zUmO dE pOeSíA

zUmO dE pOeSíA
de todos los colores, de todos los sabores

ALEATORIUM: Saca un poema de nuestro almacén

Ver una entrada al azar

sábado, 31 de julio de 2010

Una mujer corría (por Ángela Figuera Aymerich)

Una mujer corría.
Jadeaba y corría.
Tropezaba y corría.
Con un miedo macizo debajo de las cejas
y un niño entre los brazos.

Corría por la tierra que olía a recién muerto.
Corría por el aire con sabor a trilita.
Corría por los hombres erizados de encono.

Miraba a todos lados.
Quería detenerse.
Sentarse en un ribazo con su hijo menudo.
Sentarse en un ribazo y amamantar en paz.

Pero no hallaba sitio.
No encontraba reposo.
No lograba la pausa sosegada y segura
que las madres precisan.
Ese viento apacible que jamás se interpone
entre el pecho y el labio.

Buscaba cerca y lejos.
Buscaba por las calles,
por los jardines y bajo los tejados,
en los atrios de las iglesias,
por los caminos desnudos y carreteras arboladas.
Buscaba un rincón sin espantos,
un lugar aseado para colocar una cuna.

Y corría y corría.
Dio la vuelta a la tierra.
Buscando.
Huyendo.
Y no encontraba sitio.
Y seguía corriendo.

Y el niño sollozaba débilmente.
Crecía débilmente
colgado de su carne fatigada.

viernes, 30 de julio de 2010

Sólo tu recuerdo (por Vladimira Pund)

Deja que me cobije bajo tu sonrisa de plumas blancas
ooooooh! formol de lo único mío
caronte de mi infancia ahogada.

Deja que descanse cansada de explotar
en el único paraíso que he conocido.

Sólo tu recuerdo bombea mi esperanza
y empuja el tapón del vacío.

jueves, 29 de julio de 2010

Poemas tristes (por Saiz de Marco)

Todos los que escriben poemas tristes
yo por ejemplo
como si la vida no les gustara,
como si sólo hallaran melancolía y tristeza…
mienten
mentimos.
En realidad disfrutan
disfrutamos
con escribir:
de la vida gozamos escribiendo.
Otra clase de disfrute.
De modo que no son somos
tan sufridores:
no se puede escribir si no se vive.
Por lo que sí celebramos
estar vivos.
Con lo que nadie debe tomar en serio
los quebrantos duelos
de esos farsantes.

miércoles, 28 de julio de 2010

Más feliz que todos (por Lawrence Ferlinghetti)

podría decir que quizás ella era más feliz
que todos
esa vieja solitaria del chal
en el tren de vagones naranja
con el pequeño pájaro manso
en su pañuelo
al que le canturreaba
todo el tiempo
mia mascotta
mia mascotta
y ni uno de los excursionistas de domingo
con sus botellas y sus canastas
le ponía atención
y el vagón
chirriaba a través de los maizales
tan lentamente que
las mariposas
entraban y salían

martes, 27 de julio de 2010

A punto de perforarse (por Gottfried Benn)

Todo está pulcro y preparado para el corte.
Los cuchillos humean. El abdomen marcado.
Bajo paños blancos hay algo que gime.
“Doctor, todo está listo.”
La primera incisión. Como si el pan se rebanara.
“¡Pinzas!” Algo púrpura brota.
Más profundo. Los músculos: húmedos, brillantes, frescos.
¿Hay un ramo de rosas sobre la mesa?
¿Es pus lo que salta?
¿Habrán cortado el intestino?
“Doctor, si se para contra la luz,
ni el diablo puede ver el diafragma.
Anestesia, no puedo operar,
el hombre se va de paseo con su estómago.”
Silencio, pesado, húmedo. En el vacío
tintinea una tijera en el suelo.
Y la enfermera angelical
ofrece algodones esterilizados.
“¡No puedo encontrar nada en esta porquería!”
“La sangre se oscurece. ¡Quíteme la mascarilla!”
“Pero —Dios del cielo— querido,
¡apriete esos talones!”
Todo deforme. ¡Por fin: aquí está!
“¡El hierro candente, enfermera!” Un siseo.
Por esta vez tuviste suerte, hijo mío.
La cosa estaba a punto de perforarse.
“¿Ve usted la pequeña mancha verde?
Tres horas y el estómago se llenaba de mierda.”
Vientre cerrado, piel cosida. “¡Esparadrapos, acá!
Buenos días señores.”
La sala se vacía.

Furiosa, castañea y rechina con las mejillas.
La muerte se escurre a la barraca de los cancerosos.

lunes, 26 de julio de 2010

¿Has pensado en la paciencia? (por Antonio Gamoneda)

Siéntate en medio de las ruinas, siéntate con dulzura en el medio o al borde de las ruinas.


Son nuestra única propiedad y yo comienzo a distinguir algunas
semillas y láudano y ciertos coágulos obedientes al
ejercicio de la luz.



De esta pasión, de los proverbios posteriores a tu vértigo, del
animal que llora y su piedad está sobre nosotros,


tú deducirías lacre y lo pondrías en mis ojos, o quizá limaduras
de níquel y otras materias aborrecibles.


Sin embargo tú amabas la suntuosidad de las banderas en el azul,
encima de las bodegas.


¿Sabes qué es el olvido? ¿Qué has encontrado tú en la reserva del
olvido?


Todas las enseñanzas se extinguieron como carburo en el fondo de
galerías inacabadas;


todas las enseñanzas menos la palpitación del bosque y algunas
huellas sobre mi carne.


El río desciende aún y yo no siento ahora sino el olor del agua.


Tus hijos y mis hijas se sumergen en el río y los que no
olvidaron no se acercan nunca porque serían recibidos y
quizá entrasen en nuestros cuerpos y morirían.


¿Has pensado en la paciencia, has pensado en la paciencia
semejante a ónice, en la paciencia excavando tumbas en el
sonido, abandonando telas inicuas a los vientos que
llegarán, que llegarán como cada vez después de las
expulsiones?


La ciudad no está limpia, pero en los ejidos hay irritación y el
cornezuelo y el centeno cohabitan y crece un alimento que
será comido por nuestros hijos.

domingo, 25 de julio de 2010

Sin saber por qué (por Carlos Edmundo de Ory)

He vuelto ahora sin saber por qué
a estar triste más triste que un tintero
Triste no soy o si lo soy no sé
la maldita razón porque no quiero

He vuelto ahora sin saber por qué
a estar triste en las calles de mi raza
He vuelto a estar más triste que un quinqué
más triste que una taza

Estoy sentado ahora en un café
y mi alma late late
de sed de no sé qué
tal vez de chocolate

No quiero esta tristeza medular
que nos da un golpe traidor en una tarde
Pide cerveza y basta de pensar
El cerebro está oscuro cuando arde.

sábado, 24 de julio de 2010

Dejadme ya con ellos (por Emilio Coco)

Dejadme ya con ellos, con mis muertos.
Con tía Franca y su tímida sonrisa
dentro del marco oval de oro falso,
que se angustia las veces que no acudo
a la cita habitual de cada sábado.
Debajo está tía Gina que ha llegado
en enero de este año a mi despecho,
sin avisarme se marchó en el día
del bautismo de Alessio. No debías
hacerme esta injusticia. Te he llorado
encerrado en mi cuarto en Espinardo
mientras comían paella con mariscos
y brindaban con cava catalán.
Un poco más arriba están mis padres,
él con trinchera y el cabello espeso,
ella con traje negro, demacrada.
Finalmente, lindando con el techo,
reunidos todos en el mismo nicho,
la madre y dos hermanos de las tías,
el abuelo Michele que leía,
para pasar el tiempo, la Gaceta
mascando caramelos que compraba
con el diario en el bar de calle Roma.
Para ti hemos guardado el mejor sitio,
a la vista de todos, en el centro.
Faltan sólo la lápida y la foto.

viernes, 23 de julio de 2010

Al fondo del río y de mí (por José Saramago)

Del ovillo enmarañado de la memoria, de la
oscuridad, de los nudos ciegos, tiro de un hilo
que me aparece suelto.
Lo libero poco a poco, con miedo de que se
deshaga entre mis dedos.
Es un hilo largo, verde y azul, con olor a cieno,
y tiene la blandura caliente del lodo vivo.
Es un río.
Me corre entre las manos, ahora mojadas.
Toda el agua me pasa por entre las palmas
abiertas, y de pronto no sé si las aguas nacen
de mí o hacia mí fluyen.
Sigo tirando, no ya sólo memoria, sino el propio
cuerpo del río.
Sobre mi piel navegan barcos, y soy también los
barcos y el cielo que los cubre y los altos
chopos que lentamente se deslizan sobre la
película luminosa de los ojos.
Nadan peces en mi sangre y oscilan entre dos aguas
como las llamadas imprecisas de la memoria.
Siento la fuerza de los brazos y la vara que los
prolonga.
Al fondo del río y de mí, baja como un lento
y firme latir del corazón.
Ahora el cielo está más cerca y cambió de color.
Y todo él es verde y sonoro porque de rama en
rama despierta el canto de las aves.
Y cuando en un ancho espacio el barco se detiene,
mi cuerpo desnudo brilla bajo el sol, entre el
esplendor mayor que enciende la superficie de
las aguas.
Allí se funden en una sola verdad los recuerdos
confusos de la memoria y el bulto súbitamente
anunciado del futuro.
Un ave sin nombre baja de no sé dónde y va a
posarse callada sobre la proa rigurosa del barco.
Inmóvil, espero que toda el agua se bañe de azul
y que las aves digan en las ramas por qué son
altos los chopos y rumorosas sus hojas.
Entonces, cuerpo de barco y de río en la dimensión
del hombre, sigo adelante hasta el dorado
remanso que las espadas verticales circundan.
Allí, tres palmos enterraré mi vara hasta la piedra
viva.
Habrá un gran silencio primordial cuando las
manos se junten con las manos.
Después lo sabré todo.

jueves, 22 de julio de 2010

En ese difuso estamos presentes (por Eduardo Anguita)

Debajo del agua encima de la tierra
En los bosques para el tacto en el fuego
Sobre o entre el cielo transformado en el peor ahogo
Bajo las miradas asfixiantes de los seres
Entre las hojas siempre verdes listas a escuchar
En medio de las sombras los cuerpos de la luz
En el mundo o el sueño
El hombre roba lo que puede a la verdad

Muy náufrago soy pero no ceso en mi trabajo
De poner calor al frío agua a la aspereza
Mi trabajo es verdaderamente inmoral
Hasta el momento de morir nadie descansa
Equilibrando contrapesando queriendo saber
Con nuestro orgullo que quiere tomar parte en la naturaleza
Con nuestros vestidos contra la desnudez
Nuestras palabras contra el silencio
Nuestra población contra la soledad
Nuestro andar contra la vejez
Sólo logramos creer en algo difuso
Porque en ese difuso estamos presentes
Pero con nuestro saber sólo logramos
Robar algo a la verdad
Equilibrar todo negar el desorden verdadero

(Sin duda, es lamentable nuestro afán impurificador. El astrónomo, el físico, el paleontólogo son los peores canallas Dormid, señores: dejad nuestra admirable confusión natural en donde deben moverse las plantas con su calor primitivo, interceptarse los astros sin clasificación y las flores romper el paso por nuestra sien: Hombres que aman la mugre de un falso conocimiento; sólo logran ensuciar con su aliento lo que podrían contemplar frente a frente, en el éxtasis, o en el sueño, que son buenos medios de contacto).

las abejas en su catre de bronce
los gallos inventando juegos sobre el mármol
los gobiernos intranquilos la revolución como moscas
a los cristales de la sordera no llames
volemos entre las ampolletas qué campanadas más tontas
róbale a la verdad róbale una cinta

El hombre nace en el movimiento
Todo equilibrio toda detención
Irrealizan el mundo en su pura impureza
El cielo que cubre todas estas cosas
Estas pequeñas luchas trascendentes
Podría decir

'No llevándote nada de mí
llevas mi mayor parte'
Pero en vez del cielo hablamos nosotros
Y en vez de la hormiga salada -para nuestra desgracia-
La sal detiene los alimentos.




miércoles, 21 de julio de 2010

El disfraz que vestí estaba equivocado (por Fernando Pessoa)

Y hoy no hay mendigo a quien no envidie
sólo por no ser yo.
Le miro a cada uno los andrajos y las llagas
y la mentira,
y pienso: tal vez nunca vivieses ni estudiases,
ni amases ni creyeses
(porque es posible hacer la realidad de todo eso
sin hacer nada de eso):
tal vez hayas existido apenas, como un lagarto
a quien cortan la cola
y que es cola hacia aquí del lagarto revolviéndose.
Hice de mí lo que supe,
y lo que podía hacer de mí no lo hice.
El disfraz que vestí estaba equivocado,
me tomaron luego por quien no era y no lo
desmentí, y me perdí.
Cuando quise quitarme la máscara,
estaba pegada a la cara.
Cuando la tiré y me vi en el espejo,
ya había envejecido, estaba ebrio, ya no
sabía vestir el disfraz que no había tirado.

martes, 20 de julio de 2010

Padre no ha leído nunca a Joyce (por Jorge Espina)

Padre no ha leído nunca a Joyce
ni a Flannery O`Connor.
Padre no ha leído nunca a Carver.
Padre trabajaba de sol a sol
como una bestia de carga.
A padre no le gusta Beethoven.
Sufre de los hombros.
No le gustan Mozart, Telemann o Mahler.
No soporta el dolor de espalda.
Padre trae el pan a casa
y no tiene tiempo para mariconadas.
Padre no distingue el Art nouveau del Dadaísmo
y no conoce el pensamiento
de Kierkegaard o de Engels.
Cuando el cielo está nublado
a padre le aplasta el peso de su sombra.
Cuarenta años
para comprender y admirar a padre,
A mi padre
que trabajaba de sol a sol.
Mucho leer
para no saber nada.

lunes, 19 de julio de 2010

Danza vieja (por Carlos Edmundo de Ory)

El mundo es viejo danza vieja
y el fiero pecador de alma y cabellos
puro entiende la noche
Todas las aves cantan
secretas en la antigua lejanía

Flores blancas y rojas
Separado del hombre el amor
Las celestes columnas
como un sublime aroma
como un tesoro purifican
la enconada mejilla

La rama oscila solitaria
Remos áureos magníficos
furtivos frutos son las nubes

Desde años hace no conozco nada
fuera del mundo huellas deposito
sin dejar rastro nuevas
embisten las guadañas

Y me limito herido por el ocio
a hundir mis miembros
en el espacio y en la llama.

domingo, 18 de julio de 2010

Ha quedado de ti sólo el suspiro (por Emilio Coco)

Ha quedado de ti sólo el suspiro.
Un inmenso suspiro tenebroso
que te destroza el pecho hasta la ingle.
En la nariz el tubo del oxígeno
y la bolsa de hielo en la cabeza.
Ya no salen las gotas del goteo,
con fiebre de cuarenta ya dos días,
el cuerpo frío, las uñas moradas.
Se agarra fuerte a ti la miserable,
exhibiendo su rictus victorioso
en el silencio incrédulo del cuarto.

sábado, 17 de julio de 2010

Todo el tiempo nos dueles (por Saiz de Marco)

Todo el tiempo nos dueles
memoria

Dueles al evocar la alegría del ayer
perdido
irregresable

Dueles al recordar el dolor ya pasado
que tú desolvidas
y desde sus escombros lo rehaces

Por qué
di
te quedas aquí siempre

Por qué permaneces en nosotros
tan anclada en el mar de nosotros

Por qué
di
te quedas todo el tiempo
si todo el tiempo nos dueles
memoria

viernes, 16 de julio de 2010

A qué este vano empeño (por José Luis García Martín)

¿A qué grabar un nombre en las paredes,
manchar con torpes trazos la blancura
deslumbrante, impoluta, de la nada?
¿A qué este vano empeño de ir dejando señales,
de escribir en la arena, a resguardo del viento,
las triviales miserias que conforman tu vida?
Sobre las tercas líneas que dibujan un rostro
ha de pasar la mano piadosa de los años
borrando letras, sílabas, palabras sin sentido.
El papel en que escribes volverá a estar en blanco.
¿Y habrá dicha mayor que no haber sido?

jueves, 15 de julio de 2010

Estaba de pie frente a mí en lo alto (por Zbigniew Herbert)

No puedo recordar
su rostro
estaba de pie frente a mí en lo alto
al final de sus largas piernas separadas
veía
su cadenita de oro
su gris levita
y su flaco cuello
al que estaba prendida
una inerte corbata

fue el primero que nos enseñó
el anca de una rana muerta
que pinchada con un alfiler
violentamente se contrae

él nos introdujo
a través de un microscopio dorado
en la vida íntima
de nuestro bisabuelo
el paramecio

trajo un oscuro grano
y dijo: cornezuelo

instigado por él
en el décimo año de mi vida
fui padre
cuando tras una tensa espera

de una castaña sumergida en el agua
apareció un brote amarillo
y todo estalló en canto
alrededor

en el segundo año de la guerra
mataron al de ciencias
los malandrines de la historia

si es que fue al cielo

quizá camine ahora
sobre largos rayos
vestidos con grises medias
con una enorme red
y una caja verde
alegremente bamboleándose a su espalda

pero si no se fue allá arriba

cuando en el sendero del bosque
encuentro un escarabajo encaramándose
a una pelotilla de arena
me acerco
me cuadro
y digo:
-buenos días señor profesor
permítame ayudarle

lo transporto delicadamente
y me quedo mirando un rato
hasta que desaparece
en la oscura sala de profesores
al final del corredor de hojas

miércoles, 14 de julio de 2010

Partíamos del fin (por Agustín Fernández Mallo)

desconocías el Principio de Mínima Acción por el cual la luz (todo en general) busca el camino más rápido para viajar entre dos puntos. Circunvalamos la ciudad contradiciéndolo cuanto pudimos. Partíamos del fin; en realidad no nos movimos. Pasamos por delante de unas excavaciones (fibra óptica, cableado, comunicaciones Siglo21), e hice una broma acerca de aquella mujer y aquel hombre que encontraron abrazados en la excavación de Pompeya. La escena salía en Viaje a Italia, los descubrieron mientras filmaban. Ingrid Bergman también entonces se había echado a llorar. Partir de un recuerdo equivale a partir del fin, los recuerdos se construyen para el último día aunque nos engañe su gen de pasado. En realidad no nos movimos. Me invitaste a un Lucky (frase entre tus dedos), y en esa cinética apariencia encontramos el exceso, la belleza para alcanzar lo que al llegar al fin nos convirtió en algo más que una frase para el fin, algo más que un isótopo, un punto de luz que no desapareció porque nunca partió. El camino infinito de verdad más corto.

martes, 13 de julio de 2010

Cada mañana (por Salvador Espriu)

Cada mañana contemplo
dos pies de vencido dentro
de zapatos que ríen.

Si lo tengo cerca, la ropa
sobre los débiles hombros
refleja mi rostro.

¡Qué dolor de heridas
de piel y de carne viva,
tanto tiempo! Sin venganza
ni sentido ya, escucho
el paso y la fatiga
de un plebeyo en derrota.

El año entero utilizamos plumas
de velocísimos escribientes.
Cuando llega el verano, penetran,
por el balcón, moscardones.
En invierno, más tristeza
y cielos de frío. Y siempre
gime, escupe, tose.

Rehuso amarlo,
pese a los vuelos de ángel.
Pero le dejo dinero,
a un interés muy módico,
para el calzado que precisa
el poco camino que le queda.

Vamos con paso lento hacia las sombras (por Juan Martínez)

Más lejanos de las estrellas
y más cercanos del ojo,
vamos con paso lento hacia las sombras,
un constante caldero de esencias impuras reverbera al oído;
el aleteo sombrío de lo inmortal
aturde los anhelos,
pero los polvos eternos se rescatan del canto entre la bruma
y la distancia que surgen bajo el sueño;
después el pájaro suelta un canto
sobre un hacinamiento de palabras,
y la esperanza surge
como una flor profética
renovando el aroma salobre de la tierra.
He aquí el momento amargo entre el nacer
y el morir, entre medir el tiempo antiguo
y calcular el futuro
en la velocidad de las inmensidades cósmicas,
y con la resultante procrear la hiel
a la silvestre rosa,
con su simiente
de consabida devoción.

lunes, 12 de julio de 2010

Y tú me dijiste éstos ya no volverán (por Óscar Aguado)

Mamá cuándo vuelven los barcos
aquéllos que vimos alejarse en la niñez
y tú me dijiste
éstos ya no volverán mi niño
te estás haciendo un hombre y ya no volverán
y yo te dije
Mamá
sí que volverán los barcos
todo vuelve incluso los barcos
todo vuelve Mamá
todo vuelve Mamá
y lo repetía miles de veces enfadado
los barcos se marchaban por mi culpa
y mi Mamá se dormía y no había manera de despertarla
y las lágrimas se resbalaban de mis ojos
y yo con un dedo intentaba empujarlas hacia arriba
susurrando con los dientes bien apretados
has visto cómo todo vuelve Mamá
hasta las lágrimas a mis ojos

domingo, 11 de julio de 2010

Oí funcionar los motores de la muerte (Por Raymond Carver)

Éramos cinco a la mesa de juego
sin contar al croupier
y su ayudante. El hombre
de junto a mí tenía los dados
en la mano.
Se sopló los dedos, dijo:
¡Vamos, pequeños! Y se inclinó
sobre la mesa para tirar.
En ese momento, una sangre roja brotó
de su nariz, salpicando
el verde paño de fieltro. Soltó
los dados. Se echó hacia atrás pasmado.
Y luego aterrorizado cuando la sangre
corrió por su camisa abajo. ¡Dios mío!
¿qué me está pasando?
gritó. Se agarró a mi brazo.
Oí funcionar los motores de la Muerte.
Pero en aquella época yo era joven,
y estaba borracho, y quería jugar.
No tenía por qué escuchar.
Así que me largué. No me volví ni siquiera,
ni encontré esto dentro de mi cabeza, hasta hoy.

viernes, 9 de julio de 2010

O tal vez eres tú (por Francisca Aguirre)

No entiendes lo que dicen, mas te llega,
te alcanza, te hiere, te trastorna.
¿O tal vez eres tú y tu terror?
Huele mucho, huele por todas partes,
es un olor dulzón y pegajoso,
pero no sabes a qué huele.
¿O tal vez eres tú y tu viejo espanto?
Suena una música que no descifras,
que no acabas de oír, pero que invade.
¿O eres tú y tu temor, tu constante recelo?
Hay algo que no ves, pero que está,
o se ahonda o crece o se dilata.
¿O tal vez eres tú y tu pavor diseminado?
Algo te cerca, algo te rodea,
no sabes lo que es ni lo que dice,
no sabes a qué huele ni entiendes lo que canta.
¿O eres tú y tu miseria, tu consabido pánico?
El aire se ha espesado como el tiempo,
y la luz es opaca y dirimente,
y una urgencia precoz te acosa y lame.
¿O eres tú y tu implacable cobardía?
Todo se ha convertido en extrañeza,
es como si tu vida te mirara
de esa forma distante y asombrada
con que observamos siempre a los ajenos,
con ese miedo obtuso hacia los otros.
¿Qué sabes tú de ti, criatura absurda?
¿Qué sabes tú de tus razones?
¿Quién es ésa que escapa mientras vives?
¿Quién es la que sonríe cuando lloras,
la que se queda muda mientras hablas?
Nadie va a responder por ti,
ni siquiera tú misma.
La vida te ha alcanzado,
ha llegado primero y ha cruzado la meta.
Huele, huele mucho y no sabes a qué.
Suena, suena por todas partes
una música que no acabas de oír.
Déjalo, deja que caiga, que se ahonde,
déjalo que prospere como el miedo.
Al fin y al cabo de algo hay que vivir.
Peor sería que conocieras las respuestas.

jueves, 8 de julio de 2010

Y sentía tu alma (por Tristan Tzara)

Y sentía tu alma pulcra y triste
como sientes la luna que se desliza calladamente
detrás de los visillos corridos.
Y sentía tu alma pobre y encogida,
como un mendigo, con la mano tendida delante de la puerta,
sin atreverse a llamar y entrar,
y sentía tu alma frágil y humilde
como una lágrima vacilando en el borde de los párpados,
y sentía tu alma ceñida y húmeda por el dolor
como un pañuelo en la mano en el que gotean lágrimas,
y hoy, cuando mi alma quiere perderse en la noche,
solamente tu recuerdo lo detiene
con invisibles dedos de fantasma

miércoles, 7 de julio de 2010

Dame otro nombre (por José Luis García Martín)

Calles de una ciudad que desconozco
con poca gente y viento y lluvia gris.
Espero a quien no llega mientras altas
se encienden luces en ventanas solas
y una mujer pasea en una esquina.
Hay ojos que me miran un instante
y no saben leer palabras que no digo:
"Dame otro nombre, cambia mi destino".

martes, 6 de julio de 2010

Todo era verdad bajo los árboles (por Antonio Gamoneda)

Existían tus manos.
Un día el mundo se quedó en silencio;
los árboles, arriba, eran hondos y majestuosos,
y nosotros sentíamos bajo nuestra piel
el movimiento de la tierra.

Tus manos fueron suaves en las mías
y yo sentí la gravedad y la luz
y que vivías en mi corazón.

Todo era verdad bajo los árboles,
todo era verdad. Yo comprendía
todas las cosas como se comprende
un fruto con la boca, una luz con los ojos.

lunes, 5 de julio de 2010

Un mar es lo que necesito (por Francisca Aguirre)

Un mar, un mar es lo que necesito.
Un mar y no otra cosa, no otra cosa.
Lo demás es pequeño, insuficiente, pobre.
Un mar, un mar es lo que necesito.
No una montaña, un río, un cielo.
No. Nada, nada,
únicamente un mar.
Tampoco quiero flores, manos,
ni un corazón que me consuele.
No quiero un corazón
a cambio de otro corazón.
No quiero que me hablen de amor
a cambio del amor.
Yo sólo quiero un mar:
yo sólo necesito un mar.
Un agua de distancia,
un agua que no escape,
un agua misericordiosa
en que lavar mi corazón
y dejarlo a su orilla
para que sea empujado por sus olas,
lamido por su lengua de sal
que cicatriza heridas.
Un mar, un mar del que ser cómplice.
Un mar al que contarle todo.
Un mar, creedme, necesito un mar,
un mar donde llorar a mares
y que nadie lo note.

domingo, 4 de julio de 2010

Aquel tiempo (por Ángel González)

Aquel tiempo
no lo hicimos nosotros;
él fue quien nos deshizo.
Miro hacia atrás.
¿Qué queda de esos días?
Restos, vida quemada, nada.
Historia: escoria.

sábado, 3 de julio de 2010

Metempsicosis (por Margaret Atwood)

Tu abuela se desliza por los helechos,
vestida de luto, grácil
y aguda como siempre: ¡mira cómo le brillan los ojos!

¿Quién eras tú cuando fuiste serpiente?

Aquel fue un bailarín y ahora
una verde serpentina ondulada por su propia brisa
y he aquí a tu tío, persona brusca y a rayas,
que regresa a vigilarte
y relajarse bajo las mecedoras
del porche.

Cuando se despoja de su vieja piel
la serpiente proclama la resurrección
a todos los creyentes
aunque hay quienes se cansan pronto
de nacer y renacer... para ellos es el soplo
que tiembla en la hierba amarilla,
un dedo de papel, la mitad de un lazo,
la cita para acudir al río muerto.

¿Quién se refugia en la bodega fría
con las manzanas y las ratas?

¿De quién es esa voz de pellejo
que se crispa al viento?

...Del hijo que perdiste y que susurra "Madre",
el que jamás pariste
y quiere volver a entrar.

viernes, 2 de julio de 2010

A un árbol (por Pierre Louys)

A un árbol, desnuda, subí cierta vez:
la lisa corteza mis muslos asían,
en húmedo musgo hincaba los pies.

Tan alto que, apenas, las hojas mojadas del sol me cubrían con sombra discreta,
me puse a horcajadas en cómoda horqueta y balanceaba feliz, al descuido, los pies en el aire.
De lluvia temprana, besando mi piel las gotas rodaban del fresco dosel;
de zumo de flores bermejas tenía las plantas, y el musgo mis brazos cubría.

Y al soplo impetuoso del viento -al empuje de fuerzas internas- el árbol hermoso temblaba de vida...

Lo sentí de pronto, toda estremecida, y apreté las piernas y posé, entreabiertos,
los labios ardiendo sobre la vellosa nuca de la rama.

jueves, 1 de julio de 2010

Robert Browning resuelve ser poeta (por Jorge Luis Borges)

Por estos rojos laberintos de Londres
descubro que he elegido
la más curiosa de las profesiones humanas,
salvo que todas, a su modo, lo son.
Como los alquimistas
que buscaron la piedra filosofal
en el azogue fugitivo,
haré que las comunes palabras
-naipes marcados del tahúr, moneda de la plebe-
rindan la magia que fue suya
cuando Thor era el numen y el estrépito,
el trueno y la plegaria.
En el dialecto de hoy
diré a mi vez las cosas eternas;
trataré de no ser indigno
del gran eco de Byron.
Este polvo que soy será invulnerable.
Si una mujer comparte mi amor,
mi verso rozará la décima esfera de los cielos concéntricos;
si una mujer desdeña mi amor,
haré de mi tristeza una música,
un alto río que siga resonando en el tiempo.
Viviré de olvidarme.
Seré la cara que entreveo y que olvido,
seré Judas que acepta
la divina misión de ser traidor,
seré Calibán en la ciénaga,
seré un soldado mercenario que muere
sin temor y sin fe,
seré Polícrates que ve con espanto
el anillo devuelto por el destino,
seré el amigo que me odia.
El persa me dará el ruiseñor y Roma la espada.
Máscaras, agonías, resurrecciones,
destejerán y tejerán mi suerte
y alguna vez seré Robert Browning.