévame a la cuna
donde yo nací.


Y de noche la sueña: y en sueños se levanta
y la cubre, porque llueve en el sur
-ay, cómo llueve en su lecho de trébol-
y yo sueño con él, lo sueño niño
y en sueños se hace hombre
y se arrodilla sobre un prado,
se dobla como un herido a bala
pero no cae, se levanta
-con todo el peso del dolor se levanta-
y en sueños le pregunto ¿cómo? ¿cómo?

Y no sabe -ni yo- ni nadie sabe.

jueves, 2 de mayo de 2013

En dos (por Juan Ramón Jiménez)



¡Cómo, cantando, el pájaro,

en la cima de luz del chopo verde

al sol alegre de la tarde clara,

me parte el alma, a gusto, inmensamente en dos

-¡y qué sangre de música chorrea!-,

desde el cénit sin vuelta

a la tierra sin fondo!

miércoles, 1 de mayo de 2013

Malos (por Saiz de Marco)

Cuando eras niña tu lengua era sabia,
pero al crecer se fue deteriorando.

Vinieron "tramposo",
"especulador",
"déspota",
"xenófobo",
"esclavista"...

Vinieron voces oscurecedoras:
palabras torcidas, oblicuas, curvas.

Pero al principio sólo tenías "malo":

A la que hacía el mal la llamabas MALA.
Al que hacía sufrir le llamabas MALO.

Les llamabas por su nombre genuino:
su nombre de verdad,
su llano nombre.

Hablabas de ellos como debía ser.