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miércoles, 13 de febrero de 2013

He saltado fuera de mi piel (por Wislawa Szymborska)


Perdí unas pocas diosas camino del sur al norte,
también muchos dioses camino de este a oeste.
Un par de estrellas se apagaron para siempre, ábrete, oh cielo.
Una isla, otra se me perdió en el mar.
Ni siquiera sé dónde dejé mis garras,
quién anda con mi piel, quién habita mi caparazón.
Mis parientes se extinguieron cuando repté a tierra,
y sólo algún pequeño hueso dentro de mí celebra el aniversario.
He saltado fuera de mi piel, desparramado vértebras y piernas,
dejado mis sentidos muchas, muchas veces.
Hace tiempo que he guiñado mi tercer ojo a eso,
chasqueado mis aletas, encogido mis ramas.
Está perdido, se ha ido, está esparcido a los cuatro vientos.
Me sorprendo de qué poco queda de mí:
un ser individual, por el momento del género humano,
que ayer simplemente perdió un paraguas en un tranvía. 


11 comentarios:

Agridulce dijo...

Siempre me pareció que en todo esto de la evolución (tentáculos de los pulpos, trompas de los elefantes, canguritos marsupiales...), en todo esto hay mucho-mucho-mucho de poesía.

F. dijo...

Pues yo, Agri, me enamoré de los pulpos desde que vi la peli "El experimento del Doctor Quatermass".

Agridulce dijo...

L0 siento, F, no he visto el flim en cuestión, pero intentaré verlo o (como se dice ahora) visionarlo.

"Ahora que ya sabíamos decir pIlícula, resulta que como se dice es fLIm" (chiste de Forges)

F. cinéfilo dijo...

Bueno, Agri, va a ser difícil que la visiones, a no ser que acudas a la Filmoteca Nacional. Se trata de una vieja peli británica (Prod. Hammer, 1955), pionera del cine de ciencia-ficción europeo, y trata de una nave espacial que retorna a la tierra con el tripulante portador de un germen biológico extraterrestre, capaz de hacer mutar los organismos vivos que consiga contagiar. El astronauta va cambiando gradualmente de aspecto físico hasta convertirse en una especie de cefalópodo horrible con muy malas intenciones. Del recuerdo de aquel engendro de cartón piedra viene el comentario que te hice. Desde luego que los efectos especiales y el maquillaje eran muy rudimentarios, comparados con los de la industria cinematográfica de hoy, pero a los niños de aquella les aterrorizaban lo indecible. A mi me quedo el recuerdo del "pulpo" para siempre.
En cuanto a lo de la pilícula y el flin, el Forges lo debió de copiar (a veces los chistes tienen bastante de plagio) de una anécdota que se atribuye al desaparecido productor de cine Cesáreo González, creador de la productora Suevia Films, que producía casi todas las películas de Lola Flores, Joselito, y demás floclóricas de la época.También hizo algunos buenos films, como por ejemplo "Calle Mayor", "Historias de la Radio", etc. . Cesáreo era gallego y, como casi todos ellos, tenía propensión a cambiar la e por la i en ciertas palabras (los gallegos suelen decir "cefetiría, carneciría, lo promitía... A Pepiño blanco se le notaba mucho). Pues bien: contaban la anécdota de que en cierta ocasión que el cineasta gallego hablaba de cine con un colega, exclamó: "¡Coño, ahora resulta que se dice película...! Y yo que pensaba que era pilícula...
Bueno, Agri, me he despachado contigo con las cosas del cine. Cualquier duda que tengas me la puedes "vehicular". Incluso podemos ir alguna vez al cine juntos, if you like.

Aldonza Lorenzo dijo...


La amante ama un día. La madre, en cambio, toda la vida.

casa de citas dijo...


Un árabe regalaría antes a su mujer que a su camello. Me parece una idea sensacional (y eso que no tengo camello).

(GROUCHO)

Cide Hamete Benengeli dijo...


Cuántos se mueren de pena
porque les dejó su novia.
A mí me dejó la mía
y me he quedado en la gloria.

hAiKu dijo...

Nube, glaciar,
nieve, mar, charco, río...
Tú -agua- todo eso.

(CUQUI COVALEDA)

Fred dijo...

Agua seré,
carnecita eres tú,
Miss Covaleda.

Cuqui Covaleda dijo...

Gracias, mister Fred. Un beso.

Fuego de palabras dijo...

NATIVIDAD (José Watanabe)

Esta es tu patria, hijo mío,
un establo donde tu madre
ya duerme
de regreso a nuestra especie:
hasta ahora
ella era un animal mítico: el vientre
avanzado
y habitado
por Ti, entonces voraz nonato,
que le consumías hasta los huesos.

Soy un hombre añoso, he visto
todo. Sin embargo,
me sobrecoge mirarte, mi recién nacido:
a pesar de las madres
todo niño está abandonado
sobre la vastedad de una tierra callada.

Tu madre,
muchacha todavía sorprendida
por Ti, no cantó
una canción de cuna. Mirándote
sólo murmuró inacabablemente:
es espantoso esperar de Él
lo que esperan.