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lunes, 17 de mayo de 2010

Abro la espita del tiempo (por Saiz de Marco)

Abro la espita del tiempo y oigo canciones de corro
oigo el rumor de unos niños jugando a olvidados juegos que sin embargo conozco
pero sobre todo oigo alguien que dice mi nombre
alguien que me está llamando
que ahora repite mi nombre
mi nombre, sí, mi agrio nombre
me llama y luego “A cenar”
y oído en esa voz, mi nombre
se despoja de acritud e incluso se me hace
dulce.

6 comentarios:

Círculo Cultural FARONI dijo...

Estamos en la prehistoria y en la prehumanidad. No soy optimista, dudo mucho de que alguna vez accedamos a la verdadera historia de la verdadera humanidad.

(CORTÁZAR)

casa de citas dijo...

La claridad del texto es el único signo incontrovertible de la madurez de una idea.

(GÓMEZ DÁVILA)

Alonso (don) dijo...

¿Incluye esa Madama de casa de encuentros la poesía entre las artes precisas de claridad en el lenguaje para así ser consideradas superiores?
Si sí,aviada va, Madama nuestra, aviada. Pues es tal la opacidad del conceto, la intrincada arquitectura de la frase, el disloque de la sintaxis, el colapso de la virtud de sugerir de tantas componendas que se tienen por poéticas que uno duda de que haya salido alguna vez bachiller por Salamanca, tal es el desconcierto que me producen. Porque si algo es de uso común y socorrido, parescería que lo cuerdo sea otorgar razón a mayoría tan cumplida... Y así no habría de albergar ninguna duda de que la escasa complacencia de algunos no sea sino imputable al gusto estragado o al desmedido aprecio por la palabra llana y repleta de significantes. Que algunos muchos se pierdan en la fronda palabrera lo tengo por inconveniente y malogrado. Ocasiones perdidas de hacer de la belleza moneda de uso corriente..., aún entre los más menesterosos de fortuna.

Cide Hamete Benengeli dijo...


Amanecí otra vez
entre tus brazos,
y desperté llorando
de alegría
me cobijé la cara
con tus manos,
para seguirte amando todavía.
Te despertaste tú,
casi dormida,
tú me querías decir
no sé qué cosas
pero callé tu boca
con mis besos,
y así pasaron muchas,
muchas horas.

Cuando llegó la noche, apareció la Luna,
y entró por tu ventana.
Qué cosa más bonita cuando la luz del cielo
iluminó tu cara

Yo me volví a meter
entre tus brazos,
tú me querías decir
no sé qué cosas,
pero callé tu boca
con mis besos
y así pasaron muchas,
muchas horas...…

tERESA pANZA dijo...

Mucho ayuda el que no estorba.

ORáKULO dijo...

Nadie conoce, ni comprende, DEL TODO a nadie.