zUmO dE pOeSíA

zUmO dE pOeSíA
de todos los colores, de todos los sabores

ALEATORIUM: Saca un poema de nuestro almacén

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martes, 31 de agosto de 2010

Dos cuerpos (por Octavio Paz)

Dos cuerpos frente a frente
son a veces dos olas
y la noche es océano.

Dos cuerpos frente a frente
son a veces dos piedras
y la noche desierto.

Dos cuerpos frente a frente
son a veces raíces
en la noche enlazadas.

Dos cuerpos frente a frente
son a veces navajas
y la noche relámpago.

Dos cuerpos frente a frente
son dos astros que caen
en un cielo vacío.

lunes, 30 de agosto de 2010

Canción del emigrado (por Adam Zagajewski)

En ciudades ajenas venimos al mundo
y las llamamos patria, pero breve es
el tiempo concedido para admirar sus paredes y sus torres.
Caminamos de este a oeste, ante nosotros rueda
el gran aro del sol
ardiente, a través del cual, como en el circo,
salta ágilmente un león domado. En ciudades extrañas
contemplamos las obras de viejos maestros
y, sin asombro, en añejos cuadros vemos
nuestros propios rostros. Habíamos existido
antes, e incluso conocíamos el sufrimiento,
nos faltaban tan sólo las palabras. En la iglesia
ortodoxa de París los últimos rusos blancos,
encanecidos, rezan a Dios, varios lustros
más joven que ellos y, como ellos,
impotente. En ciudades ajenas
permaneceremos como los árboles, como las piedras.

domingo, 29 de agosto de 2010

Torturas (por Wislawa Szymborska)

Nada ha cambiado.
El cuerpo es doloroso,
necesita comer, respirar y dormir,
tiene piel fina y, debajo, sangre,
tiene buenas reservas de dientes y de uñas,
huesos quebradizos, articulaciones dúctiles.
Para las torturas todo se tiene en cuenta.

Nada ha cambiado.
El cuerpo tiembla como temblaba
antes y después de la fundación de Roma,
en el siglo veinte antes y después de Cristo,
las torturas son como fueron, aunque la tierra ha menguado
y diríase que todo sucede a la vuelta de la esquina.

Nada ha cambiado.
Salvo el número de habitantes por metro cuadrado,
a las viejas culpas de suman nuevas,
reales, imputadas, momentáneas y nulas,
pero el grito del cuerpo que las avala
era, es y será un grito de inocencia
según el baremo y escala seculares.
Nada ha cambiado.
Quizás los modales, las ceremonias y las danzas,
pero el gesto de brazos protegiendo una cabeza
sigue siendo el mismo.
El cuerpo se retuerce, forcejea para liberarse,
cae postrado, dobla las rodillas,
lividece, se hincha, babea y sangra.

Nada ha cambiado.
Salvo el curso de los ríos,
la línea de los bosques, costas, desiertos y glaciares.
Por esos parajes el alma yerra,
desaparece, vuelve, se acerca y se aleja,
ajena a sí misma e inasequible,
ora segura, ora insegura de su existencia,
mientras el cuerpo es, es y sigue siendo,
y no tiene donde cobijarse.

Miren esto (por Charles Bukowsky)

una noche llegó piel y huesos a mi puerta, mojado apaleado
temeroso
era un gato blanco bizco rabón
lo dejé entrar lo alimenté fue uno más en la casa
desarrolló hacia mí cierta cariñosa confianza
hasta que un buen día un conocido,
estacionando en mi cochera
pasó con su auto por encima del gato blanco bizco rabón
de inmediato llevé lo que quedaba de él a un veterinario que dijo:
“no hay mucho para hacer…dale estas pastillas… su espinazo
está aplastado, pero fue aplastado anteriormente y de algún modo
logró sanar, si sobrevive no volverá a caminar, mira
estas radiografías, le metieron un escopetazo,
mira estos puntos oscuros
son perdigones enquistados… además, alguna vez tuvo una cola
y alguien se la cortó…
me llevé el gato a casa, era un verano caliente, uno
de los más calientes en décadas, puse al gato en el piso del baño,
le serví agua, sus pastillas, no deseaba comer ni beber agua,
yo sumergía mi dedo en el agua, le humedecía la boca el hocico
y le hablaba, ese verano no fui a ningún lado, pasé muchos días
de ese verano en el baño hablándole, acariciándolo suavemente,
él me miraba con esos ojos que se le entrecruzaban
mientras tanto pasaban los días,
una tarde realizó su primer movimiento
arrastrándose con sus patas delanteras
(las traseras no querían moverse)
llegó hasta el rincón donde yo había preparado su cama
se arrastró un poco más y se dejo caer en ella,
fue para mí como el sonido de un clarín presagiando la victoria posible
aturdiendo el baño, desparramándose por la ciudad, yo
le conté entonces a ese gato que lo había pasado mal también, no tan mal,
pero bastante mal…
una mañana se irguió, se paró sobre sus patas, cayendo luego de espaldas,
me observaba mansamente.
“lo puedes hacer” le dije.
él insistió, se levantaba y volvía a caer, una y otra vez,
finalmente
caminó unos pocos pasos, era la viva imagen de un borracho
sus patas se negaban a obedecerle, cayó nuevamente, descansó
y nuevamente se levantó.
ustedes conocen el resto de la historia: está mejor que nunca,
bizco casi sin dientes, pero ha recuperado su gracia, y esa mirada
de sus ojos, pícara, no lo ha abandonado…
algunas veces me hacen entrevistas, ellos desean saber
de mi vida, de mi literatura,
yo me emborracho, alzo en brazos a mi gato
bizco, herido de bala, atropellado dos veces, rabón
y digo: “miren, miren esto!!!”
ellos no entienden nada, insisto, nada de nada, preguntan
algo por el estilo de: ” “reconoce usted influencias de Celine?”.
“no”, levanto mi gato, “por lo que sucede, con cosas
como ésta, como ésta !!!”.
sacudo a mi gato, lo llevo
hacia la luz brumosa por el humo y el alcohol, está relajado, él sabe…
este es el momento en que la entrevista finaliza
a veces me siento orgulloso cuando miro las fotografías
ahí estoy yo, ahí está mi gato, hemos sido
retratados juntos
él también comprende que son estupideces, pero que de alguna manera te ayudan.

sábado, 28 de agosto de 2010

Te regalaré un abismo (por Roberto Bolaño)

Te regalaré un abismo, dijo ella,
pero de tan sutil manera que sólo lo percibirás
cuando hayan pasado muchos años
y estés lejos de México y de mí.
Cuando más lo necesites lo descubrirás,
y ese no será
el final feliz,
pero sí un instante de vacío y de felicidad
Y tal vez entonces te acuerdes de mí,
aunque no mucho.

viernes, 27 de agosto de 2010

El dolor nos agarra (por César Vallejo)

Y, desgraciadamente,
el dolor crece en el mundo a cada rato,
crece a treinta minutos por segundo, paso a paso,
y la naturaleza del dolor, es el dolor dos veces
y la condición del martirio, carnívora, voraz,
es el dolor dos veces
y la función de la yerba purísima, el dolor
dos veces
y el bien de ser, dolernos doblemente.

Jamás, hombres humanos,
hubo tanto dolor en el pecho, en la solapa, en la cartera,
en el vaso, en la carnicería, en la aritmética!
Jamás tanto cariño doloroso,
jamás tanta cerca arremetió lo lejos,
jamás el fuego nunca
jugó mejor su rol de frío muerto!
Jamás, señor ministro de salud, fue la salud
más mortal
y la migraña extrajo tanta frente de la frente!
Y el mueble tuvo en su cajón, dolor,
el corazón, en su cajón, dolor,
la lagartija, en su cajón, dolor.

Crece la desdicha, hermanos hombres,
más pronto que la máquina, a diez máquinas, y crece
con la res de Rousseau, con nuestras barbas;
crece el mal por razones que ignoramos
y es una inundación con propios líquidos,
con propio barro y propia nube sólida!

Invierte el sufrimiento posiciones, da función
en que el humor acuoso es vertical
al pavimento,
el ojo es visto y esta oreja oída,
y esta oreja da nueve campanadas a la hora
del rayo, y nueve carcajadas
a la hora del trigo, y nueve sones hembras
a la hora del llanto, y nueve cánticos
a la hora del hambre y nueve truenos
y nueve látigos, menos un grito.

El dolor nos agarra, hermanos hombres,
por detrás, de perfil,
y nos aloca en los cinemas,
nos clava en los gramófonos,
nos desclava en los lechos, cae perpendicularmente
a nuestros boletos, a nuestras cartas;
y es muy grave sufrir, puede uno orar...
Pues de resultas
del dolor, hay algunos
que nacen, otros crecen, otros mueren,
y otros que nacen y no mueren, otros
que sin haber nacido, mueren, y otros
que no nacen ni mueren (son los más).
Y también de resultas
del sufrimiento, estoy triste
hasta la cabeza, y más triste hasta el tobillo,
de ver al pan, crucificado, al nabo,
ensangrentado,
llorando, a la cebolla,
al cereal, en general, harina,
a la sal, hecha polvo, al agua, huyendo,
al vino, un ecce-homo,
tan pálida a la nieve, al sol tan ardido!
¡Cómo, hermanos humanos,
no deciros que ya no puedo y
ya no puedo con tanto cajón,
tanto minuto, tanta
lagartija y tanta
inversión, tanto lejos y tanta sed de sed!
Señor Ministro de Salud: ¿qué hacer?
¡Ah! desgraciadamente, hombre humanos,
hay, hermanos, muchísimo que hacer.

jueves, 26 de agosto de 2010

La mosca juzga a miss Universo (por José Emilio Pacheco)

Qué repugnantes los humanos.
Qué maldición
tener que compartir el aire nuestro con ellos.

Y lo más repulsivo es su fealdad.
Miren a ésta.
La consideran hermosísima.
Para nosotras es horrible.
Sus piernas no se curvan ni se erizan de vello.
Su vientre no es inmenso ni está abombado.

Su boca es una raya: no posee
nuestras protuberancias extensibles.
Parecen despreciables esos ojillos
en vez de nuestros ojos que lo ven todo.

Asco y dolor nos dan los indefensos.
Si hubiera Dios no existirían los humanos.
Viven tan sólo para hostilizarnos
con su odio impotente.

Pero los compadezco: no tienen alas
y por eso se arrastran en el infierno.

miércoles, 25 de agosto de 2010

Ella me amaba (por Edgar Lee Masters)

Ella me amaba. ¡Oh, cómo me amaba!
No logré nunca esquivarla
desde el día en que me vio por vez primera.
Pero después, cuando nos casamos, pensé
que podría demostrar su mortalidad y dejarme libre,
o que podría divorciarse de mí.
Pero pocas mueren, ninguna renuncia.
Entonces me escapé y anduve un año de parranda.
Sin embargo nunca se lamentó. Decía que todo saldría
bien, que yo volvería. Y volví.
Le dije que mientras remaba en un bote
había sido capturado cerca de la calle Van Buren
por piratas del lago Michigan,
y atado con cadenas, así que no pude escribirle.
¡Ella lloró y me besó, y dijo que eso era cruel,
ultrajante, inhumano!
Comprendí entonces que nuestro matrimonio
era un designio divino
y no podría ser disuelto
sino por la muerte.
Tuve razón.

lunes, 23 de agosto de 2010

Así he vivido (por Luis Rosales)

Como el náufrago metódico que contase las olas
que faltan para morir,
y las contase, y las volviese a contar, para evitar
errores, hasta la última,
hasta aquella que tiene la estatura de un niño
y le besa y le cubre la frente,
así he vivido yo con una vaga prudencia de
caballo de cartón en el baño,
sabiendo que jamás me he equivocado en nada,
sino en las cosas que yo más quería.

domingo, 22 de agosto de 2010

A nosotros también nos llamó el mar (por Saiz de Marco)

En la playa se fue haciendo de noche, pero el mar me pedía seguir dentro.

Hasta entonces no había reparado en ésos que a mi lado flotaban: Los pálpitos, las ilusiones, los destellos fugaces de alegría… También la decepción, los desengaños, todo cuanto perdí por el camino…

Allí estaban, flotando junto a mí.

Extendí mis brazos para abarcarlos. Removí unos con otros y les dije:

“No sabía que vivierais aquí, ni que fuerais amigos unos de otros”.

“No vivimos aquí” -me contestaron. “Hemos salido al mecer de las olas: a nosotros también nos llamó el mar. En realidad estábamos en ti, y ahora tenemos ya que volver dentro”.

“Ya entiendo” -añadí entonces. “Sois yo”.

Asintieron. Y uno a uno fueron entrando, regresando al lugar donde me viven.

viernes, 20 de agosto de 2010

Y no nos dimos cuenta (por Vicente Huidobro)

Éramos los elegidos del sol
Y no nos dimos cuenta
Fuimos los elegidos de la más alta estrella
Y no supimos responder a su regalo
Angustia de impotencia
El agua nos amaba
La tierra nos amaba
Las selvas eran nuestras
El éxtasis era nuestro espacio propio
Tu mirada era el universo frente a frente
Tu belleza era el sonido del amanecer
La primavera amada por los árboles
Ahora somos una tristeza contagiosa
Una muerte antes de tiempo
El alma que no sabe en qué sitio se encuentra
El invierno en los huesos sin un relámpago
Y todo esto porque tú no supiste lo que es la eternidad
Ni comprendiste el alma de mi alma en su barco de
tinieblas
En su trono de águila herida de infinito

jueves, 19 de agosto de 2010

De noche (por José Emilio Pacheco)

De noche los ratones poseen
tus orgullosas propiedades privadas
Los mosquitos lancean el cuerpo que amas
Las cucarachas burlan tus medidas higiénicas
Malos sueños afrentan tu respetabilidad
Bajan los gatos a orinar tu soberbia

miércoles, 18 de agosto de 2010

Y una sonrisa (por Fernando Pessoa)

Iba yo por la calle pensando impreciso,
triste a mi manera.
Cruzó un muchacho, me miró, y una sonrisa
le iluminó todo el rostro.
Bien sé, bien sé, que sonreirá así
a otro cualquiera.
Pero entonces sonrió así para mí…
¿Qué más puedo querer?
No soy en esta vida ni yo ni nadie,
voy sin ser ni plazo...
Que al menos en la calle me sonría alguien
aunque sea por azar.

martes, 17 de agosto de 2010

Ellos los pájaros (por Lawrence Ferlinghetti)

Esta noche
el mar está en calma
en las playas de Dover
En el crepúsculo creciente
los pájaros
gritan
en su llanto
las sílabas
de alguna palabra
deconstruida
que nosotros
aún no logramos descifrar
que explique
nuestra existencia
Y ellos los pájaros
elevándose
cargan en sus alas
la luz última
y vuelan con ella
sobre el horizonte
guardando
el secreto

lunes, 16 de agosto de 2010

Sintigo en mi destierro (por Carlos Edmundo de Ory)

Estar contigo es un vocablo insólito
y el día que se rompa en pedacitos
el enorme silencio del olvido
será un eco anacrónico en mis noches

Alejanado de tu hechura a tientas
repitiendo sintigo en mi destierro
ya no cultivaré la corteza uniforme
de una estrella en la punta de mis dedos

Eres tan espantosamente joven
que estar contigo es un regalo loco

domingo, 15 de agosto de 2010

Has llegado a tu casa (por Luis Rosales)

has llegado a tu casa y has cerrado la puerta
con aquel mismo gesto con que se tira un día,
con que se quita la hoja atrasada al calendario
cuando todo es igual y tú lo sabes.
Has llegado a tu casa,
y, al entrar,
has sentido la extrañeza de tus pasos
que estaban ya sonando en el pasillo antes de que llegaras,
y encendiste la luz, para volver a comprobar
que todas las cosas están exactamente colocadas, como estarán dentro de un año,
y después,
te has bañado, respetuosa y tristemente, lo mismo que un suicida,
y has mirado tus libros como miran los árboles sus hojas,
y te has sentido solo,
humanamente solo,
definitivamente solo porque todo es igual y tú lo sabes.

sábado, 14 de agosto de 2010

Testamento (por Georges Brassens)

Estaré triste como un sauce
cuando el Dios que me sigue por todas partes
me diga, la mano en el hombro
“Vete a ver si estoy allá arriba”.
Entonces, del cielo y de la tierra
será necesario hacer mi duelo.
¿Está aún de pie la encina
o el pino de mi ataúd?

Si hay que ir hasta el cementerio
tomaré el camino más largo
haré novillos el dia de mi funeral
dejaré la vida a empujones
Tanto peor si los enterradores me regañan
tanto peor si me creen loco de atar
Quiero partir para el otro mundo
tomando el camino más largo.

Antes de ir a hacer requiebros
a las bellas almas de las condenadas
sueño aún con un amorcito
sueño aún con liarme con unas faldas
decir aún una vez “te quiero”
perder aún una vez el norte
deshojando el crisantemo
que es la margarita de los muertos.

Dios quiera que mi viuda se duela
al enterrar a su compañero
y que para hacer que vierta lágrimas
no hagan falta cebollas.

Que ella tome en segundas nupcias
un esposo de mi aspecto
él podrá aprovechar mis botas
mis pantuflas y mis trajes.

Que beba mi vino, que ame a mi mujer
que fume mi pipa y mi tabaco
pero que nunca –por mi alma-
nunca azote a mis gatos
aunque yo no tengo un átomo
una sombra de maldad
si azota a mis gatos, habrá un fantasma
que vendrá a perseguirlo.

Aquí yace una hoja muerta
aquí acaba mi testamento.
Han escrito encima de mi puerta
“Cerrado por defunción”.
He dejado la vida sin rencor
no me dolerán más las muelas
Aquí estoy en la fosa común
en la fosa común del tiempo.

viernes, 13 de agosto de 2010

Sin saber qué perdía (por Saiz de Marco)

Trenes en que no subí
(vosotros decíais “sube” pero no os hice caso).
Estaciones en que no bajé
(vosotras decíais “baja” pero seguí en mi asiento).

“Tren estacionado en vía 8 va a efectuar su salida”
“Próxima estación con parada…”

A pesar de que erais trenes apetecibles,
de largo recorrido,
con destinos curiosos.
A pesar de que erais estaciones bonitas,
alegres, soleadas,
justo al lado de un pueblo.

Y yo sin saber,
trenes,
adónde conducíais.
Sin saber,
estaciones,
lo que me reservabais.
Sin saber qué perdía,
qué abandonaba
allí.

Estaciones de paso,
trenes que ya partisteis
(todos aquellos nombres que oí por megafonía):
espero que no estéis enfadados conmigo.
Si de nuevo cruzáis por mi vida o raíles,
quizá esta vez
os tome.

jueves, 12 de agosto de 2010

Hay un pozo (por Carlos Marzal)

Por más que aburras esa melodía
monótona y brumosa de la vida diaria,
y que te amansa;
por más lobo sin dientes que te creas;
por más sabiduría y experiencia y paz de espíritu;
por más orden con que hayas decorado las paredes,
por más edad que la edad te haya dado,
por muchas otras vidas que los libros te alcancen,
y añade lo que quieras a esta lista,
hay un pozo salvaje al fondo de ti mismo,
un lugar que es tan tuyo como tu propia muerte.
Es de piedra y de noche, y de fuego y de lágrimas.
En sus aguas dudosas
reposa desde siempre lo que no está dormido,
un remoto lugar donde se fraguan
las abominaciones y los sueños,
la traición y los crímenes.
Es el pozo de lo que eres capaz
y en él duermen reptiles, y un fulgor
y una profunda espera.
Es tu rostro también, y tú eres ese pozo.

Ya sé que lo sabías. Por lo tanto,
acepta, brinda y bebe.



miércoles, 11 de agosto de 2010

Todos han muerto (por César Vallejo)

Todos han muerto.
Murió doña Antonia, la ronca, que hacía pan barato en el burgo.
Murió el cura Santiago, a quien placía le saludasen los jóvenes y las mozas, respondiéndoles a todos, indistintamente: "Buenos días, José! Buenos días, María!"
Murió aquella joven rubia, Carlota, dejando un hijito de meses, que luego también murió a los ocho días de la madre.
Murió mi tía Albina, que solía cantar tiempos y modos de heredad, en tanto cosía en los corredores, para Isidora, la criada de oficio, la honrosísima mujer.
Murió un viejo tuerto, su nombre no recuerdo, pero dormía al sol de la mañana, sentado ante la puerta del hojalatero de la esquina.
Murió Rayo, el perro de mi altura, herido de un balazo de no se sabe quién.
Murió Lucas, mi cuñado en la paz de las cinturas, de quien me acuerdo cuando llueve y no hay nadie en mi experiencia.
Murió en mi revólver mi madre, en mi puño mi hermana y mi hermano en mi víscera sangrienta, los tres ligados por un género triste de tristeza, en el mes de agosto de años sucesivos.
Murió el músico Méndez, alto y muy borracho, que solfeaba en su clarinete tocatas melancólicas, a cuyo articulado se dormían las gallinas de mi barrio, mucho antes de que el sol se fuese.
Murió mi eternidad y estoy velándola.

martes, 10 de agosto de 2010

Transustanciación (por Vicente Huidobro)

Yo estoy ausente, pero en el fondo de esta ausencia
hay la espera de mí mismo
Y esta espera es otro modo de presencia
la espera de mi retorno
Yo estoy en otros objetos
ando de viaje dando un poco de mi vida
a cierto árboles y ciertas piedras
que me han esperado muchos años

Se cansaron de esperarme y se sentaron

Yo no estoy y estoy
Estoy ausente y estoy presente en estado de espera
Ellos querrían mi lenguaje para expresarse
y yo querría el de ellos para expresarlos
He aquí el equívoco, el atroz equívoco

Angustioso, lamentable
Me voy adentrando en estas plantas
Voy dejando mis ropas
Se me van cayendo las carnes
y mi esqueleto se va revistiendo de cortezas

Me estoy haciendo árbol. Cuántas veces me he ido convirtiendo en otras cosas…
Es doloroso y lleno de ternura

Podría dar un grito pero se espantaría la transustanciación
Hay que aguardar en silencio. Esperar en silencio

lunes, 9 de agosto de 2010

Todavía no se cae (por Julio Cortázar)

Yo no sé, mira, es terrible cómo llueve. Llueve todo el tiempo, afuera tupido y gris,
aquí contra el balcón con goterones cuajados y duros, que hacen plaf
y se aplastan como bofetadas uno detrás de otro, qué hastío.
Ahora aparece una gotita en lo alto del marco de la ventana;
se queda temblequeando contra el cielo que la triza en mil brillos apagados,
va creciendo y se tambalea, ya va a caer y no se cae, todavía no se cae.
Está prendida con todas las uñas, no quiere caerse
y se la ve que se agarra con los dientes, mientras le crece la barriga;
ya es una gotaza que cuelga majestuosa,
y de pronto zup, ahí va, plaf, deshecha, nada, una viscosidad en el mármol.
Pero las hay que se suicidan y se entregan enseguida, brotan en el marco
y ahí mismo se tiran; me parece ver la vibración del salto,
sus piernitas desprendiéndose y el grito que las emborracha
en esa nada del caer y aniquilarse.
Tristes gotas, redondas inocentes gotas. Adiós gotas. Adiós.

domingo, 8 de agosto de 2010

Es la hora del plomo (por Emily Dickinson)

Después de un gran dolor, uno se hace formal.
Los nervios se apoltronan, como tumbas.
El corazón ya tieso se pregunta
si fue él quien lo pudo soportar,
si fue ayer o hace siglos.
Los pies, igual a autómatas, recorren
en el suelo, en el aire, en el vacío
un sendero del bosque
que ha nacido al descuido.
Resignación de cuarzo, como piedra.
Es la hora del plomo.
Si se la sobrevive, es recordada
como quien soportó nieves glaciales,
frío -al principio-, luego aturdimiento,
después dejarse ir.

sábado, 7 de agosto de 2010

El cuento es muy sencillo (por Mario Benedetti)

El cuento es muy sencillo
usted nace en su tiempo
contempla atribulado
el rojo azul del cielo
el pájaro que emigra
y el temerario insecto
que será pisoteado
por su zapato nuevo.

Usted sufre de veras
reclama por comida
y por deber ajeno
o acaso por rutina
llora limpio de culpas
benditas o malditas
hasta que llega el sueño
y lo descalifica.

Usted se transfigura
ama casi hasta el colmo
logra sentirse eterno
de tanto y tanto asombro
pero las esperanzas
no llegan al otoño
y el corazón profeta
se convierte en escombros.

Usted por fin aprende
y usa lo aprendido
para saber que el mundo
es como un laberinto
en sus momentos claves
infierno o paraíso
amor o desamparo
y siempre, siempre un lío.

Usted madura y busca
las señas del presente
los ritos del pasado
y hasta el futuro en ciernes
quizá se ha vuelto sabio
irremediablemente
y cuando nada falta
entonces usted muere.

El cuento es muy sencillo.

viernes, 6 de agosto de 2010

Las cercas de tu patio (por Tania Alegría)

A veces te despiertas y es como si murieses de espanto y de extrañeza
al vislumbrar el día, discernir sus escollos,
evaluar cuántos pasos te alejan de la noche.

Árido suelo espera la impronta de tu mano
y no hay más que un puñado de arcilla para erguir
la colosal muralla que encierra tus silencios.

Tan sola que tu sombra no cruzará contigo el gres de los umbrales,
tan muda que las voces no encontrarán el rumbo que lleva hacia tus tímpanos,
construirás, obstinada, las cercas de tu patio.

Y nada llegará incólume al crepúsculo.

Vendrá la luna clara a alumbrar los despojos
mientras de tu mirada los pájaros emigran.

Mañana volverás, sin otros argumentos
más que tu mano obrera y un puñado de arcilla,
a construir los muros que encierran tus silencios.

jueves, 5 de agosto de 2010

Perdonad, tengo prisa (por Gloria Fuertes)

Todo el pasado se quiere apoderar de mí
y yo me quiero apoderar del futuro,
me dislocan la cabeza para que mire atrás
y yo quiero mirar adelante.


No me asustan la soledad y el silencio,
son los lugares preferidos de Dios
para manifestarse.


Mi eterna gratitud a los que me quieren,
siempre les recordaré a la hora del sol.


No puedo detenerme,
perdonad, tengo prisa,
soy un río de fuerza, si me detengo
moriré ahogada en mi propio remanso.


miércoles, 4 de agosto de 2010

Sólo encontré una verdad y la he perdido (por Francisco Umbral)

Sólo encontré una verdad en la vida, hijo, y eras tú.
Sólo encontré una verdad en la vida y la he perdido.
Vivo de llorarte en la noche con lágrimas que queman la oscuridad.
Soldadito rubio que mandaba en el mundo, te perdí para siempre.
Tus ojos cuajaban el azul del cielo. Tu pelo doraba la calidad del día.
Lo que queda después de ti, hijo, es un universo fluctuante, sin consistencia,
como dicen que es Júpiter, una vaguedad nauseabunda de veranos e inviernos,
una promiscuidad de sol y sexo, de tiempo y muerte, a través de todo lo cual vago
solamente porque desconozco el gesto que hay que hacer para morirse.
Si no, haría ese gesto y nada más.

martes, 3 de agosto de 2010

Existe para que te pueda odiar (por Fernando Pessoa)

Dios personal, dios gente de los que creen,
¡existe para que te pueda odiar!
Quiero alguien a quien poder
lanzar la maldición de mi vida que morí,
y no sólo al vacío de la noche muda
que no me oye.

lunes, 2 de agosto de 2010

Todo llega tarde (por Jack Kerouac)

La Luz llega tarde

porque


sucede después de que te has dado cuenta
Tú no ves la luz
hasta que la sensación de ver la luz
es registrada en la Percepción


La Percepción notifica a la Discriminación,
etc., lo Consciente

Hasta entonces no había luz
de modo que la luz llega tarde

La oscuridad llega tarde
Tú no concibes la oscuridad
hasta que tuviste la luz tarde
cuando entendiste la diferencia
Entre polos iguales brillantes
con ideas arbitrarias
acerca de que algo es de esta manera
o de aquélla, morando en esta morada,
negando en esa morada
Shock igual, positivo, eléctrico,
espiral, dacoit, torre,
aceite, todo llega tarde

domingo, 1 de agosto de 2010

Qué va a quedar de mí (por José Emilio Pacheco)

¿Qué va a quedar de mí cuando me muera
sino esta llave ilesa de agonía,
estas pocas palabras con que el día,
dejó cenizas de su sombra fiera?

¿Qué va a quedar de mí cuando me hiera
esa daga final? Acaso mía
será la noche fúnebre y vacía
que vuelva a ser de pronto primavera.

No quedará el trabajo, ni la pena
de creer y de amar. El tiempo abierto,
semejante a los mares y al desierto,

ha de borrar de la confusa arena
todo lo que me salva o encadena.
Más si alguien vive yo estaré despierto.